—?Y has..., has puesto la magia en ella, como dijiste?

—Si, hijo, lo he hecho. Cogela. Ya sabes lo que tienes que hacer con ella. Grimya te dara la senal.

La figura montada en el poni se encontraba ya ahora a menos de cincuenta metros de distancia. Koru cogio la esfera de cristal y la sostuvo con gran cuidado. El Benefactor se volvio hacia Grimya.

—Todo esta listo, pequena loba. —Le dedico una reverencia—. Te deseo buena suerte, y espero fervientemente veros cuando haya concluido el juego.

Grimya inclino la cabeza. Cuando volvio a levantarla, el Benefactor habia desaparecido.

El poni no estaba muy dispuesto a darse prisa. Tras el susto de haber sido obligado a pasar a traves del portal estaba encantado con el nuevo mundo en el que se hallaba, y queria aprovechar al maximo los exuberantes pastos, Indigo mantenia las riendas tirantes y lo espoleaba regularmente con los talones, pero su intencion era detenerse en lo alto de la colina y dejar que el poni pastara mientras ella escudrinaba el paisaje circundante en busca de algun rastro de Grimya.

Seguia enojada con la loba, pero su enojo empezaba rapidamente a transformarse en un frio nudo de preocupacion en la boca del estomago, sensacion que crecia a marchas forzadas a medida que sus ojos no encontraban nada y sus llamadas telepaticas no obtenian respuesta. No comprendia por que Grimya se habia comportado comodo habia hecho; tal rebelion no era nada propia de ella, e Indigo estaba convencida de que una influencia exterior habia actuado sobre la loba. Lo cual solo podia significar, se dijo con amargura, el Benefactor. Pero ?por que habia sido Grimya tan estupida, tan credula, como para sucumbir a su persuasion? A menos —y esta era una posibilidad aterradora— que Grimya no hubiera podido hacer otra cosa...

Entonces, de improviso, una voz resono en su cabeza.

«Indigo. »

?Grimya? —Tiro con tanta fuerza de las riendas del poni que este se alzo sobre las patas traseras y lanzo un relincho de indignada protesta. De inmediato, paso a comunicacion telepatica: «?Grimya! ?Donde estas?».

«En el bosque que tienes delante, en lo alto de la colina. »

Indigo se irguio sobre los estribos y contemplo con atencion los arboles situados en lo alto.

«?No te veo!»

Durante unos pocos segundos no hubo respuesta. Luego, de entre la frondosa confusion de ramas bajas, Grimya hizo su aparicion y avanzo lentamente hacia ella. Una oleada contradictoria de furia, alivio y desconcierto recorrio a Indigo; saltando de la silla, dejo al poni que se las arreglara solo y corrio al encuentro de la loba.

Grimya, ?donde has estado? ?Te llame y te llame pero no contestaste! —Se dejo caer de rodillas al tiempo que extendia los brazos al frente—. ?Por que no contestaste? ?Que te sucede, Grimya, por que has hecho esto?

Grimya se solto de su abrazo con un brusco movimiento y retrocedio un paso. Su voz resono con claridad en la mente de la muchacha.

«Quiero que veas al Benefactor. »

—?El Benefactor? —Indigo se puso en pie mientras una alarma mental se disparaba en su cerebro, y miro rapidamente en direccion al bosque como si esperara ver al Benefactor atisbando con malevolencia por entre las sombras de los arboles—. ?Te ha hecho el esto, Grimya? ?Ha conseguido ejercer algun poder sobre ti?

«No, no me ha hecho nada, excepto abrirme los ojos. Ahora puede abrir los tuyos, tambien. Quiero que lo veas. » La loba hizo una pausa antes de continuar: «Es lo que te dije antes. Quiero ayudar a Koru... y te quiero ayudar a ti. Este es el unico modo, Indigo. Se que no quieres abandonar Alegre Labor, pero que al mismo tiempo te asusta demasiado enfrentarte a lo que encontraste aqui. El Benefactor te puede ayudar; puede mostrartelo. No es un demonio; pero sabe como se puede vencer a los demonios».

Fue un discurso largo y apasionado para provenir de Grimya, pero incluso mientras realizaba su suplica la loba comprendio que no tendria exito. El cerebro de Indigo se cerraba a sus palabras, las rechazaba. La simple persuasion, tal y como habia predicho el Benefactor, no era suficiente para superar su innato prejuicio y el temor que este engendraba. La loba tendria que recurrir al otro plan mas drastico.

Indigo se acercaba a ella otra vez para intentar agarrarla por el pelaje del cuello. Grimya retrocedio con una pirueta y, torciendo la cabeza a un lado, lanzo un agudo ladrido.

Grimya, ?que... ? —empezo a decir Indigo.

Una voz conocida grito entonces desde los arboles:

—?Coge la pelota, Indigo! ?Coge la pelota!

—?Koru?

Perpleja, Indigo alzo la mirada. En el aire, por encima de su cabeza, capturando la brillante luz del otro mundo, una reluciente esfera giro centelleante y empezo a caer hacia ella. Al momento comprendio que algo raro pasaba y, alarmada, intento apartar la vista. Pero no pudo. La esfera era demasiado hermosa; la fascinaba, y de improviso la deseo. ?Oh, como la deseaba! Deseaba sostenerla y poseerla y jugar con ella...

—?No! ?No, no me dejare atrapar!

Pero sus manos se alzaban ya en direccion a la brillante pelota y no podia controlarlas; el deseo de tocarla y sostenerla era demasiado grande. Con una parte de su cerebro que seguia luchando por mantener la razon vio como Koru salia del bosque y la contemplaba, con rostro inquieto y ansioso a la vez, y entonces se olvido de el y se olvido de todo lo demas cuando la maravillosa esfera descendio describiendo una espiral hacia ella.

Se poso en sus manos levantadas y resulto mas ligera que una pluma, fragil como una pompa de jabon, resistente como el acero. Durante un horripilante momento Indigo supo lo que era y percibio el poder que podia ejercer... De pronto la esfera parecio estallar en una brillante luz, y una especie de terrible onda expansiva recorrio todo el cuerpo de la joven. Lanzo un grito y se tambaleo hacia atras, soltando la esfera.

—?Coge la pelota, Indigo! ?Coge la pelota! —Era la voy de Grimya que le ladraba un alegre desafio, y de repente otras voces se unieron a ella.

—?Senora que canta, senora que canta!

—?Coge la pelota! ?Todos iremos a coger la pelota!

—?Corre, senora que canta, corre!

—?Corre y juega, Indigo! ?Juega con nosotros!

—Juega con nosotros, princesa! ?Juega, Anghara! ?Coge la pelota!

Su mente era un torbellino: «Indigo, Senora que Canta, Anghara... ». No sabia quien o que era; lugar y tiempo giraban como una peonza fuera de control y ella era una nina, una mujer, una esposa, una hija, un alma perdida...

De improviso se encontro corriendo. La brillante esfera, su tesoro, su juguete, habia saltado de entre sus dedos y escapado fuera de su alcance dando volteretas en la brisa. ?Debia recuperarla, debia atraparla!

—?Coge la pelota, coge la pelota! —Otros se unian a la carrera, surgiendo del bosque y corriendo a su encuentro. Ninos: los ninos, tantos ninos, sus amigos, todos repitiendo a gritos la misma letania una y otra vez—: ?Coge la pelota, coge la pelota! —Al tiempo que la envolvian y se la llevaban con ellos mientras el hermoso juguete giraba por los aires sobre sus cabezas.

Ella seria la primera, se dijo Indigo freneticamente; lo seria. No importaba que fuera pequena, que sus piernas fueran demasiado cortas para mantener el ritmo de los demas; ?ella era una princesa y ganaria! Con los cabellos flotando en el aire, la falda de seda arremolinada ?falda de seda? No, no podia ser; no habia llevado ropas asi desde..., desde... , corrio por la hierba, y sus pies parecian rozar tan solo la superficie sin tocar apenas el suelo. La reluciente esfera descendia mas y mas, mas y mas veloz, y ella tambien empezo a correr mas deprisa, los gordezuelos brazos extendidos y las manitas alzadas para reclamar su premio. Un chillido de jubilo escapo de sus labios cuando el hermoso y brillante objeto parecio deslizarse directamente hasta sus dedos ansiosos, y lo sostuvo triunfante sobre la cabeza.

—?Tira la pelota! ?Tira la pelota! —Sus amigos (no conseguia recordar quienes eran, pero sabia que eran sus

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