p'ayudarlos. Los medios y el corazon. Si no fuera por uste, yo no podria hacer na. -Su facil sonrisa ilumino su cara-. Seguro que no, porque estaria en la tierra, alimentando petunias. Ahi es donde estaria.

– Bueno, eso no lo podemos permitir -comento Daniel con un toque ironico en la voz-. Entonces, ?quien sembraria el caos en mi casa con su conducta irreverente y un amplio surtido de animales sarnosos?

– Nadie, milor -contesto Samuel sin vacilacion.

Asi era, y en tal caso Daniel sufriria una gran perdida.

– Nadie -corroboro Daniel con un suspiro exagerado de victima.

Le guino el ojo a Guinos y la gata le respondio con una mirada fulminante de su unico ojo que, con toda intencionalidad, traslado de Daniel al beicon.

Samuel sonrio mostrando sus dientes delanteros, que estaban ligeramente torcidos.

– ?Como va su dolor de cabeza, milor?

– Ha… -Daniel reflexiono durante unos segundos y, al final, solto una carcajada de sorpresa-. Desaparecido.

– Lamento decir que ya se l'habia dicho…

Daniel lanzo al joven una mirada de rabia fingida.

– No es verdad que lo lamentes. De hecho, creo que es una de las cosas que mas te gusta decir.

– M'alegro que s'encuentre mejor, porque… -Samuel carraspeo-. Nunca adivinaria que, milor.

Daniel se quedo paralizado. ?Santo cielo, dos «Nunca adivinaria que» en un dia! Como Samuel solia soltar sus «He encontrado otra pobre bestia abandonada» con un volumen de voz acorde al tamano del animal, Daniel supo que lo que venia a continuacion era mayor que un cachorro.

– No consigo imaginarmelo -murmuro Daniel, preparandose para la sorpresa mientras rascaba a Guinos detras de las orejas-. ?Un caballo? ?Un burro? ?Un camello?

Samuel pestaneo.

– ?Un camello?

Daniel se encogio de hombros.

– Solo era una suposicion. Pero estoy seguro de que si un dromedario huerfano deambulara solo por Londres, tu lo encontrarias. Y lo traerias aqui.

– Desde luego, milor. Pero no es un camello.

– Mi alivio no conoce limites. No me lo digas. ?Pelon viene con cinco amigos!

– No, milor. Por lo que yo se, Pelon esta solo en el mundo. Salvo, ahora, por nosotros, claro.

Samuel carraspeo y Daniel se dio cuenta de que parecia estar muy nervioso, y de que su piel habia adquirido un leve tono verdoso que hacia juego con su librea, aunque no en el buen sentido.

– Se trata de que… Tiene uste visita, milor. Un tal senor Rayburn.

Daniel enarco las cejas.

– ?Charles Rayburn? ?El comisario?

Samuel asintio con la cabeza.

– Si, senor. Lo espera en el salon. Con otro hombre que dice llamarse Gideon Mayne.

– No conozco a nadie que responda a ese nombre.

– El hombre no lo dijo, pero juraria qu'es un detective.

Daniel examino a su criado de tono verdoso y claramente nervioso.

– ?Cuando han llegado?

– Hara una media hora. Pasaba yo por el vestibulo cuando Barkley los hacia entrar. Por casualidad oi quienes eran. Barkley los condujo al salon y yo m'ofreci a decirle a uste que estaban aqui, pos yo venia al comedor.

– ?Y ahora me lo dices?

?Mierda, de verdad tenia que hablar con Samuel sobre su falta de correccion en sus tareas! Tenia suerte de no haber entrado por casualidad en el salon tres horas mas tarde y haber descubierto que el comisario y el detective estaban alli.

Samuel se encogio de hombros.

– Primero teniamos otros asuntos que tratar y queria que estuviera recuperado antes de soltarle la noticia de que la ley estaba aqui. Ademas, debo decir que no me molesta que esos tios hayan tenido que esperarle a uste. Asi es como deberia ser. Uste es un hombre importante. Y es una hora muy mala pa que vengan a molestarlo. Sobre todo…

– ?Sobre todo que?

Samuel trago saliva y la nuez de su garganta subio y bajo. Varios segundos transcurrieron antes de que contestara en un susurro:

– ?Y si han venido por mi? -Y anadio antes de que Daniel pudiera contestar-: Yo no he hecho na, milor. Lo juro. Por mi vida. Le prometi que no robaria y no l'hecho.

– Te creo, Samuel.

Esto parecio calmar un poco a Samuel, quien asintio con un movimiento brusco de la cabeza.

– Gracias.

– Estoy seguro de que, quieran lo que quieran, no tiene nada que ver contigo. Y si lo tiene, seguro que se trata de un malentendido que aclararemos.

El miedo ensombrecio los ojos de Samuel, algo que Daniel no habia visto desde hacia meses y que odio ver en aquel momento.

– Pero ?y si es por algo que robe antes? ?Antes de que uste m' ayudara? ?Y si quieren llevarme con ellos?

– Nadie se va a llevar a nadie a ningun lado -declaro Daniel con determinacion. Dejo con delicadeza a Guinos en el suelo y se puso de pie-. Voy a ver que quieren.

– ?Me lo contara? -pregunto Samuel con voz temblorosa-. ?En cuanto s'hayan ido?

Daniel apoyo la mano en el hombro de Samuel.

– En cuanto se hayan ido. No te preocupes. Estoy seguro de que no es nada.

Daniel se dirigio a zancadas al salon esperando estar en lo cierto y con la certeza de que protegeria a Samuel con todos los medios que fueran necesarios.

Cuando entro en el vestibulo, Barkley enderezo su postura.

– ?Puedo anunciarlo ya a las visitas, milord? -pregunto el mayordomo con la misma voz monotona y adusta que habia empleado durante los diez anos que llevaba al servicio de Daniel.

– Si. Tengo entendido que llevan esperando un buen rato. -Lanzo al mayordomo una mirada de medio lado-. Aunque supongo que usted sabia que esto sucederia cuando permitio que Samuel me diera la noticia.

– Se merecen tener que esperar por venir a una hora tan intempestiva. -Barkley levanto la barbilla y dio un elegante respingo-. Sobre todo si han venido por Samuel.

«Si es asi, se van a encontrar con una buena pelea.»

– Solo hay una forma de averiguarlo.

Daniel siguio a Barkley a lo largo del pasillo y, despues de que el mayordomo lo anunciara, entro en el salon. Charles Rayburn, el comisario, se levanto del sillon en el que estaba sentado, junto a la chimenea. Daniel dedujo que el alto y robusto hombre debia de tener cuarenta y tantos anos. Se dio cuenta de que los agudos y verdes ojos de Rayburn registraron todos los detalles de su persona.

– Buenos dias, milord -saludo Rayburn-. Me disculpo por esta visita tan temprana. -Senalo con la cabeza al otro hombre, quien estaba de pie junto a la chimenea-. Le presento al senor Gideon Mayne. El senor Mayne es un detective de Bow Street.

La primera impresion que Daniel recibio del senor Mayne era que era un hombre muy alto, muy musculoso y muy solemne. Su cara, que lucia una nariz que, sin lugar a dudas, le habian roto en alguna ocasion, parecia tallada en granito. Evidentemente, no se trataba de una visita de cortesia.

Tras saludarlos con una inclinacion de la cabeza, Daniel senalo los sillones que habia alrededor de la chimenea y pregunto:

– ?Nos sentamos?

Por la expresion del senor Mayne, se diria que sentarse era lo ultimo que deseaba hacer, pero no presento ninguna objecion. Cuando se hubieron acomodado, Daniel pregunto:

– ?Cual es el proposito de su visita?

– Esta relacionado con la fiesta de disfraces que se celebro ayer por la noche en casa de lady Walsh, milord

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