– No se preocupe, milord, estaremos bien -declaro Gertrude ayudando a Katie a levantarse-. Yo me encargare de la joven.

Barkley estaba es posicion de firmes junto a la puerta. Sin duda, le habian advertido acerca del rechazo que Katie sentia hacia los hombres que no conocia, pues no realizo ningun intento de ayudarla. Solo guio a Gertrude y a Katie a la habitacion.

Carolyn, de pie junto a la chimenea, contemplo como lord Surbrooke cerraba la puerta del salon cuando los demas salieron. El suave chasquido que se produjo reverbero en la silenciosa habitacion. Durante varios segundos, el permanecio de cara a la puerta, con la cabeza inclinada, como si sostuviera una carga demasiado pesada. Se volvio y su mirada se encontro con la de Carolyn. Tocias las cosas inesperadas que Katie le habia contado cruzaron por la mente de ella, quien se sintio como si lo viera por primera vez.

El se paso las manos por la cara y esbozo un amago de sonrisa.

– Una noche llena de incidentes.

– Si…

Su respuesta se fue apagando a medida que el se acercaba a ella con lentitud, deteniendose cuando apenas los separaba la distancia de un brazo. El cuerpo de Carolyn parecio estirarse hacia el de lord Surbrooke, asi que ella afianzo los pies en el suelo para evitar avanzar hacia el eliminando el espacio que los separaba y que parecia, a la vez, excesivo e insuficiente. Estaba a punto de apretar los punos para no apartarle el mechon de pelo que caia sobre su frente, cuando el le cogio las manos con dulzura.

La calidez envolvio los dedos de Carolyn. La sensacion de las manos desnudas de el en contacto con las de ella envio oleadas de placer por todo su cuerpo.

– Gracias -declaro el con sus ojos azules y serios fijos en los de ella-. Ha sido muy amable ayudandonos.

– Ha sido un placer. ?Esa pobre muchacha…! Tiene mucha suerte de que sus heridas no hayan sido mas graves. -Su mirada busco la de lord Surbrooke-. ?Va a contratarla usted como sirvienta?

– Asi es.

– ?Necesita usted otra sirvienta?

Lord Surbrooke se encogio de hombros.

– En una casa de este tamano siempre va bien un poco mas de ayuda.

El tono despreocupado de su contestacion le demostro a Carolyn lo que ella ya sospechaba: que el no necesitaba otra sirvienta. Sin embargo, estaba dispuesto a ofrecerle un empleo a una joven desafortunada. Algo en el interior de Carolyn parecio transformarse, pero antes de que pudiera definir aquella sensacion, el le apreto las manos con suavidad y despues se las solto. Ella enseguida echo de menos la calidez de su piel contra la de ella.

– ?Quiere regresar ya a su casa? -pregunto el.

El sentido comun de Carolyn le indicaba que se fuera, que habia hecho todo lo que podia hacer para ayudar y que habia llegado la hora de irse. Pero su mente hervia de curiosidad con montones de preguntas que queria formularle a el acerca de si mismo. Evidentemente, habia juzgado mal al menos ciertos aspectos de su caracter. ?En que mas se habia equivocado? Solo habia una forma de averiguarlo. Y ella queria descubrirlo con todas sus fuerzas.

– Me quedare con Gertrude hasta que su cocinera y su sirvienta lleguen -declaro Carolyn.

Por la expresion de el, Carolyn no supo si su decision lo complacia o no. Un telon parecia haber caido sobre sus facciones.

– ?Puedo ofrecerle una bebida? -pregunto el, dirigiendose a una mesa de caoba en la que habia tres licoreras de cristal-. Me temo que no puedo ofrecerle un te hasta que llegue la cocinera, pero, si le apetece, tengo conac, oporto y jerez.

Mas por tener algo que hacer con sus inquietos dedos que porque quisiera beber, Carolyn respondio:

– Jerez, por favor.

Tras servir las bebidas, el volvio junto a ella y levanto su copa.

– Por… los vecinos. Y la amistad. Tiene usted mi gratitud por responder a mi peticion de ayuda. Sobre todo a una hora tan intempestiva.

Ella choco el borde de su copa con la de el y el tintineo del cristal resono en la habitacion.

– No me ha supuesto ningun esfuerzo. Todavia no me habia retirado.

El deslizo la mirada por el vestido de color aguamarina que Carolyn llevaba puesto, que era el mismo que vestia en la velada de los Gatesbourne.

– Ya veo. ?Nos sentamos?

La idea de sentarse con el en aquel acogedor sofa de aquella acogedora habitacion le resultaba demasiado… acogedora. Y tentadora.

– En realidad, me siento… -«Demasiado atraida hacia ti»- un poco inquieta.

Lo cual era cierto, aunque su inquietud no tenia nada que ver con aplicar unguento y vendas y todo con el.

– Inquieta. Si, yo tambien. -Daniel titubeo durante varios segundos y despues sugirio-: ?Y un paseo por el invernadero?

Esa idea parecia bastante segura.

Desde luego, mas segura que la tranquila intimidad del salon al calor del hogar.

Despues de todo, ?que podia suceder en una habitacion llena de plantas?

Carolyn sonrio.

– Un paseo por el invernadero suena de maravilla.

Capitulo 10

En una fiesta, despues de un vals durante el que el me desnudo y me hizo el amor con la mirada descaradamente, yo lo arrastre hasta una habitacion cercana y cerre la puerta con llave. Y deje que terminara lo que habia empezado en la pista de baile.

Memorias de una amante,

por una Dama Anonima

Daniel bebio su conac de un solo trago y realizo una mueca interior al sentir el calor abrasador que descendia por su garganta hasta su estomago. Lo ultimo que necesitaba era otra cosa que lo hiciera sentirse mas acalorado. La simple vision de Carolyn, alli, en el salon de su casa, bebiendo su jerez, era mas que suficiente para hacerle sentir como si estuviera en medio de un fuego abrasador.

Contemplo como ella bebia con delicadeza su jerez. ?Como conseguia estar tan guapa incluso haciendo algo tan mundano como beber? Su hambrienta mirada descendio por el cuerpo de Carolyn, atraida por la ondulacion de sus generosos pechos, que su vestido realzaba. Y siguio bajando por el favorecedor vestido que combinaba a la perfeccion con su piel color crema y sus ojos azules.

No se le ocurria ninguna otra mujer que hubiera respondido de inmediato y personalmente a su peticion de ayuda sin siquiera detenerse a cambiarse de vestido. Y que estuviera dispuesta a hacer de enfermera con una desconocida. Y que, ademas, tuviera los conocimientos para hacerlo. Todos estos aspectos dignos de admiracion se sumaban a su belleza. Entonces, lord Surbrooke se dio cuenta de que no necesitaba ningun otro aspecto para admirarla, que, de hecho, ya la admiraba mas que suficiente.

Sintio el peso de la mirada de Carolyn y levanto la vista. Y descubrio que ella contemplaba la abertura de su camisa con una expresion que indicaba que le gustaba lo que veia. Lord Surbrooke enderezo los hombros y cogio con mas fuerza la copa vacia para evitar coger a Carolyn entre sus brazos y besarla hasta que admitiera que lo queria tanto como el la queria a ella.

Carolyn levanto la vista y sus miradas se encontraron. El color escarlata que coloreo las mejillas de ella dejo claro que era consciente de que el la habia pillado contemplandolo. Carolyn dio un sorbo rapido a su jerez y dejo la copa sobre la mesa de caoba.

El hizo lo mismo y salieron de la habitacion dirigiendose, por el pasillo en penumbra, hacia el invernadero. Daniel vio, por el rabillo del ojo, que ella se retorcia los dedos de las manos, senal de que sentia la misma y

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