llego a entender es lo que te ha llevado a condenar a esa pobre bestia poniendole un nombre como el de Petunia.
– No fui yo quien se lo puso. Fue la senora Fitzharbinger, la paciente que me la regalo, quien la llamo Petunia.
– Bien, esta claro que la senora Fitzharbinger no posee el menor sentido del olfato porque en mi vida he olido nada menos parecido a la fragancia de una flor que esa bestia mugrienta.
– Yo en tu caso mediria mis palabras, Colin. Petunia es muy sensible a los insultos y muy dada a arremeter contra el trasero de todo aquel que habla mal de ella. -Lanzo una mirada a la cabra que, al oir su nombre, levanto su cabeza amarronada del parterre de flores donde rumiaba y le miro con sus ojos negros como la obsidiana. Un revelador manojo de flores violetas y de tallos asomaba por las comisuras de la boca de Petunia al tiempo que su desordenada barbilla no dejaba de moverse-. Siente especial predileccion por las petunias. De ahi su nombre.
Colin alzo la mirada al cielo.
– Si realmente se le hubiera dado el nombre atendiendo a su manjar favorito, facilmente podrias haberla llamado Panuelo, Boton, Vitela…
– Si, le encanta comer papel.
– Bien lo he visto esta manana cuando se ha comido una nota que habia dejado en el bolsillo de mi chaleco. Momento en el cual tambien perdi un boton. -Dedico una mirada furibunda y glacial a Petunia. La cabra siguio masticando sin alterarse en lo mas minimo.
– ?Que paso con tu panuelo?
Colin entrecerro los ojos.
– Eso fue ayer. ?Es que esta bestia no sabe que es hierba lo que supuestamente debe comer?
– De hecho, las cabras prefieren los matojos, los arbustos, las hojas y las anlagas.
– Diria mas bien que prefiere comerse todo lo que no este clavado al suelo. Y a la menor oportunidad.
– Quiza. Pero no creas que valora tus palabras. Yo en tu lugar pondria a salvo el trasero. -Nathan arqueo una ceja-. Tu nota debia de ser de alguna dama. Petunia muestra un gran apetito por las cartas de amor.
– Porque tambien sabe leer, por supuesto.
– Lo cierto es que no me sorprenderia descubrir que asi es. Los animales son mucho mas inteligentes de lo que imaginamos. He descubierto que Reginald puede diferenciar entre las manzanas y las fresas. No le gustan las fresas.
– Estoy seguro de que Lars y el resto de los jardineros respiraran aliviados cuando se enteren de la noticia, sobre todo dado el triste estado de las petunias. ?Y cual de los miembros de tu prole es Reginald? ?La oca?
– No, el cerdo.
Colin desvio la mirada al lugar donde Reginald estaba tumbado sobre el costado en la mayor muestra de felicidad porcina, a la sombra de un olmo cercano.
– Ah, si. El cerdo. ?Otro regalo de un paciente agradecido?
– De hecho, fue el pago de un paciente agradecido.
– Paciente que sin duda creyo proveerte con un festin de cerdo, jamon y beicon.
– Probablemente. Que suerte para Reginald que no me guste demasiado el beicon.
– Ni tampoco la carne de res, a juzgar por el aspecto de esa vaca.
– Margarita. Se llama Margarita. -Nathan senalo con un movimiento de cabeza al bovino negro y blanco que pacia junto a Reginald-. Se que disfrutas considerandote un hombre insensible, pero observala. Una mirada de esos enormes y liquidos ojos marrones y ni siquiera tu podrias pensar en ella, como una simple fuente de leche fresca.
Colin nego con la cabeza.
– Dios del cielo, eres un claro candidato a dar con tus huesos en el manicomio. Petunia. Margarita -mascullo-. ?Todas tus mascotas tienen nombre de flor?
– No todas. El nombre del mastin es R.B.
– A juzgar por el tamano del animal, supongo que viene de Rompe Bancos, ?no?
– No. De Rompe Botas. Date por advertido.
– Gracias. -No hubo ninguna duda sobre el tono sarcastico empleado por Colin-. ?Y R.B. es tambien el pago de algun otro paciente agradecido?
– Si.
– Como supongo que tambien lo son los patos, las ocas, el gato y el cordero.
– Correcto.
– ?Eres consciente de que el dinero es la compensacion habitual por los servicios de un medico?
– Tambien lo recibo. De vez en cuando.
– A la vista de esta coleccion de animales, debo suponer que muy de vez en cuando.
Nathan se encogio de hombros. Nunca habia logrado convencer a Colin ni al padre de ambos de que estaba plenamente satisfecho viviendo en una casa de campo que podia caber sobradamente en el salon de Creston Manor, ni de que sus mal emparejados animales eran sus amigos. Su familia. Y como tal, los necesitaba alli para que le ayudaran a bregar con el calvario que, segun sospechaba, le esperaba a la vuelta de la esquina.
– Me siento pagado con creces teniendo un techo sobre mi cabeza y manteniendo alimentados a mis amigos peludos y emplumados.
– Mucho mas domesticado que en los viejos tiempos -dijo Colin.
Al instante, el muro que se levantaba entre ambos y que habian estado sorteando desde la llegada de Nathan el dia anterior no pudo seguir siendo ignorado. Aun asi, Nathan no deseaba hablar del pasado.
– Mucho mas, si. Y asi es como me gusta.
– Esta era tu casa, Nathan. No tenias por que haberte marchado.
?Como era posible que unas palabras pronunciadas con tanta dulzura pudieran golpearle con semejante fuerza?
– ?Ah, no? -Nathan no consiguio borrar del todo la amargura que impregnaba sus palabras.
Colin le observo atentamente durante largos segundos desde unos ojos verdes tan semejantes a los de su madre que inspiraron en Nathan una nueva oleada de recuerdos contra los que tuvo que debatirse. Por fin Colin volvio la cabeza y fijo la mirada en la distancia.
– Podrias haber elegido de forma distinta.
– No veo como. Aunque hubiera querido quedarme, papa me habia ordenado que me marchara.
– Hablo presa de la rabia. Como tu. Desde entonces, te ha escrito varias veces, invitandote a volver a casa.
– Cierto. Pero para entonces yo ya me habia instalado en Little Longstone. -Se paso la mano por los cabellos-. A pesar de que mantenemos una relacion civilizada, siguen existiendo ciertas… asperezas entre papa y yo que no estoy seguro de que vayan a limarse en algun momento. -No le hizo falta anadir: «Como las que existen entre tu y yo». Las palabras quedaron suspendidas entre ambos como una niebla humeda.
Colin asintio despacio.
– Tampoco tenias intencion de volver.
Nathan fijo sin querer la mirada en la zona boscosa situada detras de Colin. Sacudio la cabeza con un tenso gesto.
– No.
– Y sin embargo, aqui estas.
– La carta de lord Wexhall no me dejo mucha eleccion.
– Me parecio que aprovecharias la oportunidad para limpiar tu nombre.
– Creeme si te digo que la oportunidad de hacerlo es la unica razon por la que estoy aqui. -Una punzada de culpa pellizco a Nathan cuando vio que Colin apretaba la mandibula, pero le parecio que decir la verdad sin ambages era su mejor opcion. Ya habia bastantes mentiras entre ambos.
– Evidenciada por el hecho de que hace tres anos que no has estado en casa -murmuro Colin.
Si, tres anos. Tres anos desde que su vida habia cambiado drasticamente. Tres anos enterrando recuerdos y luchando denodadamente por encontrar la paz. Por encontrar un lugar donde sentirse en casa, donde el pasado no le acechara desde todos los rincones.
– Os he escrito.