—?Permanece en silencio! —rugio uno de los hombres.
Hollend se llevaba ya a Calpurna, aunque de todos modos la mujer tampoco la habria escuchado. De repente, Indigo se cubrio el rostro con una mano y empezo a llorar en silencio, llena de desesperacion.
Tia Osiku, que habia presidido la reunion tal como antes la parodia de juicio, dio unas palmadas.
—Todo ha acabado ya, creo. La sesion para proceder al embargo de los bienes de la rea ha finalizado. Los bienes confiscados pueden ser reclamados manana una hora antes del mediodia, cuando todos los inventarios y tramites Correspondientes hayan quedado concluidos. Esto es todo ahora. Marchaos, por favor. —Mientras todos se dirigian lentamente hacia la puerta siguiendo los pasos de Hollend y Calpurna, la anciana se volvio hacia los guardas Indigo y les hizo una autoritaria senal—. La rea sera encerrada en una habitacion segura hasta la hora en que la escoltara fuera de Alegre Labor. Si desea comer antes irse, puede comprar su comida pagando tres piezas.
Se volvio para marcharse, pero Indigo la llamo:
—?Espera! Por favor...
La anciana se detuvo. Se dio la vuelta otra vez, pero sus ojos se clavaron en la pared y no en el rostro de Indigo.
—No se responderan mas preguntas ni se consideraran las peticiones —dijo en tono conciso.
—Respetada tia, tengo que hacerte una pregunta.
—Era un ultimo y desesperado esfuerzo, y, si tenia que humillarse, se humillaria—.
La mirada de la tia se mantuvo imperturbable.
—Puesto que la respuesta ni beneficiara ni ayudara a la rea, puede contestarse a esta pregunta. El animal esta encerrado en otro sitio. Sigue vivo.
«Madre querida, al menos eso es algo», penso Indigo, y en voz alta pregunto:
—?Que le sucedera?
Por un momento penso que la anciana no contestaria, pero entonces esta le dedico el negligente encogimiento de hombros de costumbre.
—Se matara a la criatura en la misma forma en que se sacrifica a los animales: cortandole el cuello. La tarea la realizara el matarife, manana o al dia siguiente, cuando sea conveniente.
Manana o al dia siguiente... Asi pues, se dijo Indigo, todavia quedaba un atisbo de esperanza. De algun modo,
Thia no estaba del mejor de los humores cuando abandono la Oficina de Tasas para Extranjeros. Todavia se sentia dolida por las disputas sobre la parte que le correspondia, y en particular la enfurecia el que se hubiera adjudicado a los ponis un valor que ella no podia pagar. Tia Nikku se mostraria insoportable ahora, y Thia estaba decidida a desquitarse a la primera oportunidad.
Habia anochecido ya y las otras personas que tambien habian estado presentes en la Oficina de Tasas empezaban a dispersarse, por lo que Thia se sorprendio al descubrir una sombra de forma humana acechando cerca de la pared. Se detuvo, atisbo en la oscuridad, y su aguda vista distinguio una figura conocida.
—?Tu! —Su voz resono autoritaria en el silencio—. ?Que haces aqui?
La figura se acerco arrastrando los pies con un movimiento nervioso y furtivo, y Thia contemplo con desprecio la inclinada cabeza de la vieja Mimino, la viuda del doctor Huni.
—?Que es lo que quieres, despreciable monton de huesos? —exigio rabiosa— ?Aqui no hay nada para la gente como tu, carrona! ?Vete..., arrastrate otra vez hasta tu estercolero y acurrucate entre los animales, y no te atrevas a dejar ver tu rostro otra vez por aqui, porque
ahora ya no le sirves a nadie!
Mimino no protesto por los crueles y calculados insultos de la muchacha; no dijo ni una palabra. Inclino varias veces la cabeza, como un ave que realizara un curioso gesto de asentimiento, y luego retrocedio de nuevo al interior de las sombras con toda la rapidez que le permitieron sus debilitadas piernas. Los labios de Thia se torcieron ! en una mueca burlona, y la muchacha se alejo a grandes zancadas por el camino en direccion al centro de la ciudad. Convencida de haber puesto a la anciana en su sitio ! no volvio la cabeza, y por lo tanto no vio como Mimino , observaba su marcha con ojos extranamente brillantes y ? alertas. Tras contemplar durante unos instantes como la espalda de Thia se perdia en la distancia, la anciana sonrio, con una sonrisa peculiar y privada. Oh, si, ella sabia lo que sucedia; ?acaso esa noche no habia encontrado un ?hueco en las ultimas filas de la multitud, en la Oficina de Tasas, y oido todo lo que habia sucedido? Mimino sabia. Mimino sabia
Aguardo unos segundos mas, hasta estar segura de que Thia se habia perdido de vista y nadie se acercaba. Luego se dio la vuelta y avanzo hacia la Oficina de Tasas con luna facilidad que contradecia su acostumbrado paso lento y encorvado.
Lo primero en lo que penso fue en averiguar el paradero de Indigo, pero cuando utilizo sus sentidos telepaticos descubrio consternada que su amiga estaba demasiado lejos para poder establecer contacto con ella. ?Donde, no obstante? ?Todavia en la Casa del Benefactor? ?Habia encontrado otra vez la forma de pasar a traves del espejo y regresado al mundo fantasma, o habian vuelto ella y sus acompanantes a Alegre Labor y algo no iba bien?
Pero el que la hubieran transferido de la Oficina de Tasas a una prision mas segura la hacia temer lo peor. ?Por que se habian empenado tanto sus capturadores en separarla de Indigo? ?Por que no regresaba Indigo? ?Que iba a ser de ellas dos?
Durante mucho tiempo
Entonces, de improviso, sus finos oidos percibieron un debil sonido al otro lado de la puerta.
Los sonidos se acercaron a la puerta y cesaron. Luego se escucho un chirrido discordante y quejumbroso, como el roce de pedazos de metal oxidados y sin aceitar, y corrieron el pestillo del otro lado.