– Yo… Gracias -declaro Carolyn, incapaz de ocultar la sorpresa que sentia-. Me encanta la miel.
– Lo se.
– ?Lo sabe? ?Como?
– Lo menciono usted durante una de nuestras conversaciones en la fiesta de Matthew.
– ?Ah, si? -murmuro ella mucho mas complacida de lo que deberia sentirse por el hecho de que el recordara aquel pequeno detalle-. No me acuerdo.
– Yo queria regalarle algo, pero no estaba seguro de que. Entonces usted me dijo que preferiria un regalo que me recordara a usted. Y la miel me recuerda a usted -declaro el con suavidad-. Es del mismo color que su pelo.
Carolyn fruncio el ceno. Seguro que ella no le habia dicho algo tan… directo.
– ?Cuando le dije eso?
El alargo el brazo y toco con delicadeza un tirabuzon del cabello de Carolyn. Y a ella, aquel gesto tan intimo le corto la respiracion.
– Ayer por la noche. En la terraza. -Su mirada parecio traspasar la de Carolyn-. Galatea.
Carolyn sintio como la sangre abandonaba, materialmente, su cabeza dejando solo un zumbido en sus oidos. ?Cielo santo! ?No habia creido, un minuto antes, que la visita no podia ser peor? Si, si que lo habia creido.
Y, obviamente, se habia equivocado mucho. Pero mucho.
Capitulo 6
Antes de llegar a un acuerdo con lord X, yo creia que conocia bien lo que era el placer fisico. Sin embargo, despues del primer beso sospeche que no sabia tanto como creia. Y despues del segundo estaba convencida de no saberlo; porque nunca habia deseado un tercer beso con tanto anhelo.
por una Dama Anonima
Al ver que el color desaparecia del cutis de Carolyn, la mandibula de Daniel se puso en tension. Resultaba evidente que estaba atonita, y no de una forma placentera. La decepcion lo invadio seguida, de inmediato, por un agudo ataque de celos. Y algo mas que no pudo identificar con exactitud aparte de saber que lo hacia sentirse como si le hubieran arrancado un pedazo del corazon. A juzgar por la reaccion de Carolyn, ella no sabia que habia sido el a quien habia besado.
?Maldicion! ?Quien demonios creia que era el salteador de caminos? Daniel no lo sabia, pero estaba decidido a averiguarlo. Sin embargo, antes de que pudiera preguntarselo, ella se humedecio los labios y esa vision momentanea de su lengua lo distrajo. Apenas se habia recuperado cuando ella le pregunto:
– ?Como sabia que Galatea era yo?
– No me resulto dificil. Por su forma de comportarse, la curva de su barbilla, su risa. Usted es… inconfundible.
Durante varios y largos segundos, ella lo examino a traves de aquellos bonitos ojos suyos que a Daniel le recordaban un cielo de verano sin nubes. Entonces, sin pronunciar una palabra, ella se levanto y se dirigio a la chimenea. Tras dejar el frasco de miel sobre la repisa, se mantuvo de espaldas a Daniel y parecio contemplar las llamas.
– ?Desde cuando sabia que era yo? -pregunto Carolyn con calma.
El titubeo. Su orgullo, herido por el hecho de que ella no lo reconociera en la fiesta, exigia que no admitiera que el si que la habia reconocido a ella desde el principio y que le dijera que no lo habia adivinado hasta despues de haberla besado. Si ella fuera cualquier otra mujer, esta mentira habria salido de sus labios sin ningun reparo. La seduccion no era mas que una serie de juegos intrincados que el sabia muy bien como jugar. De la misma forma que sabia reservarse la opinion y revelar lo menos posible de si mismo a sus amantes. En el juego del amor, la informacion era como la municion. El hombre que daba a una mujer demasiada informacion sobre si mismo se arriesgaba a que le pegaran un tiro.
Pero tratandose de Carolyn la mentira se quedo atascada en la garganta de Daniel, negandose a ser pronunciada. Por el bien de su maltratado orgullo, Daniel incluso tosio en un intento de desatascar su garganta, pero esta se nego a obedecerlo dejandolo con una unica opcion: contarle la verdad desnuda. Eso era inusual en el, pero, sencillamente, no tenia otra alternativa. Daniel no conseguia comprender por que se sentia de esa manera, por que no tenia ninguna otra opcion y la verdad era que odiaba sentirse tan confuso. Pero como esa era la mano que le habia tocado, no tenia mas remedio que jugarla. ?Mierda, no le extranaba que nunca le hubieran gustado los juegos de cartas!
Se puso de pie y se acerco a la chimenea deteniendose justo detras de Carolyn. La piel de ella despedia un suave aroma a flores que incito sus sentidos y Daniel inhalo hondo. ?Cielos, que bien olia! Como un jardin en un dia soleado.
La mirada de Daniel se quedo clavada en la nuca de Carolyn. Aquella columna de piel cremosa flanqueada por dos tirabuzones de color miel, artisticamente separados de su cabello recogido, se veia tan suave, tan vulnerable… ?Tan apetecible al tacto…!
– Supe que era usted en cuanto la vi -reconocio Daniel en voz baja.
Incapaz de resistirse, toco con la yema de un solo dedo la tentadora piel de Carolyn, disfrutando al descubrir que era tan suave como parecia.
Saboreo el subito respingo que realizo ella asi como el ligero temblor que la recorrio.
– Era completamente consciente de que era usted con quien hablaba -continuo Daniel mientras deslizaba con delicadeza la yema de su dedo por la suave curva de la nuca de Carolyn-. Usted con quien bailaba. -Avanzo hasta que la parte frontal de su cuerpo rozo la espalda de ella y deslizo los labios por la piel que su dedo acababa de explorar-. A usted a quien besaba.
Ella permanecio totalmente inmovil, de hecho, parecia que habia dejado de respirar. Una profunda satisfaccion invadio a Daniel. Excelente. Por culpa de Carolyn el comprendia perfectamente aquella sensacion. Cada vez que pensaba en ella, las imagenes sensuales que le inspiraba hacian que, durante varios segundos, sintiera que sus pulmones habian dejado de funcionar.
Le rodeo la cintura con los brazos y la acerco levemente a su cuerpo mientras deslizaba los labios por su cuello e inhalaba… despacio, profundamente, ahogando sus sentidos en su suave aroma floral, en la excitante y casi dolorosa sensacion de tenerla en sus brazos. Y, como le ocurria cada vez que estaba cerca de ella, su refinamiento se esfumo sumergiendolo en una lucha contra la necesidad imperiosa de apretarla con fuerza contra su cuerpo, de acorralarla contra la pared mas cercana… o inclinarla sobre la silla mas proxima… o acostarla en el sofa o, simplemente, tumbaria en el suelo. Cualquier cosa que le permitiera satisfacer aquel fuego ardiente que lo abrasaba cada vez que la tocaba. Un fuego que ardia todavia con mas intensidad ahora que habia probado su sabor.
El esfuerzo que realizo para no ceder al deseo que lo consumia hizo que se echara a temblar, asi que cerro brevemente los ojos obligandose a recobrar el dominio de si mismo. ?Por el amor de Dios, si apenas la habia tocado! Nunca habia experimentado una necesidad tan apremiante de poseer a una mujer. Sin embargo, su voz interior le advertia que no fuera demasiado rapido con Carolyn, pues corria el riesgo de asustarla, como habia ocurrido la noche anterior.
Se aparto un poco y la hizo girarse con suavidad para mirarla a la cara. Al ver el vivo color de su piel y su expresion sofocada, no albergo la menor duda de que ella estaba tan alterada como el. ?Gracias a Dios!, porque la proxima vez que la besara ella sabria con toda certeza que era el quien lo hacia.
Alargo el brazo y deslizo con dulzura los dedos por su suave mejilla.
– ?Quien creia usted que la habia besado ayer por la noche? -pregunto, formulando la pregunta que llevaba resonado en su mente desde el dia anterior, aunque odio tener que formularla.
Ella lo examino con una expresion indescifrable y el deseo con todas sus fuerzas poder leer sus pensamientos. Entonces, como si acabara de darse cuenta de que estaban tan cerca el uno del otro y de que las manos de el reposaban en su cintura, Carolyn se aparto poniendo varios centimetros de distancia entre ellos, centimetros que