invitacion. Era muy consciente de la reputacion de lord Surbrooke y no experimentaba el menor deseo de decir o hacer nada que pudiera hacerle creer que podria contemplar la posibilidad de ser su proxima conquista.
Claro que era muy posible que el no supiera quien era ella. ?Acaso el senor Jennsen no le habia dicho que el nunca la habria reconocido? Contemplo los ojos de lord Surbrooke y solo percibio deseo, pero ningun signo de que la hubiera reconocido. Sin duda, un hombre con tantas amantes en el pasado como se decia que habia tenido, miraba a todas las mujeres de la misma forma. Lo mas probable era que, simplemente, le hubiera atraido su disfraz o, todavia mas, que ella fuera la doceava mujer a la que hubiera mirado con aquel mismo ardor y le hubiera pedido un baile aquella misma noche.
Aun asi, la idea de estar en el completo anonimato encendio un extrano fuego en el interior de Carolyn. Si aceptaba la invitacion de lord Surbrooke, que seria su primer baile en los brazos de un hombre distinto a Edward, se sentiria mas comoda oculta detras de una mascara.
Antes de que pudiera responder, una mano grande y calida la cogio por el codo.
– ?Desea bailar con el o prefiere que se vaya? -le pregunto el senor Jennsen en voz baja y cerca de su oreja.
– Le agradezco su interes, pero lo conozco y creo que aceptare su invitacion -contesto ella, igualmente en voz baja. Entonces vio que una mujer se aproximaba y realizo una mueca-. Preparese, senor pirata, una damisela en peligro esta navegando hacia su lado de babor con gran interes en la mirada.
– ?Ah, si? Justo mi tipo de mujer favorita. ?Sabe quien es?
Como la mujer llevaba puesta una mascara muy pequena, a Carolyn le resulto muy facil identificarla.
– Se trata de lady Crawford -le indico al senor Jennsen-. Es viuda y muy guapa, por cierto.
– Entonces la dejo para que disfrute usted de su velada, milady.
Jennsen realizo una reverencia formal, saludo con una inclinacion de la cabeza al salteador de caminos y se volvio hacia la damisela.
Carolyn miro a lord Surbrooke, quien contemplaba la espalda del senor Jennsen con el ceno fruncido, pero enseguida volvio su atencion hacia ella y le ofrecio el brazo.
– ?Bailamos?
Carolyn titubeo unos instantes, asaltada por la duda ahora que habia llegado el momento. Se sentia dividida entre una necesidad repentina y casi incontenible de salir corriendo, regresar a la seguridad de su tranquila existencia y seguir instalada en sus recuerdos, y el deseo, igualmente intenso, de salir de las sombras.
«Ha llegado la hora de continuar con tu vida -le susurro su voz interior-. ?Tienes que seguir adelante!»
– Le advierto que yo no muerdo -declaro el salteador de caminos con voz divertida-. Al menos, no con frecuencia.
Carolyn fijo la mirada en su sonrisa de medio lado y, durante varios segundos, sus pulmones dejaron de funcionar. Al final, dejo de someterlo a su distraido examen y le devolvio la sonrisa.
– Si, usted solo roba y atraca.
– Solo cuando la ocasion lo requiere. Esta noche la ocasion requiere bailar un vals… ?Espero! -Cogio la mano de Carolyn y rozo con sus labios el torso de sus dedos enguantados-. Con la mujer mas guapa de la sala.
Un hormigueo ardiente recorrio el brazo de Carolyn, reaccion que la alarmo y, al mismo tiempo, la molesto y la intrigo. Resultaba ridiculo sentirse halagada por las palabras de un granuja tan experimentado. Sin embargo, una parte diminuta y femenina de ella no pudo evitar disfrutar del cumplido. Extrayendo valor tanto de la abierta admiracion de lord Surbrooke hacia ella como del anonimato, Carolyn senalo, con un gesto de la cabeza, las parejas que daban vueltas y mas vueltas en la pista.
– El vals nos espera.
Nada mas pisar la pista de baile, y antes de que Carolyn pudiera realizar una respiracion completa, unos brazos fuertes la rodearon y la arrastraron a la corriente de bailarines que giraban sobre si mismos y formando un circulo. Carolyn dio un ligero traspies, aunque no estaba segura de si se debia a los pasos del baile, que hacia tanto tiempo que no practicaba, o a la desacostumbrada y perturbadora sensacion de que los brazos de un hombre la sostuvieran. Sin embargo, el salteador de caminos la sujeto con firmeza y ella enseguida recupero el equilibrio.
– No se preocupe -declaro el con dulzura mientras su calido aliento rozaba la oreja de Carolyn y enviaba un placentero escalofrio por su espina dorsal-. No permitire que se caiga.
Y, con esas palabras, la deslizo por la pista girando sobre si mismos. Los otros bailarines y el resto de la habitacion se disolvieron en un borron de color que daba vueltas y mas vueltas alrededor de ellos. Lo unico que permanecio claro para Carolyn fue el rostro enmascarado de lord Surbrooke. Y sus ojos, que estaban clavados en los de ella. Carolyn se sintio totalmente rodeada por el. Y totalmente euforizada.
Los dedos largos y fuertes de lord Surbrooke rodeaban los de Carolyn y les transmitian su calor incluso a traves de los guantes de ambos. Y su otra mano, aunque descansaba en la postura correcta y en el lugar adecuado, en la parte baja de la espalda de Carolyn, parecia marcarle la piel como si fuera un hierro candente. Una sensacion de ahogo invadio a Carolyn quien, incapaz de hacer otra cosa, se dejo llevar. ?Como podia haber olvidado lo mucho que le gustaba bailar?
El la condujo con maestria, sin esfuerzo, y Carolyn, rodeada por el circulo de sus fuertes brazos, se sintio volar, como si sus pies flotaran a varios centimetros del suelo. Una sensacion vertiginosa de ligereza casi magica la recorrio, y una risa ahogada escapo de sus labios. Las conversaciones, las risas y la musica sonaban a su alrededor, pero todo se desvanecio en la nada. Todo salvo el. Su mirada fija en la de ella. El movimiento de su musculoso hombro bajo la palma de su mano. El roce de su pierna con la falda de su vestido. La forma en que los dedos ligeramente separados de su mano acariciaban con lentitud su espalda mientras la apretaban contra el un poquito mas en cada vuelta.
Su refrescante aroma, una agradable mezcla de lino limpio y jabon perfumado, inundo los sentidos de Carolyn embargandola con el inquietante y sobrecogedor deseo de acercarse mas a el, hundir la cara en su cuello y aspirar profundamente.
Salvo por el pequeno detalle de que, en aquellos momentos, aspirar profundamente constituia un problema para ella. Unos jadeos erraticos que coincidian con los igualmente erraticos latidos de su corazon, escapaban de sus labios entreabiertos. Una sensacion de pura euforia mezclada con una percepcion ardiente y embriagadora de el la invadian. Se sentia mas viva de lo que se habia sentido en los tres ultimos y largos anos.
Lord Surbrooke la condujo hasta el borde de la pista y se detuvo. Carolyn, desilusionada, se dio cuenta de que la cancion habia terminado. ?Como era posible que no se hubiera dado cuenta? Durante varios segundos, los dos permanecieron inmoviles, como congelados en una pose de un baile sin movimiento, con la mirada de uno fija en la del otro. El calor de las manos de lord Surbrooke la quemaba y ella no podia moverse. No podia respirar. Solo podia mirarlo. Y sentir… Sentir como el la sostenia en sus brazos. Y su mano acogia la suya. Y su otra mano se apoyaba en su espalda. Y su cuerpo estaba tan proximo al de ella…
El sonido de unos aplausos de agradecimiento interrumpieron el trance en el que Carolyn habia caido, y lord Surbrooke la solto poco a poco. Ella salio bruscamente de su estupor, aparto su mirada de la de lord Surbrooke y se unio a los aplausos de cortesia hacia los musicos.
– ?Le gustaria beber algo, encantadora diosa? -pregunto la voz grave y cautivadora de lord Surbrooke junto a la oreja de Carolyn-. ?O quiza prefiere salir a la terraza para respirar un poco de aire fresco?
Un poco de aire fresco le parecio a Carolyn no solo apetecible, sino esencial, aunque sospechaba que la presencia de lord Surbrooke no la ayudaria en absoluto a recuperar el aliento. El deseo de salir a la terraza con el era tan tentador que la aturdio y, al mismo tiempo, la incomodo. De todos modos, ?por que no habria de hacerlo? De hecho, no estarian solos. Seguro que otras parejas habian salido a tomar el aire.
– Un poco de aire fresco me sentara de maravilla -murmuro Carolyn.
El le tendio el brazo y aunque ella apoyo, con toda correccion, la punta de los dedos en el antebrazo de el, de algun modo, nada de todo aquello parecia correcto. Lo cual resultaba del todo ridiculo. No habia nada malo en que hablara con lord Surbrooke. Ni tampoco en que bailara con el. Ni en que tomara un poco el aire con el. Al fin y al cabo el era… un amigo.
Aun asi, una sensacion de nerviosismo y excitacion la invadio. Una sensacion que no recordaba haber experimentado nunca antes. Sin duda, se debia a los disfraces y las mascaras que ocultaban su identidad. Ella solo habia asistido a otro baile de disfraces antes y de eso hacia muchos anos, fue poco despues de su matrimonio. Asi que las inesperadas oleadas de acaloramiento se debian solo a que se trataba de una experiencia nueva. Claro que tambien podian deberse a que en las Memorias de una amante, la autora describia un