la cabeza sobre el muslo de Bobby Tom. Entonces el comenzo a conducir demasiado rapido, usando la mano libre para atormentar su pecho.
La camioneta salio disparada a traves de la noche con sus dedos acariciandola. A traves del parabrisas, ella podia ver el cielo y las copas de los arboles. Estaba al borde de algo inexplicable y cuando no pudo soportar mas su dulce tortura, se giro y presiono sus pechos contra el.
La camioneta surcaba la carretera oscura, y su cremallera abierta raspo su mejilla. Ella presiono los labios contra su estomago duro y plano, tocando cada musculo. El gimio y levanto el muslo de Gracie. Ahueco la palma de la mano sobre sus pantalones cortos. Movio el talon de la mano y ella comenzo a volar.
– No, no lo haras -murmuro el, apartandose-. No esta vez. No hasta que este dentro de ti.
Ella siguio viaje en el borde del asiento mientras el conducia alocadamente hacia su casa. Una lluvia de grava choco contra el lateral del vehiculo al dar un frenazo. Al cabo de unos segundos, habia apagado el coche y saltado al suelo.
Ella todavia buscaba su top en el asiento de atras cuando abrio la portozuela.
– No vas a necesitarlo -tomandola de la cintura la saco de la camioneta.
Si bien la casa estaba apartada y el patio desierto, ella se tapo los pechos con las manos mientras la conducia sobre la hierba. Ella vio su amplia sonrisa con el reflejo de la solitaria luz que iluminaba el porche y se dio cuenta de que el presentaba la misma imagen que en las primeras escenas de la pelicula, con el pecho desnudo y la cremallera de los vaqueros abierta. El sordo ruido de sus botas en las escaleras del porche de madera ahogaba por completo el ligero golpeteo, mas suave, de sus sandalias. Metio la llave en la cerradura y, cuando abrio la puerta, la condujo bruscamente dentro de la casa.
La llevo al dormitorio con una urgencia que la emociono y asusto a la vez. Le encantaba ver cuanto la deseaba, pero tambien sabia que lo podia acabar ahuyentando. Siempre habia sido algo torpe en las actividades fisicas y seguramente esta no seria la excepcion. Miro fijamente la cama de la
– Es demasiado tarde para dudas, carino. Me temo que hace dos semanas que pasamos el punto de no retorno. -Se sento en la cama y se quito bruscamente las botas y los calcetines. Su mirada vago sin rumbo hasta la tira de su tanga que se veia a traves de la cremallera abierta de sus pantalones cortos.
La empalagosa feminidad del dormitorio lo deberia hacer menos intimidatorio, pero sin embargo nunca le habia parecido tan abrumador, tan completamente masculino. Su excitacion se transformo en ansiedad. Lo miro a los ojos y solo pudo preguntarse como se habia metido en ese lio. ?Como habia llegado a estar a punto de ofrecerse a un deportista mundano y millonario que era perseguido por las mujeres mas bellas del mundo?
Y luego el le sonrio, y sus dudas desaparecieron al tiempo que su corazon se llenaba de amor. Se ofrecia a el porque queria. Creaba recuerdos que la acompanarian el resto de su vida. El tendio su mano y ella camino hacia el.
Los dedos que la envolvieron fueron firmes y reconfortantes.
– Todo ira bien, carino.
– Lo se.
– ?Lo sabes? -Cogiendola por las caderas, la atrajo hasta situarla en medio de sus muslos abiertos.
– Aja. Ya me dijiste que nada se te resiste.
– Cierto, carino. Dejalo en mis manos. -Acerco sus labios al pecho de Gracie y metio las manos dentro de sus pantalones cortos para deslizarlos hacia abajo junto con sus bragas. Ella coloco una mano en su hombro y se libero de la tela de encaje, contenta de estar libre de ella, sintiendose como una mariposa que finalmente se escapada de una crisalida que la habia mantenido cautiva demasiado tiempo. Bobby tom centro la mirada en el nido de rizos cobrizos de entre sus piernas. Cogiendolo por el brazo, tiro fuertemente de el hasta que se levanto.
Cuando el se puso de pie, ella deslizo sus dedos sobre la cinturilla de sus vaqueros, que colgaban a la altura de las caderas, y descubrio que el no habia bromeado cuando le dijo que no llevaba calzoncillos. Le temblaron las manos y vacilo.
El la tomo por la nuca y agilmente enredo los dedos entre sus rizos.
– Venga, carino. No te preocupes.
Sintio la boca seca cuando lentamente tiro con fuerza del tejido suave de los vaqueros. Mirando al suelo, ella se arrodillo. Con infinita lentitud, ella deslizo los vaqueros sobre sus caderas y sobre sus muslos firmes hasta sus tobillos. El los aparto de una patada. Sintiendo la anticipacion, ella se sento sobre las pantorrillas.
Levantando la mirada de las cicatrices en su rodilla, se paro a la altura de sus caderas.
– Oh, Dios mio…
No habia esperado que fuera tan imponente, tan dominante. Abrio la boca sin poder apartar la vista. Era magnifico, mucho mas de lo que ella habia supuesto. Era increible tener algo que empujara tan atrevidamente. Arrugo la frente, pero se nego a dejar que el tamano la preocupara. De alguna manera el se las arreglaria para que ella lo acomodara.
– Esto va a ser un desastre -murmuro el.
Levantando la cabeza rapidamente le lanzo una mirada herida. Un rubor rojo quemo su piel. Mortificada, se puso rapidamente de pie.
– ?Lo siento! No queria mirar tan fijamente. Yo…
– ?No, carino! -La envolvio entre sus brazos y se rio entre dientes-. No eres tu. Soy yo. Me pones tan cachondo cuando me miras asi que corremos el peligro de que se nos vaya todo de las manos en diez segundos.
Ella se sintio tan aliviada de no haber hecho nada mal que una risita subio por su garganta.
– Supongo que entonces, tendriamos que volver a empezar, ?no?
– Gracie Snow, te estas convitiendo en una autentica lasciva ante mis ojos. -Paso la cadena del anillo de la Super Bowl sobre su cabeza-. Esta es, definitivamente, mi noche de suerte.
Comenzo a besarla otra vez. Sus manos estaban por todo su cuerpo, amasando sus nalgas y frotandola contra el. Ella se regocijo de la sensacion de su piel desnuda contra la suya. Envolvio los brazos alrededor de su cuello y los elevo hasta rozar con la punta de los dedos la cortina de encaje que colgaba del dosel. El recorrio su espalda libre, la tendio sobre la colcha, y la coloco en medio de la cama de la Bella Durmiente. Pero el no era un principe de cuento de hadas con solo besos castos en la mente.
Ella enlazo su mirada con la de el y lentamente abrio las piernas, ofreciendose feliz. El sonrio y se tumbo al lado de ella en la cama, pasando la palma de la mano por su vientre.
– Tienes clase, carino.
Inclinando la cabeza, la beso otra vez, arrastrando los dedos entre los rizos sedosos, luego los bajo mas para acariciar el interior de sus muslos. Comenzando a torturarla con sus caricias, acercandose mas y mas, pero sin tocarla donde mas necesitaba.
Ella perdio el control, arqueandose contra su mano, tensando cada uno de sus musculos.
– ?Por favor! -susurro sin aliento contra sus labios-. No te detengas…
– No lo hare, querida. Creeme, no lo hare.
El la abrio, y su respiracion se transformo en un sollozo cuando el rozo sus pliegues con la yema del dedo. Se estremecio de pies a cabeza. Metio un dedo dentro de ella, y, de golpe, ella exploto con un grito.
El la abrazo mientras temblaba en su extasis. Tan pronto como se calmo y lo sintio, todavia rigido, contra su cadera, tuvo ganas de llorar. Todo lo que habia querido era dar, no tomar.
– Lo… lo he echado todo a perder. Lo… lo siento tanto. Sabia que lo estropearia. -Se trago un sollozo-. Queria que… fuera perfecto, pero nunca he sido buena en las cosas fi…fisicas. Nadie me queria en su equipo, y ahora ya sabes porque. Soy un desastre… y tu… tu no lo eres. Lo he… arruinado todo. -Estaba tan afligida por su orgasmo prematuro que apenas sintio sus labios moviendose sobre su sien.
– Nadie puede ser habil en todo, carino. -Su voz tenia un deje extrano y sofocado.
– ?Pero queria tanto… ser buena en esto!
– Entiendo. -El se coloco encima de ella y abrio mas sus piernas con las suyas-. Algunas veces hay que aceptar los defectos. Abrete un poco mas, carino.
Era lo minimo que podia hacer por el.
Otra vez, ella sintio el roce de sus manos en los muslos, y luego su dedo invasor. El gimio.
– Eres tan estrecha.
– Lo siento. Eso es porque nunca… -Se quedo sin aliento cuando comenzo a mover el dedo lenta y ritmicamente, acariciandola interiormente y provocando ardientes sensaciones. La exploro con sus habiles e