Mimino sonrio y se llevo un dedo a los labios.
—?Chissst! —dijo con un penetrante susurro—. No hagas ruido, por favor.
Se deslizo al interior de la estancia, sacudiendo la cabeza y sonriendo, los diminutos ojos ocultos casi entre los haces de arrugas, y cerro la puerta a su espalda.
—No debes tener miedo —dijo—. Soy amiga de la doctora Indigo, porque ella ha sido muy amable conmigo, y ahora sere tambien amiga tuya. —Una expresion de confabulacion aparecio furtiva en su sonrisa—. Conozco tu secreto, perra gris. Se que puedes hablar, porque te he vigilado y he visto. Te he visto muchas veces, aunque tu no me has visto. Yo vigilo y escucho, y he llegado a comprender muchas cosas que los otros no comprenden.
Grimya recordo entonces que ya se habia encontrado con Mimino en una ocasion. La anciana se habia acercado a Indigo en las puertas del enclave cuando su grupo de busqueda se ponia en marcha para localizar a Koru, y se habia ofrecido a esperar en la casa del medico para explicar su ausencia a los pacientes que aparecieran. Mas tarde, Indigo habia explicado a Grimya que se trataba de la viuda del doctor Huni, considerada ahora inutil por ser demasiado vieja para realizar un trabajo provechoso, Indigo sentia lastima por ella y le habia tomado carino instintivamente. Ahora Mimino parecia ansiosa por retribuir su amabilidad... y, por si esto fuera poco, habia presenciado la extrana habilidad de Grimya y la habia aceptado como si fuera la cosa mas natural del mundo. Mimino, al parecer, era la unica de todos los ciudadanos de Alegre Labor que no necesitaba un doble espectral. Pero ?se podia confiar en ella? Esa era la pregunta que la loba no podia contestar.
Como si comprendiera el dilema de Grimya, Mimino se inclino hasta que sus rostros estuvieron casi a la misma altura.
—No descubrire tu secreto —aseguro—. Aunque lo hiciera, no podria perjudicarte, pues ?quien iba a creer a este inutil monton de huesos... —rio para si por haber repetido las ponzonosas palabras de Thia—... si contara que la perra gris puede hablar?
Eso era cierto... Grimya vacilo y de improviso decidio que debia aprovechar aquella oportunidad. Podria no haber una segunda ocasion.
Aspiro, y pregunten voz baja y ronca:
—?Donnnnde esta Indigo?
—?Ah! —Mimino dio una palmada—. ?Hablas, hablas! Eso esta bien. Ahora confiaras en mi, creo, y te contare lo que debes saber. La doctora Indigo tiene muchos problemas, y tu tambien los tienes.
Grimya irguio las orejas, alerta.
—?Ha regresado Indigo?
—Si, si. No encontraron al pequeno, me parece, y ahora la doctora Indigo tiene que abandonar Alegre Labor con gran deshonra. Pero para ti es peor aun, porque los ancianos han dicho que debes morir.
Mientras Grimya. la contemplaba anonadada, Mimino le conto todo lo que sabia. Su relato era fragmentario, ya que solo habia presenciado una parte de la vista del comite y el final del embargo, pero escuchando y observando todo lo que pudo habia conseguido juntar piezas suficientes para tener una idea concreta.
Cuando termino el relato, Grimya gruno en voz baja.
—?Ten... go que llegar hasta Indigo! ?Debo ir con ella de inmediato!
—?No! —Mimino alzo una mano para detenerla—. Eso no seria muy sensato, ya que si te ven antes de la hora de la marcha de la doctora Indigo volveran a capturarte. Tienes que esconderte, diria yo, hasta que la doctora Indigo haya abandonado Alegre Labor, y solo entonces ir a reunirte con ella.
Grimya comprendio que aquello tenia sentido. Un escondite... ?Donde podia hallar un escondite seguro? Y entonces recordo lo que el Benefactor le habia dicho: «Siempre me encontraras en la Casa... ».
Desde que habia abandonado el mundo fantasma, Grimya no habia dicho nada sobre sus propios sentimientos en la cuestion del Benefactor, pero su instinto la habia llevado a una conclusion muy diferente de la de Indigo. Por lo que Mimino habia dicho, dedujo que en la Casa habia sucedido algo que corroboraba la afirmacion del Benefactor de que Indigo no tendria exito en su intento. Si era asi, entonces el Benefactor habia demostrado su integridad; habia hecho todo lo posible para advertir a Indigo, y la mente telepatica de la loba habia percibido su gran pesar al fracasar. Muy bien pues, penso. Regresaria a la Casa, y pediria la ayuda del Benefactor.
Volvio a mirar a Mimino. La anciana habia regresado a la puerta y la mantenia abierta, sonriendo e indicando a la loba que la precediera. Grimya titubeo.
—Ha... re que dices y me escondere hasta manana. Cuando Indigo sea sacada de la ciudad, ?que camino tomara?
—He oido decir a la tia que la enviaran hacia el este —respondio Mimino—. A once kilometros por la Carretera del Esplendido Progreso hay una caseta de un pozo que se utiliza para regar las cosechas, pero los campos del lugar estan en barbecho ahora de modo que la caseta esta en desuso. Creo que la doctora Indigo pasara por alli, y seria prudente que la esperaras en ese lugar.
Las orejas de Grimya se volvieron al frente muy erguidas, y sus siguientes palabras surgieron en un torrente de agradecimiento.
—No..., no se que puedo hacer para pagar tu bondad. Pero encontrare una fffforma. ?Lo prrrometo!
—Eres una buena amiga, perra gris —repuso Mimino con una amplia sonrisa—. La doctora es tambien una buena amiga. No puede pedirse mas.
Seguia sonriendo cuando Grimya cruzo la puerta a la carrera y se perdio en la noche.
La luna estaba en lo alto, aunque un velo de finas nubes difuminaba su luz lo suficiente para encubrir a Grimya mientras esta escapaba de Alegre Labor y corria en direccion a la Casa del Benefactor. Aunque odiaba tener que huir de la ciudad sin Indigo, habia aceptado la garantia de Mimino de que la joven no corria peligro. Su propia vida era la unica en peligro, e ir ahora en busca de Indigo resultaria temerario. Mimino tambien habia prometido que intentaria informar a Indigo que Grimya estaba a salvo e ilesa. Lo mejor seria que lo hiciese, habia anadido la anciana juiciosamente, pues de lo contrario se produciria un gran desastre cuando llegara el momento en que la doctora abandonara la ciudad por la manana.
La elevada pared que circundaba la Casa del Benefactor se recortaba negra e imponente en el horizonte mientras Grimya corria colina arriba. Al acercarse a la puerta de postigo, la loba se sintio repentinamente invadida por el desaliento al darse cuenta de que a aquellas horas de la noche —y en especial despues de los recientes acontecimientos— la puerta estaria cerrada con llave. En su ansiedad por encontrar al Benefactor habia pasado por alto la cuestion de como entrar.
Al llegar a la puerta Grimya se detuvo y la miro con atencion. Podia llegar hasta el pestillo con facilidad, pero un empujon tentativo con una pata le revelo que la puerta estaba bien cerrada por el otro lado.
Entonces, detras de la puerta, una voz lanzo una risita ahogada.
Las orejas de Grimya se irguieron al frente, veloces. Habia alguien alli. Despacio, impulsada por un instinto precario pero claro, lloriqueo. Y recibio inmediatamente una respuesta.
—?Perra gris! ?Eres tu, perra gris?
Los ninos fantasma estaban alli... Grimya sintio un destello de esperanza en su interior y respondio:
—Sssi, ?estoy aqui! ?Pero no puedo entrar!
Se produjo un silencio, durante el cual le parecio escuchar unos debiles murmullos furtivos.
—La puerta esta cerrada y atrancada —oyo al fin—, pero nosotros podemos abrir los cerrojos; podemos dejarte entrar. —Otra pausa—. El Benefactor aguarda aqui para verte. Dice que todo va bien. Dice que debemos dejarte entrar.
Un nuevo murmullo de risas juveniles fue seguido por un chirrido, mas susurros y una pregunta quejumbrosa pero ahogada. Luego la puerta rechino y, con un estremecimiento, se abrio. Tres rostros menudos aparecieron en el hueco para mirar a Grimya, que reconocio a tres de los ninos que ella e Indigo habian encontrado en el extrano mundo del espejo. Ahora, sin embargo, sus figuras ya no eran solidas. La luz de la luna proyectaba una curiosa y debil aureola a su alrededor, y la loba pudo ver los contornos del edificio y de su jardin a traves de sus espectrales cuerpos.