La mujer moderna actual, en su busqueda de la satisfaccion intima, sin duda encontrara a un caballero que sea capaz de excitarla y de debilitarle las rodillas con una simple mirada. Si bien es siempre maravilloso dar con un hombre asi, ella debera mantenerse en guardia en todo momento pues el, haciendo uso de la atraccion que suscita en ella, ejercera un gran poder.
Charles Brightmore.
Nathan la miro fijamente, perplejo, durante varios segundos al tiempo que una sucesion de jadeos entrecortados escapaba de sus labios. Luego meneo la cabeza y rio.
– Demonios. Eso es exactamente lo que deberia haber estado haciendo. Por desgracia, no se me habia ocurrido.
Victoria le lanzo una mirada fulminante.
– No esperara que crea algo asi de un experto espia.
– Despues de tres anos sin utilizar mis habilidades como espia, me temo que las tengo un poco oxidadas. Y subestima usted el poder de sus encantos. En ningun momento he pensado en la carta -dijo, pero penso que de todos modos no habria podido pensar en ella. Maldicion, incluso si Victoria le hubiera pedido que le dijera su nombre, habria tenido serios problemas para recordarlo. Inspiro hondo y se meso los cabellos con manos todavia no demasiado firmes-. Sin embargo, y ya que lo menciona, desearia que me devolviera mi nota. -Se dio un pequeno impulso para separarse de la pared y se acerco a ella.
Victoria abrio expresivamente los ojos, aunque al instante siguiente irguio los hombros, alzo el menton y se mantuvo firme. Cuando apenas les separaba medio metro, Nathan alargo el brazo y acaricio con suavidad la mejilla encendida de la joven con el anverso de los dedos.
– Por favor, Victoria… -El nombre de ella se deslizo por su lengua, y Nathan supo entonces que despues de lo que acababan de compartir, jamas desearia dirigirse a ella formalmente-. Dame la nota. Despues de todo lo que te he contado hoy, sin duda te das cuenta de que para mi es importante.
Victoria parpadeo y entrecerro los ojos.
– Doctor Oliver…
– Nathan. Creo que deberiamos dejar a un lado tanta formalidad, ?no te parece?
– Nathan… no sabria decir si estas siendo sincero o simplemente te burlas de mi. Bien es sabido que los espias sois muy habilidosos.
– No negare que puedo ser muy habil cuando la ocasion lo requiere. Pero en este caso soy sincero.
Victoria le observo durante varios segundos.
– Quiero darte la nota -dijo-, pero insisto en hacerlo segun mis condiciones. Quiero ayudar en la busqueda de las joyas. -Apartandose de el, se paseo hasta los estrechos confines de la cueva y se detuvo a mirarle. Sus rasgos siguieron revelandose resolutos, pero sus ojos… esos enormes ojos azules que a Nathan le recordaban al mar… le suplicaron-. Nathan, a pesar de haber sido mimada y consentida toda mi vida, ultimamente se me trata como si no fuera mas que un objeto decorativo. Soy a la vez admirada e ignorada. Los hombres me oyen cuando hablo, pero no me escuchan. ?Tienes idea de lo frustrante que eso puede llegar a ser? Y aunque casi siempre me las he ingeniado para reprimir estos sentimientos, ultimamente…
Dejo escapar un largo suspiro y su actitud bravucona parecio menguar visiblemente.
– Ultimamente he experimentado una inquietante y desconocida sensacion de descontento que me obliga a dejar de aceptar aquello que no es de mi agrado. Las cosas que no me parecen justas. Y estos sentimientos han llegado a un punto critico con el descubrimiento de la ocupacion secreta de mi padre. Durante anos el ha llevado una vida de aventura mientras a mi se me mentia y se me relegaba a una existencia tan excitante como ver secarse una gota de pintura. -Bajo la barbilla y miro al suelo-. Hasta que me has traido a esta cueva, el momento mas excitante de mi vida fue el dia en que me besaste en la galeria.
Esa admision, apenas susurrada, se estampo contra Nathan con la fuerza de un punetazo en el pecho. Tenso los dedos que seguian bajo el menton de Victoria, apremiandola a levantarlo suavemente hasta que las miradas de ambos se encontraron. Para su alarma y desconsuelo, los ojos de ella brillaban, llorosos.
– No iras a llorar, ?verdad?
– Por supuesto que no. No soy ninguna llorona.
– Bien. Porque no soy la clase de hombre que se deje persuadir por las lagrimas femeninas. -Su conciencia le sacudio en pleno trasero al ser testigo de semejante mentira. Maldicion, si Victoria le hubiera renido, exigiendo salirse con la suya, el podria haberse enfrentado a ella, pero esa muestra de vulnerabilidad lo dejo desarmado. Por supuesto, antes muerto que permitir que ella lo notara.
Una chispa de rabia destello en los ojos de Victoria, que se J aparto de el.
– Y yo no soy la clase de mujer que recurra a las falsas lagrimas y a engatusar con ellas a un hombre para que me de lo que quiero.
– No. Ya veo que eres mas de las que prefieren apalear a un hombre con tus exigencias.
– Simplemente estoy harta de que se me trate como a una bobalicona cabeza hueca por ser mujer.
– No me pareces una bobalicona cabeza hueca. Es mas, estoy convencido de que eres incluso demasiado lista.
Victoria parecio recuperarse.
– Ejem… gracias. Demasiado lista para darte la nota sin que accedas a respetar mis condiciones.
– De acuerdo.
– No pienso transigir en esto.
– Muy bien.
– Y no pienses ni por un momento en que sere victima de… -Le miro con los ojos entornados-. ?Como dices?
– Que acepto tus condiciones.
– ?Que ayudare en la busqueda de las joyas?
– A cambio de mi carta. Si. Sin embargo, tambien yo tengo mis condiciones.
– ?Que son…?
– Puesto que tengo experiencia en estos asuntos y tu no la tienes, espero que sigas mi consejo.
– Siempre que accedas a no desestimar mis ideas terminantemente, me parece aceptable. ?Algo mas?
– Si. Existe la posibilidad de que haya algun peligro implicito en todo este asunto. Tu padre te ha enviado aqui por razones de seguridad y es mi deber ocuparme de que nada te ocurra. Insisto en que me des tu palabra de que no correras ningun riesgo ni te aventuraras sola en ningun momento.
Victoria asintio.
– No tengo el menor deseo de correr ningun peligro. Tienes mi palabra. Entonces… ?hemos llegado a un acuerdo?
– Si. Bueno, salvo por el ultimo detalle.
– ?A que te refieres? -pregunto Victoria con un tono prenado de recelo.
– Debemos sellar nuestro acuerdo como lo hacen todos los espias.
– Ah, muy bien. -Le tendio la mano.
– Con un beso.
Ella retiro bruscamente la mano y entrecerro los ojos sin dejar de mirarle.
– ?Que bobada es esta?
– Los espias sellan sus acuerdos con un beso. -Cuando Nathan dio un paso hacia ella y Victoria retrocedio apresuradamente, el chasqueo la lengua-. Henos aqui, apenas unos segundos despues de nuestro acuerdo, y ya lo estas incumpliendo, Victoria. Hemos acordado que, como el experto en cuestiones relacionadas con el espionaje soy yo, seguirias mi consejo. -Dio otro paso hacia ella, al que Victoria respondio con otro paso atras.
– Y yo estare encantada de seguir tu consejo cuando dejes de soltarme semejantes bobadas. ?Un beso para sellar un acuerdo, dices? Y ahora supongo que esperaras que crea que sellaste acuerdos con mi padre, tu hermano y con lord Alwyck con un beso.
Otro paso adelante por parte de Nathan, otro paso atras por parte de ella.
– Por supuesto que no. Los hombres espias se estrechan la mano empleando un codigo secreto. Solo los