como si se hubiera escaldado, el sonido del arpa crecio y se transformo en una alegre cancioncilla, y un coro de voces empezo a cantar:

Canna mho ree, mho ree, mho ree, canna mho ree na tye; si inna mho hee etha narrina chee im alea corro in fhye.

El terror golpeo a Ellani como un mazazo, pero sus pies volvieron a resbalar y no pudo detenerse antes de llegar al final de la pared. Doblo la esquina tambaleante... y sus ojos estuvieron a punto de saltar de sus orbitas.

En el sendero, cerrando el paso a las puertas del enclave, habia un carromato de vivos colores detenido en medio de lo que parecia una tormenta de serpentinas de colores.

Alrededor del carro habia ninos bailando —pero se movian demasiado rapido para ser reales, y ella podia ver a traves de sus cuerpos, podia ver directamente a traves de ellosy una anciana loca bailaba con ellos, arrojando al aire nuevos punados de serpentinas con regocijado abandono. Un brillante resplandor sobrenatural, que parecia proceder de su interior, iluminaba el carromato... y en el asiento del conductor habia dos figuras increibles. Una, de ojos plateados — no, no, nadie podia tener los ojos plateados; era imposible—, vestia un increible vestido multicolor y sus cabellos centelleaban, y sus manos se movian veloces sobre las cuerdas del arpa que sostenia. La otra, con un vestido igual de demencial y con una mascara que le cubria la mitad del rostro, le sonreia de oreja a oreja.

—?Hola, Elli! —grito Koru por encima de la musica y la cancion—. ?No te alegras de verme?

La boca de Ellani se abrio y cerro repetidas veces sin que la nina pudiera evitarlo. Por un momento, al cogerla desprevenida, la sustancia del otro mundo habia atravesado sus defensas, y las imagenes se fijaron en su cerebro antes de que pudiera rechazarlas. Luego, violentamente, las compuertas mentales se cerraron con fuerza en un intento de suprimir todo aquel insensato espectaculo de su mente. ?Esto no podia estar ocurriendole a ella! ?Era imposible; esto no podia estar ahi, no podia existir!

En respuesta al desesperado rechazo de su mente, el carromato y los ninos que bailaban se agitaron y tambalearon ante ella. Pero, con gran horror por parte de Ellani, cuando estos empezaron a desvanecerse Indigo y Koru siguieron alli sonrientes aunque ahora parecia como si flotaran en el aire, y la anciana loca siguio riendo y girando, y la musica del arpa y el extrano coro de voces —Canna mho ree, mho ree, mho ree— siguio resonando en sus oidos. No podia ser. ?No podia ser!

Ellani retrocedio trastabillando. En su interior gritaba en silencio y presa de terror — ?Marchate, marchate!— pero a otro nivel sabia que aquello no desapareceria, que ella no podia hacerlo desaparecer, no podia negarlo ni fingir que esto no estaba sucediendo en realidad... Entonces, provocandole otro sobresalto, Koru grito: —Coge la pelota, Elli... ?Coge la pelota! Algo habia surgido veloz de sus manos y corria hacia ella. Centelleaba mientras giraba por los aires, y por un imprudente instante Ellani se sintio poseida del impulso de atraparla y quedarsela. La deseaba, la deseaba; tenia que poseerla, sin importar a que precio... Luego la razon volvio a apoderarse violentamente de su cerebro, y dio un salto atras para esquivar la brillante esfera que parecia ir directamente hacia ella.

La pelota cayo al suelo y se quedo alli centelleando a sus pies. Ellani la contemplo durante el poco tiempo que tardo en recuperar el aliento, y entonces su voz se elevo en un alarido de autentico e incontrolable terror. Dando media vuelta, echo a correr; sin preocuparse porque habia perdido los zapatos, regreso a toda velocidad a la abierta puerta de la cocina y penetro en el refugio que le ofrecia su casa mientras aullaba con toda la fuerza de sus pulmones: — ?Madre, padre, ayudadme! ?Venidrapido..., venidRA-PIDOOOO.

Hollend y Calpurna tardaron casi diez minutos en tranquilizar a su hija lo suficiente para poder comprender algo. Ellani balbuceaba y sollozaba a la vez, y Calpurna, que habia vivido pendiente de un hilo desde la desaparicion de Koru, corria el peligro de contagiarse de su ataque de nervios. Por fin, no obstante, los sollozos de Ellani se calmaron lo bastante para que regresara algo de coherencia a su voz, y Hollend se arrodillo junto al sillon en el que la nina estaba acurrucada, y contemplo su rostro con ansiedad.

—Ellani, vamos ya. Todo esta bien; estas a salvo en casa ahora y nadie puede hacerte dano. Dinos, carino... dinos que sucedio.

Ellani lo miro fijamente durante un instante como si fuera un completo desconocido. Luego, con voz tremula aun, dijo:

—?Koru..., vi a Koru!

El rostro de Calpurna se torno blanco como el papel, y los ojos de Hollend se abrieron de par en par con una mezcla de sorpresa, frustracion y enojo.

—Ellani, ?de que estas hablando? Si esto es algun...

—?No lo es, no lo es! —Ellani senalo la puerta de la cocina con dedo tembloroso—. Estaba ahi. ?Yo lo vi! Y ella estaba con el, ella, y habia un caballo, y un carro, y una anciana loca, y el me tiro esa cosa que brillaba y... y... —Estallo en un nuevo torrente de lagrimas.

—?Ellani! —Los ojos de Calpurna tenian una expresion salvaje cuando aparto a su esposo de un empujon y, agarrando a la nina por los brazos, la sacudio con violencia—. Ellani, ?que es lo que dices, que nos estas contando? ?Donde estaba Koru? ?Donde, donde?

Hollend intervino entonces, apartando de un manotazo las manos de su esposa.

—?Acaba con eso, mujer! ?Le haces dano a la criatura!

Jamas le habia hablado de aquella manera antes, y Calpurna callo sobresaltada. Hollend les dirigio una mirada colerica, primero a ella, luego a Ellani.

—Tranquilizaos las dos, ?ahora! —Su propio corazon palpitaba de forma irregular y dolorosa; tenia que hacer un gran esfuerzo para no aferrarse a lo que Ellani habia dicho, para no permitirse albergar una esperanza.

Ellani hipo y sorbio con fuerza.

—Muy bien —dijo Hollend al cabo de unos momentos—. Ahora, hija, con tranquilidad y despacio, dime exactamente lo que sucedio y lo que viste. —Levanto los ojos al oir a Calpurna aspirar con fuerza—. Querida, por favor... Siento haber hablado con tanta rudeza hace un momento, pero deja que Ellani diga lo que pueda sin interrumpirla.

Los hombros de la mujer se agitaron convulsos, y esta se dejo caer en otro sillon. Hollend se volvio otra vez a Ellani.

—Empieza, hija.

Ellani trago saliva. La pausa le habia dado tiempo para tranquilizarse un poco, y tambien habia permitido que la racionalidad se fuera abriendo paso otra vez. Una parte de su cerebro todavia queria volver a gritar ante el recuerdo de lo que habia visto, pero otra parte, que cada vez se volvia mas fuerte, le decia con firmeza que lo que habia visto era imposible y que por lo tanto no lo habia visto.

—Me..., me desperte, y escuche un ruido afuera —comenzo—. Pense que eran algunos ninos haciendo una travesura, y supuse que debia de ser Sessa Kishikul y sus amigos, de modo que mire por la ventana para ver si podia descubrirlos. Entonces..., entonces escuche que alguien me llamaba, y cuando mire hacia el retrete vi..., vi... —La voz se le quebro al verse obligada a enfrentarse con la pregunta: ?que era lo que habia visto? Y comprendio que no queria buscar la respuesta, porque hacerlo significaria admitir que..., admitir que...

Empezaba a desmoronarse cuando de improviso un alboroto fuera de la casa rompio la tension. Un hombre gritaba, y se oyo la aguda voz de una mujer.

—?Que demonios... ? —Hollend se puso en pie sorprendido—. ?Quien es? ?Que sucede ahi afuera?

—Parece como... —Pero Calpurna no pudo terminar la frase porque el se dirigia ya a la puerta, la abria y salia a la galeria—. ?Hollend, ten cuidado!

Asustada, salio tras el, y Ellani tambien se incorporo de un salto y los siguio. Se escuchaban nuevas voces en el exterior; Calpurna oyo como Hollend llamaba a alguien, y luego la respuesta en la voz de Nas Kishikul, el comerciante de minerales de Scorva y padre de Sessa.

Debatiendose entre una sensacion de alivio y otra de renovada ansiedad, Calpurna corrio al exterior en pos de su esposo. La lluvia habia pasado ahora a ser una simple llovizna y el amanecer empezaba a despuntar, mostrando las otras casas del enclave con borroso detalle bajo un cielo plomizo. Lo primero que vio Calpurna fue que habia luces encendidas en varias ventanas vecinas y al menos media docena de personas en las calles del recinto o frente a las puertas abiertas de sus casas. Nas Kishikul avanzaba hacia la galeria donde estaba Hollend, sin dejar de hacerle senales. Calpurna abrio la boca para llamar a ambos... pero las palabras se ahogaron en su garganta nada mas salir por la puerta principal y descubrir por si misma aquella extraordinaria vision.

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