mas.

—?Tio Choai! —Su voz se escucho por encima de los agudos chillidos de tia Nikku, lo que provoco que la diminuta mujer callara sorprendida. Todas las cabezas se volvieron, y todos los ojos se abrieron de par en par en consternada desaprobacion ante tal violacion del protocolo. Sin prestarles la menor atencion, Indigo realizo la acostumbrada reverencia al anciano, pero tanto el movimiento como su voz demostraron impaciencia—. Pido disculpas, respetado tio, ?pero no hay tiempo para ocuparse de la cuestion de este modo! Tengo noticias, noticias muy urgentes...

—?Doctora Indigo! —Choai estaba escandalizado—. ?Esto no es correcto! Tendras tu turno para hablar a su debido tiempo; hasta entonces, por favor, permanece en silencio.

—No comprendes... ?Esto es importante! Se refiere a...

—?A lo que se refiera o no, no es pertinente hasta que llegue el momento adecuado! —la interrumpio tio Choai admonitorio—. Te lo repito otra vez: por favor, controla estos arranques y permanece en silencio.

Su tono era tan perentorio, su actitud tan altiva y altanera, que acabo con la poca paciencia que le quedaba a Indigo. Dejando de lado toda cautela —y con ella cualquier esperanza de redimirse ante los ojos de Choai—, aullo: —?Maldito seas, viejo estupido, quieres escucharme! ?He encontrado a Koru!

Durante quiza tres segundos la habitacion quedo totalmente en silencio; luego estallo un gran alboroto. Tio Choai, eclipsada su colera por la revelacion de Indigo, empezo a golpear el mostrador y a gritar pidiendo orden, pero nadie le presto atencion. La gente se amontono alrededor de Indigo, dandole golpecitos con el dedo, sacudiendola, atosigandola a preguntas; tia Nikku chillo que la extranjera debia de estar mintiendo y empezo a discutir con vecinos que se ponian de parte de la joven. Unicamente dos personas no tomaron parte en la refriega: la anciana Mimino, que habia abandonado ya la Oficina de Tasas, consciente de su baja posicion social y deseosa de no llamar la atencion, y Thia, quien, tras abrirse paso por entre la muchedumbre, llego hasta la puerta, se escabullo por ella y empezo a correr en direccion al enclave.

Cuando Hollend y Calpurna penetraron en la Oficina de Tasas unos minutos mas tarde, la asamblea se encontraba en completo desorden; daba la impresion de que todo el mundo hablaba a la vez, y tio Choai intentaba todavia hacer valer su autoridad. Por suerte, la llegada de los padres del nino perdido, con Thia que sonreia humildemente detras de ellos, provoco un repentino y sobrio silencio.

Calpurna se abrio paso por entre los reunidos; tenia el rostro manchado por las lagrimas y demacrado, lo que la hacia parecer mas vieja de lo que era.

—?Es cierto? —grito—. Mi pequeno... ?lo has encontrado? ?Donde esta? ?Dintelo!

El parloteo estallo de nuevo, y habria reinado el caos de no haber sido por Hollend. Tio Choai no se sintio en absoluto complacido cuando merced a su fuerte personalidad el agantiano se puso al mando y consiguio reinstaurar algo parecido al silencio y al orden, y por fin Indigo consiguio hablar.

—Si —dijo respondiendo a la desesperada pregunta de Calpurna—; he encontrado a Koru... o al menos se donde esta. Se encuentra vivo y bien, pero...

—?Donde, Indigo, donde? —interrumpio Calpurna.

—En la Casa del Benefactor.

Tia Nikku, que habia estado escuchando con tanta atencion como los demas, se mostro visiblemente ofendida.

—?Que? —exclamo—. ?Eso no es asi! ?Si fuera cierto, yo lo habria sabido!

—?Por favor, escuchad! —Indigo levanto ambas manos, y tras una furiosa mirada de

Hollend las protestas de tia Nikku se apagaron hasta convertirse en un malhumorado murmullo.

—Koru esta en la Casa del Benefactor, pero existe una razon por la que tia Nikku, con todo mi respeto — Indigo hizo una reverencia no exenta de sarcasmo en direccion a la enfurecida guia—, no pudo encontrarlo.

—Lo siento —intervino Hollend—, pero no comprendo.

—Es dificil de explicar. Fui a la Casa anoche para registrarla..., que me impulso no es importante en este momento..., y encontre un... camino para pasar a otro lugar.

—?Alguna especie de escondrijo secreto, quieres decir?

Como analogia era lo que mas se aproximaba a lo que podrian creer en estos momentos, penso Indigo, de modo que asintio.

—Si. Tia Nikku no conoce su existencia; en realidad dudo que ningun ser vivo la conozca. Pero lo encontre, y ahi es donde esta Koru.

—?Por que no lo trajiste contigo? —grito Calpurna—. ?Por que no? ?Esta herido, esta atrapado en alguna parte?

—No, no, no le ha pasado nada. Pero... —Indigo vacilo, y luego decidio que tenia que ser sincera—. No quiso venir conmigo, Calpurna. Intente convencerlo, pero no quiso escuchar. No..., no quiere que lo lleven a casa.

Calpurna lanzo una exclamacion ahogada y se aferro al brazo de su esposo. Durante un segundo o dos Hollend siguio con los ojos fijos en Indigo como si intentara leer en sus ojos todo lo que sospechaba que esta no habia dicho. Por fin se volvio para mirar a todos los reunidos.

—?Por que estamos aqui de pie perdiendo el tiempo? ?Por piedad, vayamos inmediatamente a la Casa!

Todos los presentes en la Oficina de Tasas quisieron unirse al grupo que no tardo en ponerse en marcha; pero Hollend, respaldado con energia por tio Choai, que estaba ansioso por salvar todo lo que pudiera de su perdida autoridad, estuvo en contra. Demasiada gente asustaria a Koru, dijo, y si el nino realmente tenia miedo o era reacio a regresar a casa por su propia voluntad aquello no haria mas que empeorar las cosas. Este sentido comun prevalecio al fin, y cinco personas —Hollend y Calpurna, Indigo, tio Choai y tia Nikku— fueron las que finalmente marcharon hacia la Casa. Grimya iba a seguirlas pero tio Choai alzo una mano.

—El animal no —dijo con firmeza—. El animal se quedara aqui. La cuestion del vergonzoso ataque de esta criatura contra nuestra respetada tia Nikku sigue pendiente de consideracion y quedan aun por decidir las medidas que deben tomarse. Hasta entonces, el animal permanecera en la Oficina de Tasas bajo la custodia del Comite de Extranjeros.

Indigo protesto a voz en grito pero tio Choai se mostro inflexible y al cabo, para no retrasar la marcha del grupo por mas tiempo, se vio obligada a ceder.

«Lo siento, carino», dijo a la loba mentalmente. «Pero no nos deja otra eleccion. No te preocupes; tan pronto como regresemos me asegurare de que se arregle toda esta estupidez. »

Grimya se paso la lengua por el hocico.

«No me sucedera nada. Pero estare inquieta por ti. » Hizo una pausa. «?Estas segura de hacer lo correcto? Si el Benefactor estaba en lo cierto en lo que nos advirtio, esto puede crear aun mas problemas. »

«Lo se. Pero no creo que el estuviera en lo cierto. Puedo hacerlo, Grimya. » Recordo el rostro de Nemesis. «?Y no necesito la clase de ayuda que me ofrece el Benefactor!»

La servicial y siempre presente Thia no habia conseguido conquistar un puesto en el grupo de busqueda pero, como muestra de su aprobacion por su perspicacia al ir a buscar a Hollend y Calpurna, Choai le encargo a ella el cuidado de Grimya hasta que regresaran. Thia se sintio muy satisfecha con la mision, y en cuanto se cerro la puerta de la Oficina de Tasas agarro a la loba por el cogote y la arrastro hacia una habitacion trasera, a la vez que ordenaba autoritaria que se trajera un plato de agua para calmar la sed del animal. Como no queria agravar mas su situacion actual, Grimya no protesto; pero, cuando trajeron el agua y Thia la coloco sobre una estanteria lejos de su alcance antes de volverse hacia ella, la loba empezo a sentirse claramente inquieta. Su mente percibia la esencia de los pensamientos de Thia; estos eran codiciosos, y bajo la codicia subyacia un destello de algo aun menos agradable.

De hecho Thia tenia sus propios planes para Grimya. Ya habia sugerido a la doctora Indigo que el animal, o uno similar, resultaria un regalo adecuado y aceptable como pago por los servicios prestados, y la ofendia la falta de atencion prestada a su indirecta. Ahora que ella estaba en mejores relaciones con tio Choai que Indigo, Thia consideraba muy probable poder resolver la cuestion a su favor. La posesion de esta perra la convertiria en la envidia de sus semejantes, y el animal le resultaria muy util bien adiestrado. El amaestramiento, segun creia Thia sin la menor duda, era, como con todos los animales, sencillamente una cuestion de disciplina.

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