achaparrada torre que se alzaba solitaria en el pequeno claro. Cubierta y casi oculta del todo por la trepadora vegetacion, la torre parecio devolverle la mirada, con sus redondas ventanas semejantes a benevolos ojos de mochuelo. Nunca habia visto algo parecido — oh, pero si que lo habia hecho, claro que si— y, llevandose el indice a los labios, la contemplo con curiosidad cada vez mayor, a la vez que se preguntaba quien podia vivir aqui o si, en el caso de que no viviera nadie, podria reclamarla como suya.

Entonces, mientras continuaba con la vista fija en la torre, el chasquido de un pestillo resono con fuerza en el profundo silencio del bosque, y en la base de la torre se abrio una puerta.

La curiosidad se transformo en total fascinacion cuando Indigo-Anghara distinguio la figura que salia de la torre. Era una criatura, como ella misma, pero el rostro tenia una apariencia adulta y los ojos, ojos plateados, estaban llenos de experiencia. Ojos plateados y cabellos plateados; un menudo semblante felino que encontro hermoso de un modo peculiar. Habia algo que resultaba familiar en el, y su cerebro busco la conexion. «Coge la pelota... » ?No habian jugado juntos? ?No habian sido companeros? Y habia habido otros, entre ellos un chico de cabellos dorados y una loba que hablaba...

Inmediatamente la idea de una loba que hablara le resulto tan disparatada que Indigo-Anghara lanzo una involuntaria risita ahogada. La criatura de los ojos plateados ladeo la cabeza y le dedico una sonrisa burlona.

—?Por que ries, hermana? ?Tan comico resulta este encuentro?

?Hermana? Pero este no era su hermano Kirra, y ella no tenia mas hermanos. Indigo-Anghara se sintio perpleja pero, recordando su rango y los modales que este exigia, se inclino con gran dignidad y dijo:

—Te deseo un buen dia. Creo que no hemos sido presentados. Soy... —Pero entonces sus palabras se apagaron mientras un diminuto gusanillo de inquietud empezaba a revolverse en su interior. «Soy... ?quien soy? ?Quien?»

La criatura de ojos plateados se acerco a ella con paso airoso.

—?No me conoces, Anghara? ?No recuerdas?

Un terrible tumulto de emociones confusas se apodero de la nina en que se habia transformado Indigo. Conocia a aquel ser, lo conocia. Pero no conseguia recordar el nombre, y cuando se esforzaba por rememorar los juegos en los que habian participado juntos no le venia a la memoria ni un solo detalle.

—Acuerdate de mi, hermana.

La criatura extendio una menuda mano hacia ella, pero aunque deseaba extender las manos y tocarla no consiguio hacerlo, y no supo el motivo. Emociones contrapuestas de amor y odio hervian en su cabeza, y con ellas una sensacion de tan terrible anoranza que parecia que le iba a partir el corazon.

Indigo-Anghara emitio un pequeno sonido atemorizado, como un lloriqueo. No comprendia esto y deseaba dar media vuelta y huir de ello, correr a algun lugar seguro, pero sus pies se negaban a obedecer. ?Por que no recordaba? ?Que le estaba sucediendo?

—?Quien soy? —Su voz se elevo en un gemido infantil. «?Pero yo no soy una nina! Soy... »—. No puedo recordar; ?no puedo! —Dio un paso atras—. ?No lo se! ?No lo recuerdo! ?No se quien soy!

Nemesis se adelanto, con la mano todavia extendida.

—Puedes recordar, si lo deseas. Recuerda a la nina que fuiste en una ocasion. Recuerda a la mujer en que te has convertido. Acuerdate de mi, hermana; porque soy parte de ti. —Los dedos se encontraban a un par de centimetros de ella ahora—. Tocame, Anghara. Tu, yo, nosotros: no existe diferencia; es todo uno. Haz que vuelva a ser una sola cosa otra vez.

Muy despacio, sintiendo como si se encontrara al borde de un precipicio, Indigo-Anghara extendio la mano. Las puntas de los dedos se rozaron levemente, y algo parecido a una violenta punzada atraveso a la joven. Sintio un escozor detras de los ojos, y noto de improviso en su garganta una sensacion de sequedad y calor; entonces los recuerdos regresaron tumultuosos a su cerebro, nitidos, salvajes y terribles. En un mismo instante fue una nina que corria y jugaba bajo los oblicuos rayos del sol de las Islas Meridionales; y una adolescente nerviosa pero excitada que cabalgaba en su primera caceria; y una joven, enamorada y ansiosa por la llegada del dia de su boda; y estaba en la tundra, la tundra prohibida, y la Torre de los Pesares se derrumbaba y Carn Caille ardia, y ella aullaba el nombre de Fenran al cielo mientras acunaba su cuerpo ensangrentado, y... y...

Con una ultima y violenta convulsion su vision se aclaro. El pasado habia huido, la nina-princesa habia desaparecido. Volvia a ser ella misma otra vez.

Y delante de ella, cogiendole la mano, se encontraba Nemesis. No un demonio, no su enemigo en la forma en que ella siempre habia creido, sino ella misma. Nina y adolescente y mujer. Nemesis siempre habia estado en su interior; ahora lo comprendia como nunca antes lo habia hecho. Y sin Nemesis, sin aquel oscuro companero que ella habia intentado durante tanto tiempo negar y destruir, Indigo sabia que una parte de ella misma moriria.

Clavo la mirada en los plateados ojos de Nemesis, y por un momento, recordando otros dias y otros encuentros, aguardo la llegada del torrente de emociones salvajes que habia llegado a conocer tan bien con los anos: repugnancia, desprecio, helado terror y odio ciego. Pero no aparecieron. No habia mas que una sensacion de ligero desconcierto, y de tristeza.

Nemesis no sonrio. En voz baja, tan apagada que Indigo apenas pudo oir sus palabras, dijo:

—?No hemos luchado uno contra otro durante demasiado tiempo, inutilmente? —La criatura se interrumpio, y los ojos plateados aparecieron llenos de anoranza y pesar—. Hermana, no quiero morir; pero esa eleccion es tuya y solo tuya. Tan solo puedo pedirte, suplicarte: ?no podemos reconciliarnos por fin, y volver a ser un solo ser?

Indigo sostuvo la mirada de Nemesis y supo que era demasiado tarde para equivocarse. Habia que tomar una decision, solucionar de una vez por todas aquel conflicto permanente. «Tu, yo, nosotros: no existe diferencia. » Era cierto; ya no podia negarlo. Ya no podia negarse a si misma.

Cerro los dedos con mas fuerza sobre la mano de Nemesis, y con voz vacilante y apagada pidio:

—Ayudame...

El ser avanzo hacia ella. Sintio como sus brazos la rodeaban, y de pronto los dos se fundieron con fuerza en un ardiente abrazo. Oleadas de calor y frio recorrieron el cuerpo de Indigo, y las lagrimas empezaron a resbalarle por el rostro. Escucho musitar a Nemesis: «Anghara, Anghara», y sus propios labios formaron y repitieron el nombre, su antiguo nombre, su autentico nombre: Anghara...

La escena a su alrededor empezo a dar vueltas. Aunque sus pies no se movian, a su mente febril le dio la impresion de que ella y Nemesis giraban mas y mas deprisa, giraban en redondo como en una danza salvaje sobre la «que no existia ningun control. La torre, los arboles, la extension de hierba: todo se difumino en un caleidoscopio vertiginoso de verde y marron, de luz y sombras, y en el centro de todo ello Nemesis era un destello plateado que se fusionaba, se derretia, calor y frio, fuego y agua. Sintio que una carga de tremenda energia crecia en su interior. Entonces la oscuridad crecio y la luz estallo; sintio como si una fuerza terrible le separara la cabeza de los pies, y supo que iba a perder el conocimiento sin que pudiera hacer nada para evitarlo...

Estaba inconsciente antes de golpear contra el suelo.

Desde una gran distancia, como algo que se oye a medias en un sueno, alguien pronunciaba su nombre.

—Indigo, Anghara... Despierta, hermana. Despierta.

Se agito inquieta, y el suspiro que dejo escapar parecio tomar vida propia y alejarse a la deriva. Por fin, languidamente, dejo que sus ojos se abrieran.

Estaba tendida sobre la blanda hierba del claro del bosque, y la torre cubierta de enredaderas era una masa oscura que se alzaba a su espalda. Nada se movia en el claro ni entre los arboles circundantes, pero a pesar de ello Indigo tenia la abrumadora sensacion de que no se encontraba sola. Habia otra presencia aqui... o habia estado...

Entonces en su cabeza volvio a sonar la voz que habia oido llamandola:

No otra presencia, hermana. Ya no.

Habia iniciado un movimiento para incorporarse, pero al escuchar esto se detuvo, paralizada, y de improviso sus vacilantes sentidos fueron recuperando la normalidad a medida que regresaban los recuerdos. Nemesis...

Si, hermana. Volvemos a ser una unidad... y me siento muy feliz.

Despacio, muy despacio, los musculos de Indigo empezaron a responderle, y se puso en pie. Lo recordaba todo ahora: las persecuciones, los juegos, la fusion del pasado y el presente en una nueva comprension y una nueva percepcion. Recordo que las manos de Nemesis habian cogido las suyas, recordo la suplica de la criatura —«?No

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