Victoria se planto las manos en las caderas y clavo la mirada en el doctor Oliver, que parecia petrificado y cuya expresion resultaba absolutamente indescifrable… aunque lo cierto es que no detectaba en ella ni un atisbo de la culpa que cualquier persona decente habria sentido de haber sido sorprendida en semejante situacion.
Arqueando una desdenosa ceja, la joven dijo:
– No negare que en mas de una ocasion he deseado verle de rodillas. Sin embargo, en mi imaginacion siempre le he visto arrodillarse ante mi… y no ante mi maleta.
Sin apartar la mirada de ella, Nathan se levanto lentamente. En lugar de mostrar un apice de verguenza, tuvo la audacia de saludarla con un guino.
– Vaya, asi que ha estado pensando en mi.
– Le aseguro que sin el menor afecto.
Nathan respondio al comentario con una mueca de dolor.
– Me hiere usted, senora.
– No, aun no. -La mirada de lady Victoria se poso con inconfundible elocuencia en el atizador de la chimenea-. Aunque eso podria arreglarse.
El nego con la cabeza y chasqueo la lengua.
– No tenia la menor idea de que abrigara usted tan violentas tendencias, mi senora. En cuanto a arrodillarme ante usted, me temo que eso es algo que sus ojos jamas veran.
– Nunca diga de este agua no bebere, doctor Oliver.
Nathan respondio con un ademan despreciativo.
– Estoy convencido de que no es una gran perdida, ya que sin duda esta usted muy acostumbrada a que los hombres desempenen el papel de sus adoradores esclavos.
Victoria oyo un sonido amortiguado y se dio cuenta de que era su zapato repiqueteando contra la alfombra. Se obligo a mantener quieto el pie y fijo en el doctor su mirada mas glacial.
– Mis admiradores no son asunto suyo. Y no piense ni por un momento que su transparente tactica para desviar mi atencion de su ultrajante comportamiento ha surtido efecto, ?Que hacia revolviendo mis cosas?
– No estaba revolviendolas.
– ?Ah, no? ?Y como lo llamaria usted?
– Simplemente buscaba.
– ?Que es lo que buscaba?
Por respuesta, el insufrible rufian se limito a lanzar una significativa mirada a la maleta de lady Victoria, que descansaba a los pies de su duena.
– Interesante material de lectura el que esconde en su equipaje, lady Victoria.
El calor bano el rostro de Victoria hasta que no le cupo duda de que se habia sonrojado. Antes de poder recuperarse e inflingirle el correctivo que Nathan se merecia con creces, el se le adelanto:
– Creia que las jovencitas como usted leian solo torridas novelas y poesia bobalicona -dijo con voz sedosa.
De nuevo Victoria tuvo que obligarse a mantener inmovil el pie, aunque esta vez para no propinar un raudo puntapie a Nathan.
– ?Las jovencitas como yo, dice? Vaya, vaya… asi que no solo ladron, sino ademas encantador. Y, en caso de que no haya reparado en ello, cosa en absoluto sorprendente, dado que sus poderes de observacion dejan mucho que desear, ya no soy ninguna jovencita. Soy una mujer.
Algo destello en los ojos de Nathan. La mirada del medico cayo a los pies de Victoria y desde alli ascendio trazando una lenta y evaluadora lectura como la que ningun caballero decente osaria prestar a una dama. Una hormigueante sensacion de calidez que sin duda era ultraje se encendio en los pies de Victoria, y fue abriendose camino cuerpo arriba conjuntamente con la mirada de Nathan hasta que casi sintio el calor en las raices de sus cabellos. Cuando el termino de recorrerla con los ojos, las miradas de ambos se encontraron. El brillo encendido que iluminaba los ojos del doctor la dejo sin aliento.
– Mis poderes de observacion estan en perfecto estado, lady Victoria. Sin embargo, he terminado ya con estos juegos. -Entrecerro los ojos-. ?Donde esta?
– ?A que se refiere?
– Deje de hacerse la timida. Sabe muy bien de lo que estoy hablando. La nota que lleva oculta en el relleno de la maleta. La correspondencia me pertenece. Demela. Ahora. -Tendio la mano con gesto imperioso y ella cerro los dedos sobre la suave tela de su vestido para evitar apartarsela de un manotazo.
– Habrase visto semejante descaro. No solo entra a hurtadillas en mi habitacion…
– La puerta estaba abierta.
– … y toca mis enseres personales…
– Solo muy brevemente.
– … ?sino que me acusa de robarle algo! ?Por que no se llevo la nota que segun dice es propiedad suya la primera vez que registro mi habitacion?
La mirada de Nathan se afilo al instante y bajo la mano.
– ?La primera vez? ?De que me habla?
Victoria puso los ojos en blanco.
– Creia que habia dicho que se habian terminado los juegos. ?Acaso no me he explicado con suficiente claridad?
Nathan salvo la distancia que les separaba con una larga zancada y la agarro de los antebrazos.
– Esto no es ningun juego. ?Me esta diciendo que alguien ha registrado hoy su habitacion?
El calor que desprendian sus dedos parecio quemarla a traves de la fina tela del vestido. Victoria se libero de un tiron de las manos de Nathan y dio un paso atras.
– Si, eso es precisamente lo que estoy diciendo. Como si usted no lo supiera. -La ira que la embargaba casi le hizo olvidar la sensacion de calor que la impronta de los dedos del medico habia dejado en ella. O casi-. Digame, ?se impone usted a todos sus invitados de este modo tan impropio, o soy yo la unica afortunada?
– ?Como sabe que alguien ha registrado su habitacion? -pregunto Nathan, haciendo caso omiso del sarcasmo de lady Victoria, asi como de su pregunta.
– Tengo la costumbre de ser muy precisa sobre donde y como dejo mis pertenencias. Obviamente alguien habia tocado mis cosas, y mi querida Winifred no tuvo nada que ver en ello. Supuse que habria sido alguna de las criadas de Creston Manor… hasta que le he pillado con las manos en la masa.
– Si sospechaba de alguna de las criadas de Creston Manor, ?por que no ha dado cuenta del incidente?
– Porque no he echado nada en falta. No me ha parecido motivo para instigar una investigacion que sin duda terminaria con alguna accion disciplinaria contra alguien cuya unica falta habria sido dejarse llevar por la curiosidad.
Aunque la expresion de Nathan no vario, Victoria percibio en ella la sorpresa al oir sus palabras. Decidida a sacar el mayor partido de su pequena ventaja, alzo la barbilla.
– He respondido a sus preguntas y exijo la misma muestra de cortesia por su parte… aunque sospecho que la palabra «cortesia» y usted poco tienen en comun.
– Ni siquiera ha empezado todavia a responder a mis preguntas. -Nathan senalo con la cabeza el armario de lady Victoria-. Esa maleta… ?es la unica que tiene?
– Por supuesto que no. Tengo una docena.
– ?Donde estan?
Fingiendo dar al asunto seria consideracion, lady Victoria se dio unos golpecitos en el menton y fruncio el ceno.
– Dos estan en la casa de Londres y tres en Wexhall Manor. ?O quiza haya tres en Londres y solo dos en el campo…?
Nathan dejo escapar un sonido grave que sono como un grunido.
– Aqui. ?Tiene otras con usted aqui, en Cornwall?
Victoria apenas logro reprimir una sonrisa al ver la frustracion del medico y abrio los ojos de par en par en un gesto de fingida inocencia.
– Oh, no. Esta es la unica que he traido a Cornwall.
Sin apartar de ella la mirada, Nathan bajo la mano y busco tras el. Con la maleta abierta contra su pecho, senalo el relleno desgarrado.