El tejado de cada una de las casas del enclave estaba cubierto y adornado de largas serpentinas de cinta dorada y plateada. Las serpentinas se arrollaban alrededor de las chimeneas, se enredaban en desagues y tuberias, revoloteaban y bailaban sobre tejas y guijarros en un enloquecido derroche de color. Algunas se habian soltado y caido al suelo, donde centelleaban como riachuelos de aguas brillantes.

—?Hollend! —Calpurna corrio al borde de la galeria y sujeto con fuerza el brazo de su esposo mientras una terrible e informe sensacion de terror se apoderaba de ella—. ?Que es? ?Que es?

El hombre fue incapaz de responder; se limito a sacudir la cabeza en silencio, con los ojos fijos en el disparatado espectaculo.

—?Hollend! ?Calpurna! —Nas habia llegado junto a ellos y ascendia los peldanos de la galeria. Tenia el rostro encendido.

»?Veis esto? ?Lo veis? —La voz de Nas poseia un fuerte acento extranjero y no se sentia a gusto con la lengua de Alegre Labor, que era el unico idioma que el y los agantianos tenian en comun—. ?Que es, pregunto? ?Quien lo hace, y por que?

—No sabemos mas que tu —respondio Hollend, sacudiendo la cabeza.

Calpurna, poseida aun por aquel inexplicable terror, empezo a hablar atropelladamente sin detenerse a pensar: —Ellani cree que alguien ha incitado a los ninos mas pequenos. Dijo que Sessa...

—?Calpurna, basta! —interrumpio Hollend con brusquedad—. Ellani dice tonterias; claro que los ninos no pueden haber hecho esto. —Se volvio de nuevo hacia el scorviano—. ?Quien lo hizo, entonces? Esa es la cuestion. —Creo que debemos ir a buscar a los ancianos —dijo Nas, sombrio—. Alguien nos toma el pelo, ?y yo no lo encuentro divertido!

Los otros espectadores se habian ido reuniendo alrededor de ellos, y se escucharon murmullos de asentimiento. Hollend fruncio el entrecejo.

—A nuestros queridos tios y tias no les gustara que los despertemos a estas horas..., pero a lo mejor tienes razon; a lo mejor deberian ver esto cuanto antes.

—Hollend, espera. —Calpurna volvio a cogerle el brazo—. Ellani..., ?que es lo que dijo sobre Koru? ?Podria ser esto algo... ?

—?Koru? ?Que sucede con Koru? —inquirio Nas—. ?Tiene algo que ver con esto?

—No lo sabemos —contesto Hollend—. Algo desperto a Ellani hace un rato, y ella...

Antes de que pudiera seguir se escucho un ligero alboroto en el exterior de una casa cercana, y una voz femenina grito de exasperacion o enojo o ambas cosas. Hablaba en un idioma extranjero pero Hollend y Calpurna reconocieron una palabra: ?Sessa!

La alta y desgarbada rubia hija de Nas salio corriendo de entre un pequeno grupo de gente reunido ante la puerta principal de los scorvianos y, descalza y en camison, bajo corriendo la escalera y salio a la calle. Precipitandose sobre una de las serpentinas caidas, la recogio y la levanto en alto, y comenzo a agitarla y retorcerla entre los dedos mientras daba saltitos primero sobre un pie y luego sobre el otro. Su voz, exultante como la de una nina pequena, les llego con toda claridad.

Nas lanzo un juramento y corrio a interceptar a su hija. Esta lo vio y se lanzo a su encuentro, con las manos llenas ahora de serpentinas caidas que intento colocar sobre el a modo de guirnalda. Nas la agarro por un brazo y tiro de ella, sin hacer caso de sus sonoras protestas, para apartarla del monton de reluciente material que empezaba a reunirse a sus pies.

—?Traela aqui, Nas! —grito Calpurna, cuyo natural instinto maternal eclipsaba ahora cualquier otra cosa. Volvio la cabeza para mirar por encima del hombro—. Ellani, ve y... — Se interrumpio al ver que su hija no estaba alli sino que habia retrocedido al interior de la casa. Hizo un gesto de contrariedad, y habria ido tras ella si en ese momento no hubieran llegado Nas y Sessa, que seguia protestando, junto con la esposa de Nas que habia venido corriendo desde su propia casa y reganaba a su hija en voz alta y chillona.

»Traedla dentro, rapido —indico Calpurna, haciendo entrar a la familia. Ellani se encontraba en la habitacion principal, de pie junto a la escalera, con un puno apretado contra la boca y una expresion extrana que le desfiguraba el rostro. Calpurna la miro inquieta— ?Ellani! ?Te encuentras bien?

Al oir el nombre de Ellani, Sessa dejo de repente de forcejear para soltarse de su padre. Tenia un aspecto absurdo y ligeramente patetico con los cabellos y el traje sucios y envuelta todavia en las serpentinas que Nas no habia conseguido quitar, pero sus ojos empezaban a iluminarse como si acabaran de recibir una nueva y esplendida revelacion.

—?Ellani! —Paso inmediatamente de la lengua de Scorva a la de Alegre Labor—. ?Ellani, mira lo que he encontrado! —Su mano libre se abrio, y algo centelleo en la palma; luego, de repente, echo el brazo atras—. ?Coge la pelota, Ellani! ?Coge la pelota!

Sucedio tan deprisa que Ellani no tuvo tiempo de pensar. Sessa arrojo la diminuta esfera; de forma automatica las manos de la nina se alzaron violentamente como para protegerse el rostro, y antes de que pudiera detenerse ya habia cogido la pelota.

Se produjo un momento de absoluto silencio. Luego la pelota parecio explotar en un cegador estallido de luz. Con un chillido de terror, Calpurna se desmayo y se desplomo como un saco de harina en los brazos de Nas, que tuvo la suficiente presencia de animo para sostenerla antes de que cayera al suelo. La esposa de Nas dio un paso atras boquiabierta y aturdida. Y, cuando la explosion de luz y sus secuelas se desvanecieron, Ellani y Sessa se contemplaron mutuamente, cada una desde un extremo de la habitacion.

Entonces, despacio, los labios de Sessa se curvaron en una sonrisa beatifica y dichosa.

—Elli... —Extendio los brazos hacia la nina—. Ven, Elli. Ven a ver. ?Es tan bonito y tan divertido! Ven a ver.

La mirada de Ellani estaba fija en el rostro de Sessa, pero no veia a Sessa. En lugar de ello contemplaba otro pais y otra epoca, a medida que los recuerdos de dias pasados en Agantia, antes de que los negocios de su padre hubieran traido a la familia a Alegre Labor, se alzaban espontaneamente de las profundidades de su cerebro. Flores y fuentes, juguetes y juegos, cuentos y musica, el sonido de las risas de su madre mientras una tierna infante hacia sus primeros y decididos pinitos para empezar a andar; todo el color y la fascinacion de aquel mundo enorme y excitante que habia dejado atras y desechado por no tener una utilidad razonable... Las lagrimas empezaron a correr por las mejillas de Ellani. Habia un carromato, pintado de alegres colores; un poni entre los varales con cascabeles en el arnes que producian un sonido muy dulce. Habia otros ninos, ninos que reian y bailaban como Sessa. Habia una cancion, una cancion alegre; la recordaba, la volvia a oir ahora. Y su hermano estaba alli; su hermano perdido, a quien ella tanto queria. Ya no queria seguir negandolo. Habia sido real. Y ella queria, queria tanto que volviera a ser real...

—?Koru! —La voz se le quebro, pero el grito procedia de su corazon, de su espiritu—. Koru, ?donde estas? ?Esperame! ?Esperame!

Antes de que a nadie se le ocurriera detenerla, Ellani habia cruzado ya como un relampago la habitacion y habia salido por la puerta principal, con Sessa detras. En la galeria, las dos ninas chocaron contra Hollend, que retrocedio tambaleante, y luego saltaron escalera abajo y corrieron, atravesaron corriendo el recinto en direccion a las puertas del enclave.

—?Ellani! ?Ellani! —Recobrandose, Hollend rugio el nombre de su hija mientras la sorpresa, el miedo y la confusion lo zarandeaban. Trastabillando y resbalando en el mojado suelo, echo a correr tras las dos figuras que huian—. ?Que alguien las detenga! ?Detenedlas!

Pero nadie fue lo bastante rapido. Y nadie, excepto Ellani y Sessa, vio la translucida figura que vino corriendo desde las puertas para interceptarlas; la criatura del mundo fantasma, la propia doble de Ellani, se cruzo con esta en su desbocada carrera y, como un fuego fatuo, parpadeo junto a la nina unos segundos antes de que ambas se fusionaran y se convirtieran en una sola.

—Alguien viene. —Koru se coloco en pie de un salto sobre el asiento del conductor, lo que provoco tal balanceo en el carro que el poni relincho y echo las orejas atras, nervioso—, ?Indigo, alguien viene!

Indigo podia verle el rostro en la creciente luz matinal, y percibio la oleada de esperanza que fluia del nino. Inconscientemente sus manos se cerraron con mas fuerza sobre las riendas mientras miraba con atencion hacia la calle, envuelta todavia en la penumbra del amanecer, que conducia de vuelta al enclave.

Habian regresado a la plaza del mercado, donde Grimya y los ninos habian realizado bien su tarea. Toda la plaza estaba ribeteada de serpentinas. Impavidas bajo la llovizna, las cintas doradas y plateadas ondulaban sobre el suelo, bailaban en los tejados, revoloteaban en los alfeizares y chimeneas; miles y miles de ellas, una increible masa centelleante, cruzaban veloces por los aires dejando tras ellas brillantes

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