la segunda vez que hicieran el amor seria igual de explosivo?

No importaba si eso era lo que queria o no. Porque ella no lo queria. De ninguna manera.

Maldita sea, si que lo queria. Desesperadamente. Queria sentir su cuerpo contra el de ella, penetrandola. Saborear sus besos. Acariciarle sus preciosos musculos. Descubrir si todo habia sido real o solo un producto de su imaginacion.

Pero caer en esa tentacion no era buena idea. Solo porque fuera un hombre divertido e inteligente, no significaba que fuera su tipo. Pero tampoco era que tuviera que casarse con el.

No habia nada de malo en que Evan apagara el fuego que el mismo habia encendido. No, no habia nada de malo, pero ella tampoco estaba convencida de que fuera una buena idea.

Respiro hondo, adopto una postura distante y entro en la zona oeste del edificio. Despues tomo el ascensor hasta la quinta planta, donde se encontraban los despachos de direccion. Tras recordarse que debia permanecer tranquila, llamo a la puerta donde habia una placa con el nombre de Evan. Segundos mas tarde, al abrirse la puerta, toda su tranquilidad se vino abajo.

Esperaba encontrarlo con su aburrido traje de chaqueta y corbata, y no con una camiseta negra que resaltaba sus hombros y con unos pantalones vaqueros que, a juzgar por lo desgastados que estaban, debian ser sus favoritos. Evan estaba muy sexy y tenia un aspecto delicioso.

– Tenemos que hablar -dijo el, y abrio la puerta del todo.

Ni siquiera le habia dicho «hola». Idiota arrogante. ?Y habia pasado tres dias fantaseando con el? De hecho, se alegraba de que hubiera sido tan brusco, porque habia conseguido apagar las llamas que el mismo habia encendido.

Lacey alzo la barbilla y entro en el despacho. Despues, se volvio para mirarlo y se cruzo de brazos. Al ver como cerraba la puerta, no pudo evitar fijarse en su trasero. Y recordo lo mucho que le habia gustado acariciarselo. Entonces, el se volvio y se apoyo contra la puerta, mirandola con una expresion inteligible.

Cuando el silencio empezaba a incomodarla, ella dijo:

– ?Querias hablar? Bueno, te escucho.

El la miro durante varios segundos, fruncio el ceno y le pregunto:

– ?Como estas, Lacey?

Ella pestaneo.

– Bien. ?Y tu?

– No estoy seguro. Los ultimos dias han sido extranos. Me preguntaba si te habia ocurrido algo extrano desde que nos vimos la ultima vez.

«Si, no puedo dejar de pensar en ti», penso. Entonces, se estremecio al recordar los pequenos desastres que le habian ocurrido durante los tres ultimos dias.

– Alguna cosa, supongo que si -admitio.

– ?Como que?

– Se me ha pinchado una rueda.

– A mi tambien.

Ella se estremecio de nuevo.

– Se me ha roto el lavavajillas.

– A mi, la nevera.

– Creo que algun nino metio una cera de color rojo en la secadora de la lavanderia de mi edificio y se me ha estropeado un monton de ropa.

– En la tintoreria me han perdido todos los trajes y las camisas.

– Las ventas han bajado en la tienda.

– Dos clientes han decidido no renovar los contratos.

Lacey dejo el bolso en el suelo.

– Veamos… El temporizador de mi horno se paro y se me quemaron dos hornadas de galletas. Se me rompio el tacon de mis sandalias favoritas en el supermercado, me cai sobre las naranjas y tire un monton. Me olvide las llaves dentro de casa, se me cayo el correo a un charco y he tenido algunos suenos extranos -«contigo. Y eran suenos eroticos», penso-. ?Ya ti?

– El microondas se ha vuelto loco y, al abrirlo, salpico toda la comida por la cocina. Sasha ha decidido que le gusta el sabor a piel y ha mordisqueado todos los pares de zapatos que tengo. Se me han quedado las llaves dentro de casa y mi vecino, que tiene una copia, no estaba. Sasha tambien ha mordisqueado algunas de mis cartas.

Asombrada, Lacey dio unos pasos hacia atras y se apoyo en el escritorio.

– Es muy extrano.

– Lo es -convino el.

Ella solto una carcajada.

– Al menos no has tenido suenos extranos.

– Oh, si que he tenido suenos. Pero no creo que empleara la palabra «raros» para describirlos.

– ?Y cual emplearias?

El la miro de arriba abajo y dijo:

– Eroticos.

De pronto, Lacey sintio que se incendiaba por dentro. Antes de que pudiera contestar, el se acerco a ella despacio.

– ?Quieres saber quien era la protagonista de mis suenos, Lacey?

Tuvo que tragar saliva para encontrar la voz.

– ?Carmen Electra?

El reprodujo el sonido de un timbre de concurso de television.

– Respuesta equivocada -se detuvo a poca distancia de ella. Lacey se agarro con fuerza al escritorio para no caer en la tentacion de tocarlo. -Tu -dijo el, con ardor en la mirada-. Tu eras la mujer que aparecia en mis suenos.

Aunque sabia que lo mejor era no decir nada, no pudo aguantar la curiosidad.

– ?Y en tus suenos aparecia un barco pirata del siglo XIX?

El asintio despacio.

– Yo era el capitan.

– Y me secuestraste de mi casa.

– Porque me pertenecias.

– Me cortaste el vestido. Con tu punal.

– Te gusto.

– No tenia nada mas que ponerme.

– A los dos nos gustaba eso.

– Me hiciste el amor -susurro ella.

– Cada vez que tenia la oportunidad.

– Cada vez que podias -dijo, y sintio que una ola de calor la invadia por dentro al recordar lo que ella habia sonado. Evan sobre ella, debajo de ella, dentro de ella, acariciandola con las manos y la boca…

El la miro a los ojos.

– Quiza, todo lo demas pudiera ser una coincidencia, pero ?que hayamos sonado lo mismo? Eso me convence de que mi idea se confirma.

– ?Que idea? -pregunto, confiando en que tuviera algo que ver con que ese sueno se convirtiera en realidad. Deseaba acariciarlo, pero tenia miedo de que una vez que empezara, no pudiera parar. ?Era por eso por lo que el no la habia tocado? ?Tenia miedo de lo que sucederia si lo hiciera? ?Tenia el mismo dilema que ella?

En lugar de contarle su idea, le dijo:

– Hoy he ido a visitar a Madame Karma.

– ?De veras? ?Por que?

– Queria hablar con ella sobre mi racha de mala suerte. No parecia nada sorprendida, y me ha dicho que era porque estaba luchando contra el destino. Suponia que tu habrias sufrido una serie de eventos similares. Y por lo que me has contado, tenia razon.

– ?Te ha hecho alguna sugerencia?

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