Sin duda, Evan Sawyer tenia un cuerpo estupendo. Pero Madame Karma estaba loca por sugerir que el era el hombre de su vida.

«?Guau!».

Por desgracia, esa exclamacion era todo lo contrario a la manera que debia reaccionar ante el.

Entonces… ?Que diablos iba a hacer al respecto?

Capitulo 4

Evan se dirigio a por el bolso de Lacey y agradecio las duchas de agua fria que recibio por el camino.

?Que diablos le estaba sucediendo?

Era una pregunta ridicula, porque sabia muy bien lo que le estaba sucediendo. El problema era que todavia podia sentir la huella de Lacey sobre su cuerpo. Todavia veia la expresion de su mirada y recordaba la erotica sensacion de su cuerpo mojado deslizandose contra el suyo. Recordaba el aroma de su piel humeda, una mezcla de azucar y flores que no deberia parecerle atractivo ni sexy pero que, sin embargo, se lo parecia.

No recordaba cuando habia sido la ultima vez que se habia excitado tan deprisa. Solo con mirarla a los ojos y con fijarse en sus labios humedos y sensuales, habia pasado de cero a cien en un segundo. Una reaccion fisica que ella habia percibido. Que el no habia podido detener. Y que no sabia como explicar.

Sin duda, era una mujer atractiva. ?Pero por que tenia que ser la mujer que conseguia hacerlo enfadar la que mas lo excitaba?

Apreto los dientes. Todo ese lio era culpa de la adivina. Desde que le habia leido el futuro no habia sido capaz de olvidar sus palabras. Y era una locura, porque el no creia en ese tipo de cosas. El hecho de que Madame Karma hubiera adivinado muchas de las cosas acerca de su pasado y su presente solo se debia a que sabia como manipular al cliente. Todo lo que le habia dicho podia aplicarse al noventa por ciento de la poblacion. A los treinta y dos anos, todo el mundo habia pasado momentos dificiles y habia tenido problemas en las relaciones de amor.

Y lo que le habia dicho sobre el futuro… Suspiro con incredulidad. Un monton de tonterias sobre su aura y sobre que tenia a su media naranja delante de sus narices.

Lacey Perkins.

Una extrana sensacion se habia apoderado de el al oir sus palabras. El le habia dicho a la mujer que estaba equivocada, pero ella lo habia mirado con sus penetrantes ojos oscuros y habia insistido, diciendole que tanto su aura como las cartas indicaban que Lacey Perkins era la mujer de su vida.

Vaya monton de tonterias.

Se agacho para recoger el bolso y recibio otra ducha del aspersor mas cercano. Gruno, se puso en pie, y coloco el bulto mojado bajo su brazo. Regreso a Constant Cravings, donde Lacey lo estaba esperando. De pie, bajo la luz de la luna llena y con un aspecto tan sexy y ardiente que el no sabia si podria soportarlo.

El hecho de que no pudiera dejar de pensar en ella era consecuencia del poder de la sugestion. Madame Karma le habia dicho que Lacey y el eran compatibles mental, emocional y sexualmente, y el no era capaz de quitarse la idea de la cabeza. Como cuando a alguien se le pega una cancion y no puede dejar de tararearla.

?Cuanto tiempo tardaria en dejar de pensar ese tipo de cosas sobre Lacey? Pensaba en quitarle la ropa mojada y en besar sus labios sensuales. Aunque, si era sincero, habia pensado en desnudarla mucho antes de aquella tarde. Desde el dia en que ella le pregunto si le apetecia un Lento Viaje Hasta El Placer. Por fortuna, hasta ese momento, habia podido dejar de lado ese pensamiento. La mayor parte del tiempo.

Se fijo en ella y en como la ropa mojada se pegaba a su cuerpo como si fuera una segunda piel. La imagen hizo que estuviera a punto de resbalar, y no precisamente porque la hierba estuviera mojada. Si conseguia mantener las manos alejadas de ella, seria un autentico milagro.

Sin duda, el unico motivo por el que empezaba a perder la cabeza era porque ella estaba mojada. Habia algo en las mujeres mojadas que hacia que el experimentara todo tipo de fantasias. En cuanto estuviera seca, todo volveria a la normalidad. Probablemente.

Al llegar junto a ella, le entrego el bolso empapado.

– Gracias -murmuro ella.

En cuanto Lacey abrio la puerta, el la tomo en brazos otra vez y trato de no pensar en lo maravilloso que era sentirla pegada a su cuerpo.

– No hace falta que me lleves -dijo ella, pero su protesta no parecia sincera. De hecho, habia hablado con una voz ronca y sexy.

El la miro y, al ver sus ojos grandes, sus labios sensuales, y su cabello rizado y mojado, se sintio cautivado.

Hizo un esfuerzo para dejar de mirarla y entro en la tienda, cerrando la puerta tras de si con un pie.

– Puede que no sea necesario llevarte en brazos, pero te he traido hasta aqui y no me morire por unos pasos mas -no era del todo verdad, porque sentir el cuerpo de Lacey contra el suyo lo estaba matando. Se aclaro la garganta y continuo-. Vamos a ver que pasa con ese tobillo. Despues hablaremos sobre si puedes o no caminar sin ayuda.

Se dirigio a un sofa de cuero que estaba junto a la puerta, pero Lacey nego con la cabeza, rociandolo con gotas de agua.

– Ahi no. No quiero estropear el sofa. En el mostrador estare bien.

El obedecio y la sento junto a la caja registradora.

– ?Donde esta la luz?

– Junto a la puerta, en el lado derecho.

Evan regreso a la puerta y acciono el interruptor. Cuando regreso al mostrador, Lacey se habia quitado el zapato y se habia arremangado el pantalon. Con la pierna estirada, comenzo a mover el tobillo de manera circular.

El se fijo en la piel mojada de su pierna. Incluso su pie, y sus unas pintadas de rojo, le resultaba sexy.

Se obligo a desviar la mirada, pero no le sirvio para tranquilizarse. Lacey tenia la blusa empapada y se le pegaba al cuerpo como si fuera papel de celofan. A traves de la tela se le veia el sujetador de encaje y la sombra de sus pezones erectos. Inmediatamente, Evan noto que toda la sangre de su cuerpo se desplazaba a su entrepierna.

Dos segundos antes tenia frio. Y en ese momento, se sentia como si le saliera vapor de los poros de la piel.

«Ya basta», se amonesto, al mismo tiempo que se obligaba a mirar hacia su tobillo.

– ?Como esta? -«dura y dolorosa», una voz interior contesto a su propia pregunta y el la mando callar en silencio.

– Apenas me duele, Mira -movio el tobillo-. Ni siquiera se ha hinchado. Creo que lo que mas me he herido ha sido el tobillo. Al menos estoy contenta de no haber llevado una falda cuando me cai de espaldas.

– Ya -«porque te habria visto el trasero», penso el. ?Y que clase de ropa interior llevaba? ?Algo de encaje a juego con el sujetador? O quiza no llevara ropa interior…

– Evan, ?estas bien?

«No».

– Si -contesto.

– ?Estas seguro? Pareces… colorado.

– Es la luz que hay aqui. Y el cansancio de haberte llevado en brazos.

– ?Insinuas que estoy gorda?

– ?Por que las mujeres siempre haceis preguntas como esas?

– ?Por que los hombres siempre haceis comentarios que puede interpretarse asi?

– No estaba insinuando nada. Y no estas gorda. Estas…

– ?Que?

«Estupenda. Sexy. Haces que mi corazon lata con tanta fuerza que tengo miedo de que me rompa las costillas».

– ?Buscas que te diga un cumplido, Lacey?

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