Lord Surbrooke y Samuel se fueron dejandola a solas con Katie. Carolyn le sonrio de una forma tranquilizadora e hizo lo posible por ocultar la compasion que la embargaba. ?Santo cielo, la pobre muchacha era un amasijo de cortes y morados!

– Mi padre es medico y aprendi mucho de el -declaro Carolyn con voz suave mientras sumergia un pano limpio en un cuenco de ceramica lleno de agua tibia-. Si te parece bien, me gustaria limpiarte y, despues, aplicar unguento y vendas a los cortes mas graves. Te prometo actuar con delicadeza. -Escurrio el trapo y extendio el brazo-. ?Puedo?

Katie titubeo y despues asintio.

Carolyn se puso manos a la obra. En primer lugar, limpio la suciedad de las manos de Katie. La muchacha tenia numerosos cortes en las palmas y los dedos los nudillos, en piel viva; y las unas, rotas.

– ?Esto te paso cuando te enfrentaste al ladron? -pregunto Carolyn mientras aplicaba unguento en la piel rasgada de los nudillos de Katie.

Hacia ya mucho tiempo que habia aprendido de su padre que hablar de algo intrascendente con el paciente ayudaba a que este no pensara en sus heridas.

– Si, milady.

– Eres muy valiente. Y por el aspecto de los nudillos le diste al rufian unos buenos golpes.

– Unos cuantos, pero no fueron suficientes. De todos modos consiguio escapar con todo mi dinero, aunque era poco. -Mientras Carolyn continuaba con sus cuidados, Katie susurro con voz temblorosa-: ?Cree que Samuel tiene razon? ?Que lord Surbrooke me contratara? Me cuesta creerlo, con todos estos cortes y morados. -Sus ojos hinchados se llenaron de lagrimas-. M' he mirado al espejo y se que tengo un aspecto horrible.

– Estoy segura de que Samuel no lo habria dicho si lord Surbrooke no se lo hubiera asegurado. Y, en cuanto a los cortes y los morados, se curaran.

Al oir estas palabras, Katie parecio relajarse un poco.

– Cuando Samuel entro en el callejon, no podia creermelo. Al principio, pense qu' era otro atracador o que queria hacerme dano, como suelen hacer los hombres. Sin embargo, resulto ser un angel.

– Le he oido decir que a el lo salvo su senor. ?Sabes a que se referia?

– ?Oh, si, milady! Samuel me lo conto todo en el carruaje que alquilo para que nos trajeran aqui. Estuvo hablando durante todo el camino. Nunca en mi vida habia conocido a un hombre que hablara tanto. Normalmente, es imposible sacarles mas d' una palabra o un grunido.

Carolyn se acordo de su amable aunque taciturno padre y sonrio.

– Los hombres pueden ser frustrantemente poco comunicativos -corroboro.

Katie asintio con la cabeza.

– Si, milady. Pero Samuel no es asi. Me lo conto todo sobre aquella noche fria y lluviosa en Bristol. Me conto que estaba enfermo y hambriento y que intento robar al conde. ?Se lo imagina? Pero no lo consiguio porque se desmayo. Justo a los pies del conde. Pero, en lugar d' entregarlo a la policia o dejarlo en la calle, como habria hecho cualquier otra persona, el conde cogio a Samuel en brazos y lo llevo a la posada en la que se hospedaba. ?No le parece increible?

Antes de que Carolyn pudiera responderle que si, que, en efecto, le parecia increible, Katie continuo:

– El conde llamo a unos medicos y s' aseguro de que se curaba. Y, cuando se curo, l' ofrecio un empleo. Con la condicion de que Samuel no volviera a robar. Y no lo ha hecho. ?Ni una vez! Si alguien me contara esta historia no la creeria, pero algo en Samuel m' inspira confianza. Y, por como m' ha ayudado, lo creo.

Carolyn levanto la vista del vendaje que estaba aplicando a la mano de Katie mientras aquella sorprendente informacion daba vueltas por su cabeza.

– Y ahora lord Surbrooke tambien te ha ofrecido un empleo a ti.

– Eso parece. Gracias a Samuel.

Una vez hubo terminado con las manos de Katie, Carolyn humedecio un trapo limpio y limpio con suavidad la cara de la joven.

– ?Cuanto tiempo lleva Samuel trabajando para lord Surbrooke? -pregunto Carolyn.

– Cerca d' un ano. Me conto maravillas de lord Surbrooke. No solo de cuando lo salvo, sino tambien de los perros.

– ?Los perros? -repitio Carolyn, desconcertada.

– Los llamo Rabon, Paticojo y Gacha. Por los… problemas que tienen.

– ?Problemas?

– Si, milady. Rabon perdio su cola, Paticojo perdio una pata y Gacha solo tiene una oreja, y esta la tiene…

– ?Gacha? -probo Carolyn.

– Si. Todos eran abandonados o los habian dado por muertos. Samuel encuentra a las pobres bestias y las trae a su senoria y juntos las salvan.

La sorpresa de Carolyn aumentaba por momentos. No tenia noticia de ese aspecto del caracter de lord Surbrooke, de que no solo habia salvado a un antiguo ladron, sino que le habia abierto las puertas de su casa y que, ahora, habia hecho lo mismo con Katie. Y que tambien ayudaba a rescatar animales heridos o abandonados. Ella creia que lord Surbrooke no era mas que un caballero ocioso que solo se preocupaba por su propio placer.

Estaba tan sorprendida que no pudo evitar comentarlo en voz alta.

– No tenia ni idea de que lord Surbrooke dedicara su tiempo y su dinero a esos fines.

– Es sorprendente -ratifico Katie. Entonces sus facciones se endurecieron-. Por lo que he visto, no muchos hombres en su posicion lo harian.

Carolyn no pudo desmentir su afirmacion.

– ?Que mas te conto Samuel?

– Que acababa d' encontrar otro cachorro y que l' habia puesto de nombre Pelon. Y que tienen mas perros, pero como son tantos, viven en la casa solariega del senor, en Kent. Y tambien estan los gatos, Guinos y Ladeo.

Carolyn se acordo del gato con un solo ojo que habia visto en el vestibulo.

– Creo que ya conozco a Guinos. ?Y que le pasa a Ladeo?

– Una pata mas corta que las otras, creo. Ademas de los gatos, tambien han recogido a unas cuantas ardillas y a una coneja, que enseguida tuvo varias crias.

– Debio de ser toda una sorpresa -declaro Carolyn, sonriendo mientras aplicaba unguento en un corte superficial que Katie tenia en una ceja.

– Desde luego. Y tambien esta el loro. Se llama Picaro, pero no se por que lo llaman asi. Llegamos aqui antes de que Samuel pudiera contarmelo.

– Da que pensar -murmuro Carolyn.

Katie realizo una mueca de dolor cuando Carolyn le aplico unguento en un morado que tenia en la mejilla.

– Lo siento -se disculpo Carolyn-. ?Te duele mucho?

El morado, hinchado y de color oscuro, se veia tierno y doloroso.

– No, milady. Al menos no tanto como algunos cortes que he recibido en otros momentos de mi vida.

A Carolyn el estomago le dio un vuelco al oir las terribles palabras de Katie. Antes de que pudiera recuperar la voz, alguien llamo a la puerta. Lord Surbrooke entro, seguido de Gertrude, la doncella de Carolyn, cuyas facciones maternales se oscurecieron de preocupacion cuando vio a Katie.

– Katie, esta es Gertrude, mi ama de llaves -declaro Carolyn-. Hace anos que cuida de mi y es una de las personas mas amables que conozco.

– Te he traido una de mis batas para que estes comoda, querida -declaro Gertrude. Unos mechones grises sobresalian de su gorra que, evidentemente, se habia puesto a toda prisa-. Despues me encargare de que te laven la ropa.

Katie pestaneo con sus hinchados parpados.

– Nadie m' habia servido nunca.

– Le he dado instrucciones a Barkley, mi mayordomo, para que te lleve a una de las habitaciones de los invitados -declaro lord Surbrooke-. Te enviare a mi sirvienta en cuanto llegue y le dire a la cocinera que te prepare un calcio.

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