-declaro Rayburn.
Daniel se permitio mostrar la sorpresa que experimento, pero no el alivio. Estaba claro que la visita de aquellos hombres no estaba relacionada con Samuel.
– ?Que pasa con la fiesta?
– Usted iba disfrazado de salteador de caminos, ?no es asi?
– Asi es.
Rayburn y Mayne intercambiaron una mirada rapida.
– Ayer por la noche lo vieron en compania de una dama concreta, milord.
La imagen de Carolyn se materializo enseguida en la mente de Daniel.
– ?Y que?
– Me temo, milord, que esa dama ha sido asesinada.
Capitulo 5
Siempre me habia considerado una persona recatada y, cuando miro hacia atras, al principio de nuestra relacion, lo era. Pero conforme esta avanzaba, mi manto de recato se desintegro. Y me volvi osada. Llena de pasiones y necesidades que nunca habia imaginado poseer. Lo anhelaba. Anhelaba sus caricias, sus besos, el tacto de su piel…, como me imagino que un drogadicto anhelaria su droga.
por una Dama Anonima
Todo, en el interior de Daniel, se quedo helado. Un viento glacial parecia soplar por el agujero que las palabras del comisario habian producido en su cuerpo. Un silencioso «?No!» resono por toda su mente. Un «no» que, seguramente, habria gritado en voz alta si hubiera podido tomar el aliento suficiente. Un peso insoportable le apreto el pecho aplastando sus pulmones y estrujando su corazon.
«Carolyn… ?Santo cielo, Carolyn no!»
– El cadaver de lady Crawford fue descubierto en las caballerizas que hay detras de la casa de lady Walsh justo antes del amanecer -explico Rayburn.
Las palabras del comisario se filtraron poco a poco a traves del shock paralizante que envolvia a Daniel como una niebla negra. Fruncio el ceno y, a continuacion, parpadeo.
– ?Ha dicho… lady Crawford?
– Si, milord. Por lo visto, la golpearon hasta la muerte. Todavia llevaba puesto el disfraz. Una especie de vestido de damisela en apuros. No llevaba muerta mucho tiempo cuando un exterminador de ratas la encontro.
El profundo alivio que Daniel experimento por el hecho de que la muerta no fuera Carolyn, lo dejo practicamente mareado. Entonces las repercusiones de la noticia del comisario acerca de Blythe, lady Crawford, penetraron en su mente.
– ?Santo cielo! -exclamo, llevandose las manos a la cara-. ?Han capturado al responsable?
– No, milord. Acabamos de empezar nuestras pesquisas.
Daniel contemplo al senor Mayne.
– ?Usted lo esta ayudando?
– Me ha contratado la familia de lady Crawford. El senor Rayburn me ha permitido, amablemente, estar presente durante sus indagaciones. -Contemplo a Daniel con una mirada firme y unos ojos tan oscuros que resultaba imposible distinguir la pupila del iris-. Usted conocia a lady Crawford.
– Asi es.
– Intimamente.
Mas que una pregunta, se trataba de una afirmacion. Daniel mantuvo una expresion impasible y estudio a Gideon Mayne. Con sus adustas facciones, su ropa ligeramente arrugada y su oscuro cabello, que necesitaba un recorte, no podia considerarse guapo desde un punto de vista convencional, aunque tampoco podia decirse que no fuera atractivo. Sin embargo, tenia un aire intimidatorio que sugeria que no dudaria en utilizar su considerable tamano y su fuerza en caso necesario. La verdad era que parecia que acabara de tumbar a una docena de hombres y que no le importaria hacerlo otra vez. Empezando por el.
– No tengo por costumbre hablar de mis relaciones intimas, senor Mayne.
– Estamos ante una investigacion por asesinato, lord Surbrooke, no buscando carne de canon para posibles cotilleos -declaro el detective manteniendo su adusta expresion.
Sin hacer caso de la actitud de aquel hombre, Daniel, de una forma deliberada, conto mentalmente hasta diez antes de contestar.
– Blythe y yo somos… eramos viejos amigos.
?Cielos, no era posible que estuviera muerta!
– ?Y que tipo de amigos eran? -insistio Mayne.
– No veo que importancia tiene este hecho -declaro Daniel-. A menos que… -Enarco una ceja y traslado su mirada a Rayburn-. A menos que yo sea un sospechoso.
Mayne no lo nego y Rayburn lanzo una rapida y cenuda mirada al detective.
– Estamos formulando las mismas preguntas a todos los asistentes a la fiesta por si alguien vio algo que nos conduzca al asesino. -Rayburn saco una libretita del bolsillo interior de su chaqueta y pregunto-: ?Vio usted algo o a alguien que pueda considerarse sospechoso?
Daniel reflexiono durante varios segundos y nego con la cabeza.
– No. Como de costumbre, la fiesta era muy concurrida. No vi nada fuera de lo comun. ?Tienen alguna razon para sospechar que el culpable era uno de los invitados?
– En este momento, no tenemos ninguna razon para creer nada, salvo que nos encontramos ante el asesinato de una mujer -interrumpio Mayne-. Un testigo ha declarado que usted estuvo hablando con lady Crawford ayer por la noche.
– Asi es. Intercambiamos algunas palabras.
– ?En la terraza? -pregunto Rayburn.
Cuando Carolyn se fue, Daniel se quedo en la terraza durante cerca de media hora, perdido en sus pensamientos. Blythe se acerco a el sacandolo de sus solitarias reflexiones.
– ?De que estuvieron hablando?
– De nada importante. Del tiempo, la fiesta… Sobre una velada musical a la que nos habian invitado a los dos la semana que viene…
– ?Durante cuanto tiempo estuvieron juntos?
– No mas de cinco minutos. El aire era fresco y humedo y ella cogio frio. La acompane de vuelta al interior y me fui.
– ?A que hora abandono usted la fiesta?
– No estoy seguro, pues no consulte mi reloj, pero yo diria que eran cerca de las dos de la madrugada.
– ?Y adonde fue?
Daniel arqueo las cejas.
– Aqui. Volvi a casa.
– ?Puede alguien corroborarlo? -intervino Mayne-. ?Su cochero o alguno de sus sirvientes, quiza?
– Me temo que no. Cuando llegue a la fiesta le dije a mi cochero que podia irse y regrese caminando a casa. Cuando llegue mis empleados estaban durmiendo.
– ?Incluso su mayordomo y su ayuda de camara?
– Me temo que si. Barkley y Redmond ya no son jovenes. No les exijo que me esperen despiertos.
Rayburn realizo unas anotaciones en su libretita y levanto la mirada.
– ?Conoce a alguien que quisiera hacerle dano a lady Crawford?
– No. Era una mujer agradable y encantadora. Seguro que su asesino era un atracador.
– Es posible -contesto Rayburn-, aunque esta claro que el robo no era el motivo de su muerte.
– ?Por que lo dice? -pregunto Daniel.