– ?Como ha ocurrido esto?

– Sin duda eso es algo que deberia explicarme usted.

Nathan avanzo un paso y Victoria tuvo que contenerse para no retroceder. Los ojos de el destellaron a la luz del fuego y un musculo se le contrajo en la mejilla.

– Lady Victoria -dijo empleando una voz enganosamente suave y sedosa-, esta usted poniendo severamente a prueba mi paciencia.

– Excelente. Odiaria pensar que soy la unica irritada.

Nathan fruncio los labios y Victoria casi pudo oirle contar hasta diez.

– Cuando he llegado, este relleno estaba ya desgarrado y habia sido torpemente reparado. -Hablo despacio, pronunciando cada silaba con esmerada precision, como si se estuviera dirigiendo a una nina, un hecho que enfurecio aun mas a Victoria-. ?Tiene usted idea de como sucedio eso?

– De hecho, si.

Nathan clavo en ella la mirada, esperando a que Victoria elaborara su respuesta al tiempo que su paciencia, normalmente tan equilibrada y fiable, se acercaba peligrosamente a su tenue fin. Ella siguio plantada delante de el con el menton alzado, las cejas arqueadas y los labios fruncidos, aparentemente tan impaciente como lo estaba el, cosa que por supuesto era del todo imposible, puesto que en ese instante Nathan habria apostado a que era el individuo mas impaciente en todo el condenado pais. Y eso no hizo sino fastidiarle aun mas, puesto que no se consideraba un hombre impaciente en ninguna de las facetas de su vida. Aun asi, habia algo en esa mujer que sacaba lo peor de el.

Tras espirar despacio y profundamente, dijo en un tono de voz perfectamente calmo:

– Cuenteme lo que sabe.

– Me temo que no se me da bien responder a ordenes imperiosas, doctor Oliver -objeto Victoria con tono altanero-. Quiza si formulara su peticion de forma mas cortes…

Las palabras de lady Victoria cayeron en el silencio, y Nathan se juro que antes de que la entrevista hubiera concluido sus dientes habrian quedado reducidos a simples trocitos.

– Se lo ruego -logro mascullar.

– Mucho mejor asi -dijo ella con tono remilgado-. Aunque no estoy segura de que merezca una explicacion despues de haber insultado como lo ha hecho mis habilidades con la aguja.

– ?Fue usted quien cosio el relleno?

– Asi es.

– ?Cuando?

– Esta misma tarde. -Victoria volvio a guardar silencio, aunque sin duda lo que vio reflejado en la mirada de Nathan la empujo a proseguir sin necesidad de ningun otro aviso-. Despues de refrescarme del viaje, mi tia y yo hemos salido a dar un paseo por los jardines… que, por cierto, son preciosos.

– Gracias. Prosiga.

– Ejem… Cierta cortesia, aunque bastante brusca. Como le decia, hemos dado un paseo por los jardines. Al volver a mi habitacion para prepararme para la cena, me he dado cuenta de que alguien habia estado en mi habitacion. Las alteraciones que he observado en mis cosas eran apenas sutiles: una arruga en el edredon, mi frasco de perfume que no estaba exactamente donde yo lo habia puesto, la puerta del armario cerrada en vez de unos centimetros abierta para ayudar a ventilar los vestidos, la cerradura del baul abierta. Si hubiera encontrado manipulada una sola cosa o solo una parte de la habitacion, habria atribuido lo sucedido a mi criada, pero habia senales de lo ocurrido en toda la estancia. Me he encargado de deshacer y ordenar mi equipaje antes de salir a pasear por los jardines, de modo que no habia razon alguna para que nadie tocara mi armario ni mi baul.

– Asi que llevo usted a cabo una investigacion para ver si faltaba algo.

– Si. Y no eche nada en falta. Ni siquiera algun objeto de mi joyero. Sin embargo, durante mi registro descubri una costura desgarrada en mi bolsa de viaje, cosa que me afligio sobremanera, pues la bolsa habia pertenecido a mi madre y es una de mis favoritas. Al examinar la bolsa con mas detalle, me di cuenta de que las puntadas eran sin duda obra de una mano extremadamente aficionada y no la de un reputado sastre ni la de mi madre, cuya mano era extremadamente competente con la aguja y el hilo. Lo cierto es que senti curiosidad y deshice las puntadas. Al terminar, registre el espacio que habia tras el relleno.

– Y descubrio una carta. -No fue una pregunta.

– Cierto.

«Maldita sea.»

– ?La leyo? -Tampoco es que importara, pues naturalmente Wexhall la habria escrito en codigo.

– Vamos, doctor Oliver, creo que aqui la pregunta pertinente es: ?Como sabia usted que habia una carta escondida en el relleno de mi equipaje?

Nathan la observo atentamente durante unos largos segundos. Maldicion, esa era una complicacion que no necesitaba. Ni deseaba. A decir verdad, no deseaba ni necesitaba nada de todo aquello. Tendria que haber estado en Little Longstone, atendiendo a sus pacientes, cuidando de sus animales, disfrutando de la pacifica existencia que tanto trabajo le habia costado construir. Pero ahi estaba, enfrentandose a una autentica arpia que tenia su nota y que, a juzgar por su expresion testaruda, no pensaba darsela facilmente.

Media docena de mentiras asomaron a sus labios, pero de pronto se vio embargado por una repentina y abrumadora fatiga. Dios, estaba cansado de mentir. ?Y por que iba a mentir? El servicio que habia prestado a la Corona habia concluido. Ya no tenia por que seguir fiel a su juramento de silencio. Que facil y liberador seria simplemente decir la verdad.

Sin dejar de observarla con suma cautela, dijo entonces:

– Se que la carta estaba alli porque iba dirigida a mi.

– ?Y por que una carta dirigida a usted iba a estar escondida en mi bolsa de viaje?

– Porque, como viajaba usted a Cornwall, era la via mas rapida para hacermela llegar.

– Si eso es cierto, ?por que estaba oculta? ?Por que no simplemente se me dio la nota con instrucciones para que se la entregara a mi llegada?

– Porque contiene informacion altamente secreta que solo debe ser leida por mi.

– ?Altamente secreta? Por sus palabras, cualquiera diria que se trata de una aventura de espias.

Al ver que Nathan no hacia nada por negar o confirmar su afirmacion, Victoria entrecerro los ojos y escudrino al medico.

– ?Insinua que es usted una especie de… espia?

– No insinuo nada. Lo afirmo.

Ella parpadeo.

– Que es un espia.

– Que era un espia -la corrigio Nathan, manteniendose fiel a su nueva politica de honradez-. Deje el servicio en activo hace tres anos, aunque me han reincorporado a el temporalmente.

Victoria le miro fijamente durante diez largos segundos. Luego arrugo los labios.

– Debe de estar de broma -dijo, intentando sin exito disfrazar su risa.

– Le aseguro que no -fue la envarada respuesta de Nathan.

Victoria se rio sin ambages.

– No esperara que me crea un cuento como ese.

– De hecho, no imagino por que no iba a creerme.

– En primer lugar, porque esta claro que es usted duro de oido. ?Donde se ha visto un espia con problemas de audicion?

– Mis oidos estan en perfecto estado.

Victoria dejo escapar un sonido claramente burlon.

– He entrado en la habitacion y me he acercado a usted, y ni aun entonces se ha dado cuenta de mi presencia hasta que he hablado.

Maldicion. Por culpa de la condenada Guia y de las imagenes eroticas que esta le habia inspirado.

– Estaba… ejem… distraido. -Y antes de que ella procediera a enumerar mas razones, dijo-: Hace tres anos me vi implicado en una mision que fracaso y que provoco mi dimision. La nota contiene informacion que podria proporcionarme la posibilidad de invertir el fracaso de la mision. -Y de recuperar lo que perdi, penso.

Sin duda todavia divertida, Victoria asintio alentadoramente e hizo girar su mano.

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