– Pues eso es, exactamente, lo que se supone que le paso a Galatea -declaro el con el tono de voz mas despreocupado y alegre que pudo conseguir-. El placer ha sido todo mio.
– No, en absoluto. -Carolyn se desperezo debajo del cuerpo de Daniel y una sonrisa ilumino su cara-. Me siento maravillosamente bien. Pero me muero de hambre. ?Tus planes para esta tarde incluyen algo de comer?
– De hecho, si. Ahora que ya me has seducido, ?nos vestimos y procedemos con mis planes?
– De acuerdo, aunque me siento algo decepcionada por el hecho de que tus planes requieran que nos vistamos.
– Dejaras de estarlo cuando veas adonde vamos y lo que he planeado. Pero, en cuanto a lo de vestirse…
– ?Si?
Daniel le estampo un rapido beso en los labios.
– No te pongas calzones.
Capitulo 14
Dada la ardiente naturaleza de nuestra pasion, crei que se quemaria con la misma rapidez con la que se habia encendido, pero pronto descubri que, cuanto mas lo veia, mas lo queria. Y no importaba cuantas veces lo viera, nunca era suficiente.
por una Dama Anonima
?Santo cielo, no llevaba calzones!
Carolyn intento concentrarse en el bullicioso escenario de la calle mientras el elegante carruaje de Daniel recorria Park Lane, pero en lo unico en lo que podia pensar era en que estaba sentada frente a su amante sin ropa interior. Miro a la gente que paseaba por Hyde Park y no vio a nadie. Pero si que se visualizo corriendo las cortinas de terciopelo granate del carruaje, creando, asi, un clima de acogedora intimidad y pidiendole a Daniel que apagara el implacable fuego que habia encendido en su interior.
?Que le estaba sucediendo? Ella habia disfrutado de una relacion profundamente apasionada con Edward; sin embargo, en
aquel momento, aquellos recuerdos parecian casi sosos comparados con el apetito que sentia por Daniel, que casi rayaba en… la voracidad.
– Tengo una noticia para ti.
La voz de Daniel la saco de su fantasia erotica y Carolyn se volvio hacia el. En lugar de mirarla con su habitual y seductora calidez, sus ojos azul oscuro estaban serios.
– ? Que tipo de noticia? -pregunto ella, apartando a un lado sus pensamientos lascivos.
– Gideon Mayne me visito esta manana. Rayburn y el encontraron a Tolliver ayer por la noche en su casa. El conde apestaba a alcohol y se habia desmayado en su estudio. Tenia una pistola en la mano y se lo llevaron detenido.
– ?Gracias a Dios! -Carolyn se llevo una mano al estomago-. O sea, que fue el quien te disparo.
Una mezcla de miedo y nauseas la invadio al pensar en la posibilidad de que lord Tolliver hubiera tenido exito.
– Si, pero casi te mato a ti.
Carolyn recordo la sensacion de la bala silbando junto a su cara y se estremecio.
– ?Ha confesado?
– No. Insiste en que es inocente. Afirma que ayer por la noche no salio de su casa y que la pistola era para el, para quitarse la vida. -Un musculo se agito en la mandibula de Daniel-. Segun Mayne, ninguno de los criados de Tolliver lo vio salir de la casa, pero como todos se retiraron hacia las once, tampoco pueden asegurar que el no saliera despues de esa hora.
– Sorprende que un hombre con tan poca etica como ha demostrado tener lord Tolliver mienta acerca de haberte disparado o no -declaro Carolyn.
– Estoy de acuerdo. Seguire manteniendo la guardia en alto, pero creo que esta claro que tenemos a nuestro hombre. Queria decirtelo nada mas verte, pero… -Sus ojos se oscurecieron-. Me distrajiste.
Ella levanto una ceja.
– Mmm. Eso suena como una autentica queja.
Daniel se inclino hacia ella y le apreto con ligereza una de sus enguantadas manos. El calor subio por el brazo de Carolyn.
– Mi unica queja es que, ahora mismo, no estemos tan ocupados como antes. -Rozo con las yemas de los dedos la sensible piel del interior de la muneca de Carolyn, justo por encima del borde del guante-. Eres… increible.
– Palabra que yo tambien podria utilizar para describirte a ti, milord.
Daniel realizo un chasquido con la lengua.
– Supongo que no has olvidado que esta formalidad ya no es necesaria entre nosotros.
Como si quisiera demostrar su punto de vista, deslizo un dedo por debajo del borde del guante de Carolyn y le acaricio con lentitud la palma de la mano.
Carolyn dio un respingo a causa de la intimidad del gesto de Daniel y sacudio la cabeza.
– No lo he olvidado -declaro con un susurro tembloroso.
?Santo Dios, aunque viviera cien anos, no olvidaria los momentos que habia compartido con Daniel!
– Claro que…, si te hubieras olvidado -continuo el con su apasionada mirada clavada en la de Carolyn-, supongo que tendria que recordartelo. -Exhalo un suspiro exagerado-. Tarea terrible, por cierto, pero me esforzaria en realizarla como un hombre.
Decidida a no dejarle llevar la voz cantante, Carolyn se inclino hacia delante y apoyo la mano que tenia libre en la rodilla de Daniel.
– Te aseguro que no corro el peligro de olvidarlo, Daniel. -Subio con lentitud la mano por su pierna-. Sin embargo, me gustaria que me lo recordaras. Siempre que quieras. Y en cuanto a lo de realizarla como un hombre… -Acaricio con los dedos el bulto de sus pantalones disfrutando del respingo que solto el-. Me muero de ganas por descubrir como la realizarias exactamente.
Los ojos de Daniel parecian despedir humo.
– Yo tambien me muero de ganas de descubrir lo mismo respecto a ti.
– ?Que bien que estemos de acuerdo!
– Yo diria que «bien» es una palabra sosa para describir cualquier cosa que suceda entre nosotros, milady, pero supongo que servira. De momento.
– ?Milady? -Carolyn copio el chasquido que Daniel habia realizado antes y repitio sus palabras-. Supongo que no has olvidado que esta formalidad ya no es necesaria entre nosotros.
– No lo he olvidado. De hecho, aunque viviera hasta el proximo siglo, nunca olvidaria lo que hemos compartido.
Sus palabras reflejaban con tanta exactitud lo que ella habia pensado antes que, de una forma ridicula, Carolyn se pregunto si el le habia leido la mente.
– Cuando estabamos en tu salon, dijiste que tenias una confesion que hacerme -declaro Daniel mientras seguia acariciando la piel de Carolyn por debajo del guante con un ritmo lento y hechizador-, pero no me la contaste. Te lo habria preguntado entonces, pero estaba… esto… distraido.
Carolyn deslizo la mano por la parte interior del muslo de Daniel.
– Te robe los pantalones.
Al sentir su caricia, Daniel dirigio una mirada significativa a la mano que Carolyn deslizaba por su muslo y sus musculos se contrajeron.
– Es evidente que no. Por desgracia.
Ella se echo a reir.
– ?No estos pantalones! Y tampoco hoy. Fue durante la fiesta de Matthew. Las mujeres ideamos una caza de