plumazo.
– De hecho -prosiguio Colin como si Nathan nada hubiera dicho-, te dare cien libras, en moneda en curso, si logras cumplir con tu deber con lady Victoria sin que te vea pelearte con ella.
Acostumbrado como estaba a la naturaleza bromista de Colin, Nathan dijo:
– Define «pelear».
– Discutir. Intercambio acalorado de palabras. Altercados verbales. Doy por hecho que no caereis en ninguna muestra de altercados fisicos.
– No tengo intencion de acercarme a menos de tres metros de ella -dijo Nathan, convencido de cada una de sus palabras.
– Probablemente sea mejor asi. Esta soltera, ?lo sabias?
Nathan guardo silencio. No, no lo sabia. Aunque poco importaba. Se encogio de hombros.
En su mente se dibujo una imagen de negros y sedosos cabellos, risuenos ojos azules y una boca lujuriosa y deliciosa. A pesar de ser plenamente consciente de que ella puso a prueba con el sus artimanas femeninas recientemente acunadas, Nathan habia quedado encantado con semejante combinacion de inocencia, flirteo y nervios que ella demostro en su presencia, y habia sido incapaz de resistirse a la tentacion de robarle un beso. Lo cierto es que tan solo buscaba con ello dar con un modo burlon de poner fin a la nerviosa chachara de Victoria, pero el beso provoco un incendio que lo aturdio. Las virginales jovencitas de buena familia recien salidas del colegio no habian sido nunca plato de su gusto, y Nathan no habia contado con su reaccion a aquel beso. Ni con la de ella. Ambas le habian pillado por sorpresa y no era amigo de las sorpresas.
No obstante, aquellos breves instantes robados habian quedado en el pasado y, como bien sabia, los recuerdos y los lamentos estaban mejor enterrados en la mas profunda grieta que uno pudiera encontrar. Durante los ultimos tres anos se habia convencido de que lady Victoria habia madurado hasta convertirse poco mas que en la tipica hija bobalicona de cualquier noble, incapaz de mantener una conversacion que no versara sobre la moda y el tiempo. Una engreida flor de invernadero que apestaba a altaneria y a modales afectados. Una mujer que se enfurrunaba y hacia pucheros para salirse con la suya… En suma, Nathan la habia catalogado exactamente como la clase de mujer a la que no aguantaba.
Y ahora se veria obligado a soportar su compania. A protegerla. Pero ?de que? ?De quien? ?Y por cuanto tiempo? Segun la carta codificada de lord Wexhall, este habia ocultado cierta informacion en el equipaje de lady Victoria, informacion que responderia a esas preguntas y que podria ayudarle a resolver el misterio de las joyas desaparecidas que le habia acosado, a el y a su conciencia, durante los ultimos tres anos. Recuperar las joyas. Y recuperar todo lo que habia perdido.
– Incluso aunque crea que Victoria corre peligro, resulta extrano que Wexhall mande a su hija a Cornwall - dijo Colin-. Creo que lo que intenta es alejarla de algun pretendiente poco deseable. Probablemente tenga la esperanza de casar bien a la muchacha, en cuyo caso parece haberte elegido a ti como victima, ejem… es decir, como afortunado.
Nathan se limito a fijar en el la mirada.
– Imposible. Lord Wexhall desearia para su hija a un heredero, no a un segundon. -Y menos que nadie a un segundon con una reputacion tan mancillada como la mia, penso. Se pregunto cuanto sabria lady Victoria sobre su pasado… cuanto le habria contado su padre o si habria sido blanco de chismorreos en Londres-. Y no me imagino a lady Victoria deseando para si nada por debajo de eso. -Las cejas de Nathan se arquearon al tiempo que lanzaba a su hermano una mirada especulativa-. Si, es cierto, quiza lord Wexhall espere librarse de la chiquilla, en cuyo caso, y sin lugar a duda, serias tu la victima deseada, ejem… quiero decir el afortunado.
– Aun asi, sus deseos apuntan a que seas tu quien cuide de ella. Y no tengo la menor intencion de permitir que termines endosandomela a mi.
– Dada tu condicion de heredero y la mia de pobre segundon que se cobra en animales de granja sus servicios medicos, no me cabe duda de que no voy a tener la menor necesidad de endosarsela a nadie. Sospecho que lady Victoria correra directamente en tu direccion.
– No sabes cuanto me alegra ser tan ligero de pies.
– Y no sabes tu lo afortunado que me siento de no ser dueno del titulo ni de las propiedades que bien podrian seducir a una heredera, o incluso convertir el matrimonio en algo perentorio, pues no tengo ninguna necesidad de dar un heredero. Me temo que todas las esperanzas matrimoniales de la familia recaen en ti, lord Sutton.
– Deberias casarte si el titulo fuera tuyo.
– A Dios gracias, no lo es.
– Pero lo seria si yo no lograra dar un heredero a la familia.
– Solo si murieras, y pareces gozar de una salud excelente. si eso cambia, afortunadamente soy un medico magnifico y me encargare de que vivas hasta la vejez. Y de que te cases. de que tengas muchos hijos. -Nathan sonrio-. Y todo eso mientras yo sigo manteniendo mi condicion de despreocupada solteria.
– ?Te acuerdas de cuando te tiraba al lago, hermanito?
– Desde luego. Asi aprendi a nadar. -Dedico a Colin una intencionada mirada de la cabeza a los pies-. Como veras, ya no soy tan pequeno. Te las verias y te las desearias para tirarme ahora al lago.
– Quiza. -Colin asintio, senalando al corral con la cabeza-. ?Te falta mucho para terminar?
– Necesitare aproximadamente una hora mas. -Miro la inmaculada camisa blanca de Colin, el chaleco de brocado, la chaqueta marron de Devonshire, los pantalones abombados y las botas lustrosas. -?Supongo que no me echarias una mano con esto?
– Supones bien. Me voy a Penzance al encuentro de una dama. Una dama encantadora que, a diferencia de tu lady Victoria, en ningun caso mereceria ser descrita como una chiquilla altanera.
– No es mi lady Victoria.
Colin se limito a reir.
– Estare de vuelta a tiempo para reunirme con vosotros para la cena. -Luego, con un gesto de la mano, entro en las cuadras, dejando a Nathan mirandole fijamente tras el, con un extrano nudo en la garganta.
Dios, cuanto habia echado de menos a su hermano. A pesar de que hasta entonces en ningun momento se habia permitido pensarlo, ver de nuevo a Colin habia vuelto a resucitarlo todo en una dolorosa oleada. Esas pequenas muestras de camaraderia que habian compartido antano le abrian en dos el pecho ante el peso de la perdida, aunque tambien le daban un rayo de esperanza por cuanto apuntaban a que con su visita quiza lograra poner fin a las desavenencias con la familia.
Cogio otro clavo con un suspiro, lo coloco en su lugar y lo golpeo con precision con el martillo. La vibracion reverbero en todo su brazo y repitio la accion mientras especulaba sobre lo que cabia esperar de las siguientes semanas.
Cuando, tres anos atras, abandono su puesto al servicio de la Corona bajo una oscura nube de sospecha y con la reputacion hecha anicos, se habia jurado que bajo ningun concepto volveria al redil… salvo en el caso de poder contar con la oportunidad de limpiar su nombre. Aun asi, en el momento de hacerse aquel juramento no sospechaba que llegaria el dia en que esa oportunidad se le presentaria. Habia enterrado el pasado, se habia construido una nueva vida en un nuevo lugar y vivia en paz… una gran diferencia con la vida que habia dejado atras. Sin embargo, cuando de pronto habia surgido la oportunidad de poder recuperar las joyas y de reestablecer su reputacion, los sentimientos que le embargaban eran mas que ambivalentes. Alguien le habia aconsejado en una ocasion que tuviera cuidado con lo que deseaba porque los deseos podian hacerse realidad. No habia alcanzado a captar del todo la dimension del consejo hasta ese momento. Y al repentino reves que acababa de sufrir su pacifica existencia se unia ahora el hecho de tener que volver a ver a lady Victoria.
En cualquier caso, su relacion con ella seria minima. No en vano habia planeado la situacion al detalle. Se haria con la informacion que la chiquilla llevaba con ella y luego, lo antes posible, volveria a mandarla a Londres. Con suerte restableceria el honor de su nombre, volveria entonces a su tranquila casa de campo de Little Longstone y retomaria su pacifica existencia. Si, sin duda era un plan excelente.
Capitulo 3
La mujer moderna actual deberia en primer lugar dar muestra de una actitud distante hacia el caballero al que desea atrapar. Los hombres disfrutan de la caza, del desafio que supone para ellos ganarse el favor de una