– Porque lady Crawford conservaba todas sus joyas. Llevaba puesta una singular gargantilla de perlas.

La imagen de tres ristras de perlas exactamente iguales cruzo la mente de Daniel.

– ?La gargantilla tenia un cierre con diamantes y rubies?

El interes ilumino los ojos de Rayburn.

– Si, ?como lo sabe?

Como no tenia nada que esconder y, de todos modos, ellos podian descubrirlo con facilidad a partir de distintas fuentes, incluido el joyero, Daniel declaro:

– Podria ser una gargantilla que le regale a Blythe.

– Una joya muy cara para regalarla a una simple amiga -senalo Mayne-. ?Cuando se la regalo?

– A finales del ano pasado. Y si, era bastante cara. Quizas el asesino queria robarsela pero algo lo asusto antes de que pudiera hacerlo.

– Es posible -contesto Rayburn mientras realizaba otra anotacion en su libreta-. ?Sabe si lady Crawford tenia una… relacion con algun hombre en la actualidad?

Daniel habia oido un vago rumor acerca de que lord Warwick, alguien a quien ni admiraba ni le gustaba, era la ultima conquista de Blythe, pero como no tenia por costumbre repetir los cotilleos infundados, declaro:

– No estoy seguro. Ayer mismo llegue a la ciudad, despues de una larga estancia en el campo. Solo puedo asegurarles que no tenia ninguna relacion intima conmigo.

– En la actualidad -recalco Mayne.

Daniel dirigio su atencion al detective y solo le dedico una fria mirada. No tenia intencion de mentir, pero de ningun modo diria algo que pudiera manchar la memoria de una difunta. Y mucho menos a aquel detective insolente que lo miraba con hostilidad como si el hubiera cometido el asesinato. Su aventura con Blythe habia durado menos de dos meses; unas cuantas semanas torridas que se habian inflamado con rapidez y, despues, se habian apagado. Daniel no tardo mucho en darse cuenta de que debajo de su deslumbrante belleza se escondia una mujer egoista, vanidosa y no especialmente agradable. Era posible que tuviera enemigos, pero el no sabia quienes eran. Por otro lado, ella no se merecia morir de aquella manera tan espantosa.

– ?Alguna otra cosa? -pregunto Daniel.

– Su disfraz -declaro Rayburn-. ?Puede usted describirnoslo?

– Era muy sencillo. Camisa negra, pantalones ajustados, botas, mascara y una capa larga y negra.

– El exterminador de ratas vio a alguien vestido con una capa negra que salia de las caballerizas justo cuando el llegaba.

Daniel arqueo las cejas.

– Yo no era el unico invitado a la fiesta que vestia una capa negra. Quizas el exterminador de ratas es el desalmado que estan buscando.

– Quiza -contesto Mayne, pero con un tono de voz que dejaba claro que no lo creia.

Sin duda, todo en su actitud indicaba que consideraba a Daniel sospechoso.

– Esto es todo, milord -declaro Rayburn.

– Por ahora -anadio Mayne.

Daniel se levanto y los condujo al vestibulo.

– Gracias por su tiempo, milord -declaro Rayburn cuando llegaron a la puerta.

– De nada. Por favor, avisenme si puedo ayudarlos en algo mas.

– Asi lo haremos -contesto Mayne, cogiendo su sombrero de manos de Barkley.

A continuacion Mayne se despidio de Daniel con una leve inclinacion de cabeza y salio seguido de Rayburn. Nada mas cerrarse la puerta tras ellos, Samuel entro en el vestibulo.

– ?Y bien? -pregunto con sus manos enguantadas apretadas en sendos punos y la cara palida y demacrada-. ?M'estan buscando a mi?

– No. -Daniel conto a Samuel y a Barkley la conversacion que habia mantenido con Rayburn y Mayne y termino diciendo-: No puedo creer que esto haya sucedido. No me entra en la cabeza que Blythe este muerta. Y que muriera de una forma tan horrible.

Samuel arrugo el entrecejo.

– Sera mejor que vaya con cuidado, milor. Esta claro que husmean en su direccion por este asesinato.

Daniel asintio de forma pensativa.

– A mi tambien me ha dado esa sensacion. Sobre todo por Mayne, quien daba la impresion de que lo que mas queria en este mundo era enviarme a la horca. Pero me han dicho que estan interrogando a todos los que asistieron a la fiesta. Yo no soy el unico que llevaba una capa negra o que hablo con Blythe la noche pasada.

Ni tampoco era el unico hombre con el que lady Crawford habia tenido una aventura.

Sin embargo, en lugar de parecer aliviado, Samuel se vio todavia mas preocupado.

– Pero el collar que llevaba puesto se lo regalo uste y se como son esos hombres de la ley, milor. Se les mete una idea en la cabeza y no les importa mucho si estan equivocados. Los he visto arrestar a mas d'un inocente.

Daniel esbozo una sonrisa forzada.

– No hay por que preocuparse. Solo estan realizando su trabajo de una forma concienzuda. La buena noticia es que sus indagaciones no tienen nada que ver contigo.

La rigida postura de Samuel se relajo un poco.

– Desde luego son buenas noticias.

Daniel consulto el reloj de aleacion de cinc y cobre de la pared y se dio cuenta, aliviado, de que ya no era demasiado temprano.

– Voy a salir un rato. Cuando regrese, estare dispuesto a conocer a Pelon.

Mientras tanto, tenia que ir a visitar a una diosa. Y ahora por una razon mucho mas apremiante que hablar sobre su encuentro en la terraza. Con un asesinato sin resolver, tenia que asegurarse de que Carolyn estaba bien protegida.

Carolyn, con los pies clavados en el suelo de marmol blanco y negro del vestibulo de su casa, contemplo como Nelson cerraba la puerta detras del senor Rayburn y el senor Mayne. El breve interrogatorio al que la habian sometido la habia impresionado.

Sintiendose todavia aturdida, regreso con paso lento al salon mientras intentaba asimilar la increible y espantosa noticia de que lady Crawford estaba muerta. Asesinada.

Un escalofrio recorrio su espalda. No eran amigas intimas, apenas unas conocidas, pero si que conocia a la atractiva viuda. Carolyn les conto, al senor Rayburn y al senor Mayne, todo lo que sabia, que era practicamente nada, y respondio a todas sus preguntas, aunque en ningun momento dejo de pensar que tenia que haberse cometido un terrible error.

Despues de entrar en el salon y cerrar la puerta tras ella, Carolyn cruzo la alfombra turca hasta su escritorio y se sento. Cogio la pluma e intento reanudar la tarea que se disponia a realizar cuando el comisario y el detective de Bow Street llegaron: escribir una nota a lady Walsh agradeciendole la encantadora fiesta del dia anterior. Pero, como antes, lo unico que consiguio fue contemplar la hoja de papel de vitela, que estaba en blanco. Y recordar.

A el.

El sonido de su voz. El roce de sus manos. El olor de su piel. El sabor de su beso. El calor que la habia embargado hasta que creyo que iba a derretirse formando un charco a sus pies.

Con una exclamacion de desagrado, dejo la pluma y se levanto de la silla. Recorrio la habitacion de un lado a otro, se detuvo delante de la chimenea y levanto la vista para contemplar el hermoso rostro y los bonitos ojos verdes del esposo al que habia amado tanto.

La noche anterior, nada mas llegar a casa, se dirigio a aquella misma habitacion, donde permanecio hasta el amanecer contemplando el retrato de Edward mientras las lagrimas resbalaban por sus mejillas y un sentimiento de culpabilidad la consumia. No solo se sentia culpable por lo que habia hecho, sino por como lo habia disfrutado y porque se habia dado cuenta, con gran pesadumbre, de que una parte de ella misma deseaba que su encuentro con lord Surbrooke no hubiera terminado de una forma tan brusca. Que hubiera continuado. En un lugar mas privado.

Sin embargo, otra parte de si misma queria olvidar el encuentro desesperadamente y hacer desaparecer la vergonzosa e inesperada pasion que el despertaba en su interior. Pero no podia dejar de pensar en el. Incluso

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