– Si, claro, «galletas» si que lo entiendes, ?no?

Gacha volvio a ladrar y, en esta ocasion, Paticojo, Rabon y Pelon se unieron a ella. Carolyn se echo a reir.

– Por lo visto la palabra «galletas» forma parte del lenguaje universal.

– Eso parece -confirmo Daniel.

Entonces se volvio hacia Barkley, quien seguia en su puesto, cerca de la puerta. El mayordomo miraba a Carolyn con fijeza y con una expresion de bobo que indicaba que, tambien el, la encontraba encantadora. ?Santo cielo! ?Existia algun hombre con sangre en las venas que no cayera presa del hechizo que ella parecia ejercer? Por lo visto no, porque, por lo que Daniel sabia, Barkley era inmune a las artimanas femeninas. Al menos, mientras estaba de servicio.

– Te en el salon, por favor -le dijo Daniel al mayordomo.

Barkley parpadeo, como si saliera del mismo tipo de trance al que habia sucumbido Daniel. Lo cierto era que parecia estar tan aturdido que Daniel estuvo a punto de echarse a reir.

– Si, milord.

– ?Como le ha ido a Katie durante mi ausencia? -pregunto Daniel.

– Muy bien, milord. Ya esta levantada y se encuentra mucho mejor. Mary ha estado con ella en todo momento y la esta instruyendo en las labores de la casa. Y Samuel la cuida como si fuera la corona real.

Si, aquella misma manana, Daniel se habia dado cuenta de las atenciones que su criado prodigaba a Katie. Era evidente que lo que sentia por ella era mas que la simple preocupacion. El muchacho estaba loco por ella.

Loco por ella… La mirada de Daniel se poso en Carolyn.

«Se, exactamente, como se siente.»

Daniel fruncio el ceno al oir los susurros de su voz interior. ?Menuda estupidez! El no estaba loco por Carolyn. Estar loco por alguien implicaba que el corazon de uno estaba involucrado, y el suyo no lo estaba en absoluto. El solo la… deseaba. De acuerdo, la deseaba mucho, pero solo eso. Nada mas que eso. Solo un loco se enamoraria de una mujer cuyo corazon pertenecia a otro hombre.

Apartando de su mente la ridicula idea de que estaba loco por Carolyn, Daniel la condujo hasta el salon. Los perros los siguieron dando brincos, y los gatos lo hicieron a un paso mucho mas relajado.

– ?Asi que esta es toda tu familia? -pregunto Carolyn.

– Estos son todos los peludos que viven conmigo. Tambien hay un demonio emplumado que responde al nombre de Picaro, pero no se merece ser presentado a una dama.

– ?Ah, si! Me acuerdo de que Katie menciono a un loro. Siento mucha curiosidad por saber por que lo llamais asi. Me gustaria conocerlo.

Daniel tosio para esconder su risa horrorizada.

– Lo siento, pero me temo que no puedes conocer a Picaro.

Carolyn enarco las cejas.

– ?Y me lo dice un hombre que me aseguro que accederia a cualquier peticion que le formulara?

– No creo que te interese conocer a Picaro. Antes vivia en un bar frecuentado por tipos desagradables que le ensenaron frases muy inadecuadas. Te aseguro que el nombre le va de perlas.

Carolyn se detuvo y puso los brazos en jarras. Daniel oyo un repiqueteo ahogado y se dio cuenta de que lo producia la punta del zapato de Carolyn sobre la alfombra.

– No he oido nunca hablar a un pajaro. Estoy segura de que es encantador.

– Es un peligro publico.

– Considerame advertida.

– Te impresionara.

– No soy tan delicada como crees. Quiza pueda ensenarle algunos modales.

– Lo dudo. Es muy tozudo. -Al percibir la determinacion que reflejaba la mirada de Carolyn, Daniel entrecerro los ojos-. ?Siempre eres tan obstinada?

Carolyn levanto un poco mas la barbilla.

– Ocasionalmente. Cuando quiero algo.

– ?Quieres saber que es lo que yo quiero?

Sin darle tiempo a responder, la apreto contra el y le dio un beso en la boca. Carolyn jadeo y separo los labios y Daniel profundizo el beso mientras su lengua exploraba la deliciosa seda caliente de su boca. Carolyn se fundio en el, le rodeo el cuello con los brazos y unio su lengua a la de el. Un gemido vibro en la garganta de Daniel. ?Como habia sobrevivido al ultimo cuarto de hora sin besarla?

La apreto mas contra el, perdido en su aroma y su ser, y la beso como si estuviera muerto de hambre y ella fuera un manjar. El cuerpo de Daniel se endurecio. Entonces apoyo una mano en la seductora curva de las nalgas de Carolyn y se froto contra ella. ?Cielo santo, sabia tan bien y se sentia tan a gusto con ella…!

Una serie de ladridos atraveso la neblina de deseo que lo envolvia y Daniel levanto la cabeza poco a poco. Y al ver la cara sonrojada de Carolyn y sus labios humedos e hinchados por el beso, solto un gemido. Ella abrio los ojos y Daniel se hundio en la excitada profundidad de su mirada. A continuacion lanzo a sus cuatro perros, quienes lo miraban con curiosidad, una mirada iracunda. Una parte de el queria hacerlos desaparecer por interrumpir su beso, aunque tuvo que admitir que, si no lo hubieran hecho, habria empujado a Carolyn contra la pared del pasillo, le habria levantado las faldas y habria escandalizado a toda la casa.

Maldicion, ?que le pasaba? El modo en que ella lo privaba de su autodominio era inquietante y molesto, y se estaba convirtiendo en un autentico problema. ?Como podia hacer que perdiera la nocion del tiempo y el espacio de aquella forma?

– ?Cielos! -murmuro Carolyn reclamando su atencion-. Eres muy bueno en esto.

Daniel contuvo el sonido que crecio en su garganta. Aunque se sentia halagado por lo que ella habia dicho, en realidad se sentia como un adolescente torpe y burdo.

– Yo podria decirte lo mismo.

Carolyn parecio recordar, de repente, donde estaban y retrocedio un paso, y Daniel, aunque no deseaba hacerlo, se obligo a soltarla. Aunque solo fuera para demostrarse a si mismo que podia hacerlo.

– Puesto que estas decidida a conocer a Picaro, ?vamos a verlo ahora? -pregunto Daniel.

Carolyn esbozo una sonrisa de medio lado.

– Crei que acababa de conocerlo.

– Me refiero al loro.

– ?Ah! En ese caso, acepto.

Siguieron recorriendo el pasillo con los perros pisandoles los talones. Cuando entraron en la biblioteca, los recibio un potente garrido. Guinos y Tippy se sentaron a los pies de la gran jaula abovedada del colorido pajaro mirandolo con el celo con que un atracador observaria una bolsa llena de dinero.

– Lady Wingate, este es Picaro. Y no digas que no te lo adverti.

– Hola, Picaro -saludo Carolyn.

Picaro recorrio, de un extremo al otro, el travesano de la jaula y clavo sus ojos redondos y negros en Carolyn.

– Levantate las faldas, fresca.

Daniel se pellizco el puente de la nariz y sacudio la cabeza. Sabia que estaban cometiendo un error.

– ?Vaya, si que eres picaro! -exclamo Carolyn.

– Bajate los calzones, meretriz -sugirio Picaro.

– Me temo que no va a ser posible -contesto Carolyn con toda tranquilidad-, pues no los llevo puestos.

Daniel casi se atraganto de la risa. Carolyn le lanzo una mirada de medio lado.

– ?Estas seguro de que aprendio todo esto en un bar y no de ti?

Daniel se llevo las manos al corazon.

– Te lo juro. Yo le habria ensenado frases utiles.

– Mmm. Yo diria que, en tu opinion, «levantate la falda» y «bajate los calzones» son frases muy utiles.

Daniel se coloco detras de Carolyn y le rodeo la cintura con los brazos.

– ?Es una oferta?

– Desde luego que no. Sobre todo, porque, como acabo de explicarle a tu loro, no llevo puestos los calzones.

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