– Pero no puede ser tan estupida como para albergar rencor simplemente porque su padre no le dijo aquello que podria haber comprometido la seguridad de este pais.
– No, aunque no niego que me siento como una estupida… y resentida tambien… al darme cuenta de lo poco que conozco al hombre con el que me crie, al que creia conocer y comprender extremadamente bien. Estoy, sin embargo, muy enojada por el hecho de que no me haya informado de que podia correr peligro.
– Ya se lo he dicho… sabe cuidar de si mismo. Y de modo mas eficaz si se ve libre de tener que preocuparse por la seguridad de su hija. Su padre queria, necesitaba, que usted se marchara de Londres. Obviamente creia que usted no lo haria si en algun momento llegaba a conocer la verdad.
– No me ha dejado eleccion -dijo lady Victoria, encendida-. Merecia saberlo. Tener la oportunidad de ayudarle. Ser participe del autentico motivo por el que se me enviaba fuera de la ciudad. Saber que quiza tambien yo podia correr peligro. -Solto un bufido-. Al menos asi habria dispuesto de la oportunidad de prepararme. De ponerme en guardia. Pero, no, en vez de eso se me ha acariciado la cabeza y se me ha empujado al desierto, al cuidado de un hombre al que apenas conozco y al que hace tres anos que no veo, como si por el mero hecho de ser mujer estuviera indefensa. -Todo su comportamiento rezumaba testaruda determinacion-. Pues bien, ha cometido un error. Soy una mujer moderna. No permitire que se me aparte a un lado ni que se me trate como si fuera una pobre imbecil. He disenado un plan, y, a diferencia de usted y de mi padre, estoy mas que dispuesta a ser franca y compartirlo con ambos. Es un plan sencillo, un plan que incluso usted sera capaz de comprender. Tengo su nota. Se la devolvere si accede a incluirme en su mision.
– ?Y si me niego a acceder?
Una radiante sonrisa asomo a labios de lady Victoria.
– En ese caso, no se la devolvere. ?Lo ve? Ya le he dicho que es muy sencillo.
Nathan se aparto de la chimenea y se acerco despacio a ella como un gato salvaje que acechara a su presa. La sonrisa de Victoria se desvanecio y, lentamente, se aparto de el. Nathan siguio avanzando al ritmo de su retirada, desplazandose para acorralarla en el rincon… exactamente donde la queria, tanto fisica como estrategicamente. Victoria dio un nuevo paso atras y sus hombros golpearon contra el angulo donde las dos paredes se encontraban. Un destello de sorpresa le ilumino los ojos y a continuacion irguio la espalda y alzo una pizca mas el menton, con los ojos desorbitados pero enfrentandose a la mirada de Nathan sin el menor titubeo. Si Nathan no hubiera estado tan irritado con ella, habria admirado su valor al verse atrapada y luchando por salir airosa de la situacion. Victoria podia ser para el una indudable molestia, pero no era ninguna cobarde. Una gran sorpresa, pues Nathan habria apostado que ante la simple mencion de la palabra «peligro» la habria visto correr en busca de sus sales.
– No lograra intimidarme para que le entregue la nota dijo Victoria, empleando un tono de voz que no desvelaba el menor apice de temor.
Nathan planto una mano en cada una de las dos paredes, encerrandola en el parentesis de sus brazos.
– Nunca he tenido que intimidar a una mujer para que me de lo que quiero, lady Victoria.
La mirada de ella se poso en sus brazos, posicionados junto a su cabeza, antes de volver a su rostro.
– Nunca la encontrara.
– Le aseguro que se equivoca.
– No. Esta escondida en un lugar donde jamas podra localizarla.
Nathan oculto su victoria ante la inadvertida admision de ella de que la nota seguia intacta y de que no la habia destruido. Dejo descender lentamente la mirada y volvio a elevarla trazando con ella el contorno de sus formas femeninas. Cuando su mirada volvio a encontrarse con la de ella, dijo con suavidad:
– La lleva usted encima. La cuestion es averiguar si la lleva metida en una de sus ligas, o si… -Volvio a bajar la mirada hacia la elevacion de piel clara que se elevaba desde el cuerpo del vestido color bronce de Victoria-. ?Quiza la oculta entre sus pechos?
La expresion de perplejidad de la joven, sumada a su furioso acaloramiento, confirmo la exactitud de la suposicion.
– Jamas habia sido sometida a un escrutinio tan poco digno de un caballero -dijo, jadeante como si acabara de subir apresuradamente un tramo de escalera.
Nathan le acaricio despacio la mejilla con la yema del dedo, memorizando la sedosa textura de su calida piel y el sonido de su presurosa respiracion.
– Si piensa que va a convencerme de que el sonrojo carmesi que tine su piel es el simple resultado del ultraje propio de una doncella, me subestima usted, lady Victoria, y eso, sin duda, seria un error.
Victoria trago saliva.
– Por supuesto que me siento ultrajada -reconocio-. Y, ya que es obvio que no se da usted por enterado, le recuerdo que un caballero pide permiso para tocar a una dama.
– Jamas he afirmado ser un caballero. -Incapaz de resistirse, Nathan acaricio de nuevo ese tentador rubor con la yema del pulgar antes de volver a apoyar la mano contra la pared-. Prefiero pedir perdon despues… siempre que sea necesario… que pedir permiso antes.
– Que comodo para su conciencia… aunque mucho me temo que usted carece de ella.
– Todo lo contrario. De hecho, en este preciso instante es mi conciencia la que me esta invitando a preguntarle si me daria permiso para que la tocara.
– Por supuesto que no.
– Ah, ya ve usted por que mi metodo es mucho mas preferible.
– Si… para usted.
– En ese caso, debere pedir disculpas.
– Denegadas.
Nathan solto un suspiro largamente contenido y nego con la cabeza.
– Al parecer, esta usted decidida a negarmelo todo esta noche. -Se acerco un paso mas y se inclino sobre ella de modo que sus labios quedaron a escasos centimetros de la oreja de la joven. La sutil fragancia de rosas emboto los sentidos y sus manos se cerraron contra el papel de seda que cubria las paredes-. En algun momento tendra que quitarse la ropa, mi senora. Y ahora acaba de darme un magnifico incentivo para asegurarme de estar presente cuando lo haga.
Victoria inspiro un siseante jadeo. Nathan retiro la cabeza, maldiciendo la tentadora fragancia de la joven, ahora grabada en su mente.
– Eso jamas ocurrira, se lo aseguro.
– No diga nunca de este agua no bebere.
Capitulo 6
La mujer moderna actual debe ser consciente de que el conocimiento equivale a poder. Por tanto, le resultara esencial descubrir cuanto pueda sobre un caballero, sea amigo, enemigo o amante. Cuanto mas sepa de el, mayor sera el poder que podra ejercer en la relacion y menores devendran las posibilidades de que se aprovechen de ella.
Charles Brightmore.
Con los ojos hinchados tras una noche agitada resumida en mucho pensar, un deambular agotador y poco sueno, Victoria pidio que le subieran la bandeja del desayuno a la habitacion. Despues de un ligero tentempie compuesto por te, tostadas y huevos -en los que clavo una mirada glacial, preguntandose si procederian de las gallinas de Nathan-, se levanto. No llamo a su criada, deseosa como estaba de quedarse a solas con sus cavilaciones, y se puso su traje de montar favorito de color verde oscuro. Tras cerciorarse de que la tan disputada carta estaba perfectamente escondida, se dirigio a las cuadras. Un energico paseo a caballo siempre ayudaba a aclararle las ideas y a mejorar su estado de animo. Y bien sabia Dios que necesitaba ambas cosas.
Y todo por culpa de el. De ese medico que se fingia espia que a su vez se fingia medico. No era de extranar