asi, e independientemente de que otras cosas pudiera pensar de el, Victoria no podia negar que era un hombre atractivo. De un modo grosero y en absoluto caballeroso. Con un gran esfuerzo, volvio a alzar la vista. La mirada escrutadora reflejada en los ojos de Nathan indicaba que habia sido sorprendida observandole, y sintio como una oleada de calor le encendia el rostro. A Dios gracias los espias no podian leer las mentes.

Nathan la saludo con una inclinacion de cabeza y en cierto modo logro incluso parecer cortes y burlon a la vez.

– Buenos dias, lady Victoria.

Ella inclino la cabeza dando muestra de su estilo mas remilgado y regio.

– ?Ha dormido usted bien?

– Maravillosamente.

Nathan arqueo una ceja.

– ?Es cierto eso? A juzgar por las sombras que tiene bajo los ojos, se diria que ha estado despierta toda la noche, probablemente intentando descifrar mi carta.

Victoria no habria sabido decir que era lo que mas la irritaba: si la suposicion espeluznantemente acertada o el hecho de que el doctor hubiera dado a entender que parecia cansada.

– Oh, gracias. Sin duda no recuerdo haber sido jamas blanco de tan florido cumplido.

En vez de mostrarse avergonzado, Nathan sonrio, mostrando su reluciente y blanca dentadura.

– ?Iba usted a los establos?

– Si. Me gusta dar un paseo a caballo por las mananas.

– Yo tambien me dirijo hacia alli. ?Vamos juntos? A pesar de nuestro encuentro de anoche, estoy seguro de que podremos llegar a las cuadras sin iniciar ninguna discusion.

– Si… siempre que ambos guardemos silencio.

Destello una nueva sonrisa y Nathan senalo los escalones con una floritura.

– ?Vamos?

Dado que aquella era una perfecta, aunque sin duda inesperada, oportunidad para saber mas cosas sobre el, Victoria asintio.

– Por supuesto -dijo.

Descendieron la amplia y curva escalera y cruzaron luego el cesped inmaculadamente cortado. En vez de guardar silencio, el doctor Oliver senalo con la cabeza al gatito que se habia sumido en un sueno ronroneante.

– Al parecer, se ha ganado usted una amiga. Mirela, dormida como un angel. -Nego con la cabeza y rio-. A punto he estado de partirme el cuello mientras rescataba a esta diablilla. ?Y cree usted que ha dado a cambio la menor muestra de agradecimiento?

– Naturalmente que no -dijo Victoria, acariciando el pelo de la gatita con la yema del indice-. Le ha arruinado su diversion. Seguro que ha olisqueado el aire y se ha alejado con aire ofendido.

Una lenta sonrisa asomo a los labios del doctor y dibujo un intrigante hoyuelo en su mejilla.

– Muy propio de las mujeres -murmuro.

Optando por hacer caso omiso del comentario y evitar asi una discusion, Victoria pregunto:

– ?Como se llama?

– Botas.

Victoria no pudo reprimir una sonrisa.

– Botas… El gato con botas… Le Chat Botte. Un nombre de lo mas adecuado. Y uno de mis cuentos favoritos.

La sorpresa destello en los ojos de Nathan.

– Tambien el mio.

Victoria arqueo las cejas.

– ?Cuentos? ?Un espia aterrador como usted?

– Lo crea o no, fui nino en una epoca. El dia de mi octavo cumpleanos, recibi un ejemplar de las Histoires ou contes du temps passe, avec des moralites: Contes de ma mere l'Oye de Perrault. Al instante se convirtio en mi libro de cabecera. Y sigue siendolo a fecha de hoy.

– Historias o cuentos de pasado con moraleja: Cuentos de Mama Oca -tradujo Victoria-. Su frances es perfecto.

– Gracias. Un talento de gran utilidad cuando uno se dedica a espiar a los franceses.

– Tengo dos ediciones recientes del libro, una en frances y la otra traducida al ingles, que atesoro, aunque me encantaria poder disponer de un original.

– El mio es una primera edicion.

Victoria se volvio a mirarle.

– ?Una edicion de mil seiscientos noventa y siete?

– No tengo noticia de que haya una primera edicion anterior a ese ano.

– Oh, me muero de envidia. Llevo anos queriendo tener una, pero es imposible encontrarla. ?Quiza estaria dispuesto a vender la suya?

– Me temo que no.

– ?Y si le hiciera una oferta escandalosa?

Los ojos de Nathan se colmaron de una expresion indescifrable que, segun alcanzo a suponer Victoria, le habia ayudado enormemente durante su carrera como espia, pero que a ella le resulto absolutamente molesta.

– ?Cuando dice una oferta escandalosa se refiere a una gran cantidad de dinero, lady Victoria? ?O escandalosa en un sentido totalmente distinto?

El calor la abraso hasta el nacimiento del pelo.

– Al dinero, naturalmente.

Nathan nego con la cabeza.

– No estoy interesado en venderla por ninguna cantidad. Fue el ultimo regalo que recibi de mi madre antes de su muerte. El carino que le tengo a ese libro nada tiene que ver con su valor pecuniario. -Miro a Victoria a la cara-. ?Eso le sorprende?

– A decir verdad, si. No creia que los hombres fueran tan sentimentales.

– ?Se refiere a los hombres en general o a mi en particular?

Victoria se encogio de hombros.

– A ambos, supongo.

Entre los dos se hizo el silencio y Victoria se sorprendio innegablemente curiosa por conocer mas sobre ese hombre al que, a juzgar por las palabras que su propio hermano habia empleado para referirse a el, no le sobraba el dinero y que, a pesar de eso, ni se planteaba vender un libro de gran valor porque habia sido un regalo de su madre. Diantre, cuando se habia propuesto descubrir mas sobre el no habia imaginado descubrir nada que resultara… en fin, agradable.

– Me intriga que El gato con botas sea su cuento favorito de la coleccion de Perrault -dijo el doctor Oliver-. Habria dicho que La cenicienta era mas su estilo.

– ?Ah, si? ?Y por que?

– Un apuesto principe, un deslumbrante baile… parecen ser las cosas preferidas por la mayoria de las damas.

– Oh, me gusto la historia, sobre todo el aspecto magico del hada madrina y el romanticismo con que el principe emprende la busqueda de la mujer que le ha robado el corazon. Pero el endiabladamente listo Gato con botas me encanto. Su ingenuidad me hizo desear que estuviera vivo para poder competir con el en ingenio. Incluso intente hacerle un par de botas a mi gato.

– Despues de haber visto no hace mucho un claro ejemplo de sus habilidades con la aguja, creo no equivocarme al suponer que las botas no fueron un exito abrumador.

Victoria le lanzo una mirada burlona.

– Desgraciadamente, no. Aunque gran parte de la culpa la tiene Ranunculo, que simplemente se nego a ponerselas.

– ?Su gato se llamaba Ranunculo? -Nathan torcio el gesto en una comica expresion.

– Por lo que he oido, es usted una de las personas menos indicadas para cuestionar los nombres de las

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