seguida inmediatamente por una sensacion de culpabilidad.

– Dame el jabon -murmuro el, su voz fue tan suave como una caricia, mientras sus pulgares trabajaban los musculos de sus hombros-. Esta a tu derecha.

– No, yo…

Para su sorpresa, el hundio los dientes en la curva de su cuello. La mordio alli, sin dolor, pero con la suficiente fuerza como para recordarle quien tenia el mando. Ella recordo que los sementales frecuentemente mordian a las yeguas que cubrian, a veces incluso hacian sangre a su pareja. Al mismo tiempo, una voz oscura le susurraba que ella solo tenia que levantarse del agua para que la dejara ir. Pero la voz era demasiado lejana como para que le hiciera caso mientras Way recorrian sus hombros y sus pechos con las palmas de sus manos.

– Reclinate -murmuro el-. Dejame tocarte.

Habia debido de coger el jabon el mismo porque sus manos estaban resbaladizas y las sensaciones que despertaba era tan exquisita que le escocieron los ojos por las lagrimas. No queria traicionar a Hoyt. No queria que fuera tan bueno, pero hacia demasiado tiempo y cuando sus manos calientes y jabonosas rodearon sus pechos, no se pudo resistir. Se permitiria disfrutar de la intima caricia por un momento, luego se distanciaria.

Su mano fue de un lado a otro, acercandose mas y mas a los nucleos de su pasion. Su respiracion se hizo ligera. El rozo sus pezones, luego los apreto con fuerza entre sus dedos y empezo a masajearlos como habia hecho con sus pies. La sensacion fue deliciosa y familiar, como si oyera su cancion favorita despues de mucho tiempo. Se habia olvidado de lo maravilloso que era. Su cuerpo se volvio mas pesado y languido hasta que parecio fusionarse con el de el.

El abandono sus pezones y volvio a hacer perezosos circulos alrededor de sus pechos, bromeando suavemente hasta que otra vez llego a las puntas, para apretarlas con fuerza y soltarlas. Ella se retorcio contra el. El rodeo los pechos otra vez. Esta vez ella gimio cuando alcanzo sus pezones y los apreto entre sus dedos.

Su respiracion era ahora mas pesada, y sentia como su cuerpo se hinchaba de deseo. Besando su oreja, la elevo sobre sus muslos, con la espalda todavia contra su pecho. Sintio como sus labios tiraban con fuerza de la oreja. Comenzo a lamerla alli, en la piel de detras del pendiente y temblo ante la sensacion poco familiar. No podia acordarse si Hoyt habia hecho eso alguna vez, pero cuando trato de recordar, sus pensamientos se perdieron.

El separo sus piernas e introdujo sus rodillas entre ellas. Sus manos jabonosas pasaron de sus pechos al interior de sus muslos. Ella no entendio lo que el pretendia cuando movio sus cuerpos, abriendo mas sus muslos y acercando sus caderas al borde de la banera. Entonces, sintio el chorro de agua cayendo sobre ella a borbotones.

Se quedo sin aliento y casi salto de su regazo, tratando de escaparse del chorro de agua que salia de una de las boquillas de un lateral de la banera.

Ella escucho su risa diabolica en su oreja, suave y seductora.

– Relajate, Suzy. Goza.

Y, Dios la perdonara, ella gozo.

El jugo con sus pechos, mordisqueo sus orejas y hombros con sus dientes, chupo suavemente el tierno musculo de su cuello. Cambio su cuerpo de posicion a fin de que el chorro de agua, la golpeara a ella o a el. Ella perdio todo control de si misma y ni siquiera se le ocurrio protestar cuando el se introdujo dentro de ella desde atras y dejo que el agua cayera donde estaban unidos. Ella trato de moverse sobre el, pero no se lo permitio. Y cada vez que estaba a punto llegar al climax, el se detenia lo suficiente para que no ocurriera.

Ella comenzo a sollozar.

– Por favor…

– ?Que quieres? -murmuro el mientras se introducia mas profundamente.

– Por favor, deja… dejame…

– ?Quieres que se repita, Suzy? ?Es lo que quieres? ?Quieres mas?

Su tierno canturreo avivo su excitacion.

– Si… si… -Ella le rogaba, pero lo necesitaba tanto que no se podia detener.

Su voz era suave, ronca y tierna.

– Todavia no, amor. Todavia no.

Ella sollozo cuando el la elevo apartandola de el. Ella trato de volver a sus brazos, pero el se levanto. A la luz tenue, ella podia ver su silueta y su miembro duro y grueso. Instintivamente, ella se puso de pie y le abrazo, desvergonzada y descarada, olvidando que ese hombre no era su marido y ella no habia deseado eso.

El gimio y cogio su muneca.

– Un momento. Solo un momento.

El salio del agua y puso la bata sobre su cuerpo mojado. Sin molestarse en atarla, la saco de la banera y la envolvio en una toalla. Entonces la tomo entre sus brazos y la llevo al dormitorio como si ella fuera una virgen yendo al lecho nupcial.

Ella apreto la cara contra su hombro cuando el entro en la habitacion debilmente iluminada. No queria verlo, no queria recordar quien era el ni quien era ella ni que estaba a punto de traicionar a su marido. ?Que hacia ella a punto de perderse en la inconsciencia sexual en brazos de un desconocido?

– No enciendas la luz. -Necesitaba que la oscuridad ocultara la verguenza de lo que ese hombre despertaba en ella, sobre todo cuando no era capaz de resistirse.

El se detuvo. Ella levanto la cabeza para mirarlo y vio que su pelo estaba mojado y su expresion era insondable.

Esperaba que la dejara sobre la cama, pero en lugar de eso, la llevo en la direccion opuesta, hacia una puerta que no habia advertido antes. Ella lo observo inquisitivamente, pero no la miro. El empujo la puerta entreabierta con el pie y entro.

Para su sorpresa, la habia metido en un gran vestidor. Habia filas de trajes caros y camisas a medida, botas y sombreros ordenados, un monton de vaqueros y de camisas vaqueras. Intoxicantes aromas masculinos la envolvieron: colonia, cuero y el olor a limpio que desprendia la ropa lavada. La dejo sobre el suelo enmoquetado e inmediatamente cerro la puerta a sus espaldas. Rapidamente descendio entre ellos una oscuridad tan espesa que ella contuvo el aliento.

Su voz llego a ella ronca y peligrosa:

– Sin luz.

Cuando el tiro de la toalla, esta cayo. Luego el se debio echar hacia atras, porque ya no la tocaba.

Pasaron los segundos. Su corazon comenzo a latir a toda velocidad. Ella permanecio desnuda en la oscuridad, sin saber con certeza lo cerca que el estaba. Incluso el sonido de su respiracion era sofocado por el distante zumbido del aire acondicionado. La oscuridad la desorientaba. Era demasiado densa y absoluta. Penso en muerte y tumbas. Se giro y luego se giro otra vez, pero el movimiento fue un error porque perdio la orientacion. Se llevo la mano a la garganta luchando contra la histeria creciente.

– ?Way?

Nada.

Dio un paso involuntario hacia atras. La ropa rozo su cuerpo desnudo. Se esforzo en oir el sonido de su respiracion, cualquier movimiento, cualquier chasquido, cualquier cosa.

De la nada, surgio una mano que toco su muslo. Dio un salto del susto. Porque no podia ver ni oir nada y la mano parecio incorporea, como si proviniera de un amante obsesivo, que no fuera humano, sino demoniaco. Rozo sobre el parche en su cadera, y ella se tenso. Siguio, tocandola en la cintura, subiendo hacia su pecho, acariciandola hasta torturar sus pechos.

Ella ya no podia permanecer sumisamente delante de este amante demoniaco. Teniendolo al alcance de sus manos, sabiendo donde estaba. Toco su pecho y se dio cuenta de que se habia quitado la bata. El vello de su pecho era suave bajo sus dedos. El pecho de Hoyt no habia sido tan peludo y la extraneza ante ese cuerpo aumento su oscura fantasia de que estaba con un diablo. La forma de sus musculos bajo sus manos se sentia extrana, diferente a lo que habia tocado durante tres decadas. Estaba sola en ese espacio cerrado y oscuro con un amante demoniaco y su decadente cuerpo suplicaba silenciosamente su contacto.

A pesar de la amenaza de la condenacion eterna, sus manos comenzaron a vagar por el, conociendo el cuerpo de ese diablo por el tacto. Su piel ya no deberia estar humeda del bano, pero lo estaba, humeda y caliente. Bajo las yemas de sus dedos, se contrajeron sus musculos y, por primera vez pudo oir la pesadez de su respiracion. Ella dejo vagar sus manos, tocandole alli, donde no lo habia hecho antes, recorriendolo, avida de deseo. Comprobo su peso y su espesor, acariciandolo.

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