que Nathan no hubiera vuelto a pensar en ella en el encuentro que habia tenido lugar entre ambos tres anos antes. Sin duda, tenia una mujer en cada ciudad, pueblo y aldea. Ella no habia sido mas que una diversion momentanea para un experto rufian. Al recordar como habia flirteado con el durante su primer encuentro, Victoria se estremecio. Indudablemente, el debia de haberse divertido de lo lindo. Pues bien, no tenia el menor deseo de volver a divertirle.
Despues de que el doctor Oliver se habia marchado de su habitacion la noche anterior, Victoria habia cerrado la puerta con llave y habia colocado una silla contra la manilla para mas seguridad. Luego habia pasado las horas examinando la carta, intentando encontrar en ella algun significado secreto, aunque sin exito. ?Como iba a descifrarse una carta que solo hablaba de arte, de museos y del tiempo en un relato de peligros y de joyas? Por fin reconocio su derrota cuando, presa del cansancio, las palabras empezaron a difuminarse ante sus ojos. Aun asi, volveria a intentarlo a la vuelta de su paseo, renovada y fresca.
Sin embargo, mas frustrante aun que su fracaso a la hora de descifrar la nota era el familiar desasosiego que la embarcaba. No recordaba haberse sentido tan bombardeada con sentimientos tan encontrados. Cierto era que, hasta ese viaje en que habia descubierto la nota en su equipaje y luego al doctor Oliver en su habitacion, su vida habia consistido en una agradable aunque rutinaria sucesion de temporadas en la ciudad, veranos en el campo y vacaciones anuales en Bath. Con la excepcion de ese unico beso robado hacia tres anos, nada extraordinario le habia ocurrido jamas y su vida habia transcurrido exactamente en la direccion que ella misma se habia trazado.
No obstante, tenia en ese momento la sensacion de verse zarandeada a merced de aguas tormentosas, inmersa en un torbellino de emociones. La preocupacion por la seguridad de su padre estaba en clara confrontacion con una sensacion de confusion, descredito y traicion al haber tenido noticia de la autentica naturaleza de su vida secreta. Sumada a la rabiosa tempestad de sus emociones estaba la ira contra su padre por haberla tratado como a una nina. Docenas de preguntas zumbaban en su mente, y, por Dios, estaba decidida a exigirle las respuestas en cuanto regresara a Londres. ?Cuanto tiempo llevaba involucrado con la Corona? ?Lo habia sabido su madre? A buen seguro que no. Victoria imaginaba que una revelacion semejante habria sido recibida con una sesion de sales que bien podria haberse prolongado unos cuantos meses.
Sin embargo, subyacente a todo eso estaba el innegable orgullo y excitacion que sentia tras haberse impuesto y haber hecho frente al doctor Oliver. Las ensenanzas que habia asimilado de la
Durante un breve y angustioso instante en el curso de la noche anterior, Victoria habia creido que Nathan deseaba besarla. El modo en que la habia arrinconado contra la pared… esos brazos fuertes, ese pecho ancho y firme ante ella. Habia sido presa de esa sensacion de calida vertiginosidad que no habia vuelto a experimentar desde aquella noche acontecida tres anos antes. El corazon le habia latido con fuerza, aunque no de miedo, sino de pura excitacion ante su proximidad. La fragancia limpia que desprendia el doctor, un olor a ropa blanca, a almidon y a algo mas que Victoria no alcanzaba a definir pero que le resultaba agradable y embriagador, le habia embotado los sentidos. El cuerpo de Nathan emanaba un calor intoxicante que la habia forzado a pegar la espalda firmemente contra la pared para evitar acercarse mas a el y absorber de una vez ese calor. Se habia sentido total y absolutamente rodeada por el, por su ductil fortaleza. Todo ello, sumado a la convincente expresion de su mirada, habia logrado cautivarla mucho mas que sus brazos.
Y el contacto de su piel… La suave caricia del dedo de Nathan sobre su rostro encendido la habia obligado a tensar las rodillas para no desmayarse. Y esa ultrajante sugerencia de que se desnudara delante de el… Una segunda oleada de calor la recorrio por entero. Eso no ocurrira jamas, doctor Oliver, se dijo. Aunque me ocupare personalmente de que lo desee.
Llegados a ese punto, Victoria llevaba ventaja en el trato forjado entre ambos, como si de un juego de ajedrez en el que ella tuviera en jaque al rey de Nathan se tratara. Ahora necesitaba superarle estrategicamente y ratificar el jaque antes de que el pudiera reagruparse y planificar una defensa. Victoria necesitaba informacion: sobre el y sobre su fallida mision. La noche anterior habia mantenido los ojos bien abiertos, colmandose de una determinacion que hasta entonces jamas habia sentido. No volveria a permitir que nadie la tratara como una nina a la que podian tranquilizar con una caricia en la cabeza y mandarla luego con viento fresco. Lady Victoria Wexhall era una mujer moderna y alguien a tener en cuenta. «Preparese, doctor Oliver. Su ciudadela esta a punto de ser tomada.
Victoria salio de la casa por la terraza posterior, supervisando el terreno desde su posicion ventajosa mientras cruzaba el espacioso patio de piedra. Los jardines se extendian hasta la izquierda: una serie de setos perfectamente recortados y de flores coloridas. Parecian como minimo tan grandes como los jardines de Wexhall Manor… una agradable sorpresa. Mas illa de los jardines se evidenciaba una gran extension de verde cesped, refulgente bajo un argentino manto de rocio matinal. El cesped dejaba paso a unos arboles de gran altura que se elevaban apuntando a un cielo todavia salpicado con los trazos cada vez mas apagados del alba.
Se detuvo durante un instante antes de descender los escalones de la amplia y curva terraza. Una ligera brisa jugueteo con los zarcillos de cabello que enmarcaban su rostro, acariciandole la piel con un aire fresco y bienvenido. Alzo el rostro, cerro los ojos e inspiro hondo varias veces. El aire tenia alli un olor distinto; limpio y fresco como solo podia oler el aire del campo, aunque con un ligero e intrigante toque de fuerte aroma a sal procedente del mar. Se habia asegurado de que el paseo de la manana incluyera una panoramica del agua.
Despues de decidir que lo mejor seria salir antes de que los demas habitantes de la casa despertaran, a punto estaba de bajar la escalera cuando un suave maullido la detuvo. Cuando bajo la mirada, vio un diminuto gatito que se frotaba contra el dobladillo de su falda.
– Vaya, hola -canturreo, agachandose para rascar la bola de pelusa acumulada tras las minusculas orejas del animal-. ?Que haces aqui tan solo? ?Donde esta tu mama?
Por unica respuesta el gatito dejo escapar el maullido mas lastimero que Victoria habia oido en su vida.
– Oh, Dios, eso es tristisimo.
Cogio al gatito y lo acuno contra su pecho, donde el animalito rompio a ronronear de inmediato.
– Menudo adulador estas hecho.
Sonrio y acaricio con las yemas de los dedos la suave barbilla del gatito. Era totalmente negro, salvo por las patas, de un blanco niveo.
– Cualquiera diria que te has caido en un cubo de pintura -le dijo entre risas. Un ronroneo encantado surgio del diminuto pecho del cachorro, que a su vez tendio una de las patas delanteras sobre la manga de Victoria-. Me pregunto si eres tu el pequeno diablillo que no podia bajar del arbol.
– Si, asi es -dijo una voz conocida y grave procedente de un punto situado exactamente a su espalda.
Victoria se volvio apresuradamente. El doctor Oliver estaba a menos de dos metros de ella, cruzado de brazos con aire despreocupado. A Victoria el corazon le dio un vuelco, sin duda a causa de la inesperada compania del medico, al tiempo que se le encogia el estomago… indudablemente, por culpa de los huevos. Paseo la mirada por el, reparando en sus cabellos desordenados, como si se hubiera peinado los lustrosos mechones con los dedos, dejando caer varios rizos sobre la frente. Bajo un poco mas la mirada y al instante quedo fascinada por la camisa, o para ser mas exactos por el modo en que Nathan llevaba la prenda. Ningun panuelo le adornaba el cuello, permitiendole una vision libre del bronceado cuello y un tentador atisbo del musculoso pecho antes de que la tela blanca de la camisa le frustrara el espectaculo. Nathan se habia remangado, dejando a la vista unos fuertes y musculosos antebrazos y cubiertos por una sombra de vello negro. Estaba casi tan irresistible con aquella camisa como lo habia estado el dia anterior sin ella.
Unos pantalones de color camello se ajustaban de tal modo a sus largas y musculosas piernas que Victoria lamento no poder detener el tiempo durante unos instantes para gozar de la oportunidad de estudiar sus fascinantes piernas minuciosamente. Las botas negras eran sin lugar a duda viejas favoritas, pues se habria dicho que el doctor habia recorrido Inglaterra entera con ellas. ?Como se las habia ingeniado para cruzar toda la terraza de piedra sin ser oido? Debia de moverse como un fantasma. Un irritante, fastidioso y arrogante fantasma. Aun