Si el se hubiera sentido capaz de hablar, habria expresado un sentimiento similar, aunque lo que habria dicho el seria algo parecido a: «Por todos los infiernos, ?que demonios ha ocurrido?»
– No tenia ni idea -susurro ella-. Me lo habia preguntado…, pero jamas lo habia sospechado…, ni en mis mas descabellados suenos. -Y emitio un suspiro largo y placentero, que reboto contra su piel-. Oh, Dios…
El fruncio el ceno. Por sus palabras parecia como si ella nunca hubiera sido besada, antes. Pero seguro que una mujer que habia dibujado a un hombre desnudo habia sido besada. Aunque habia algo demasiado inocente en ella. Y la respuesta al beso, aunque innegablemente apasionada, le habia parecido poco experimentada. ?Era posible que hubiera sido la primera vez?
Antes de que el pudiera salir de su ensimismamiento y preguntar, ella parpadeo varias veces, luego levanto la cabeza de la pared y miro de reojo al suelo.
– ?Supongo que esa masa informe de color cafe es
Al oir su nombre,
– Eso me temo.
– ?Como ha llegado aqui?
– Sabe abrir las puertas. -Le dirigio a su mascota una mirada airada-. Yo le ensene. -Y ahora mismo deseaba no haberlo hecho. El maldito perro se habia pasado de listo. Y tenia un terrible don de la oportunidad.
«?O habia sido perfecto?» Su sentido comun le decia que Danforth habia salvado la situacion. Habia interrumpido algo que jamas deberia haber empezado. Su excitado cuerpo, sin embargo, disentia por completo. Y una simple mirada a la senorita Moorehouse con los labios humedos y el pelo suelto lo hacia desear volver a estrecharla entre sus brazos.
La mano de Sarah se aparto de su pecho, y el de inmediato echo de menos su contacto. Con un sonido avergonzado ella se retiro el pelo alborotado hacia atras.
– Yo… siento la necesidad de decir algo, pero no se que.
Dijo esas palabras sin rastro de coqueteria o argucia, y el no pudo evitar tomar un mechon suelto de su cabello para colocarselo detras de la oreja.
– Usted es… magnifico. -Ella asintio con expresion seria-. Si, quiza sea la palabra correcta. Usted es magnifico.
El esbozo una sonrisa.
– Gracias. Pero es usted quien es… magnifica.
Lo estudio durante varios segundos mientras la confusion atravesaba sus rasgos. Luego nego con la cabeza.
– No lo soy. Se que no lo soy. Y esto…, lo que ha sucedido entre nosotros, no deberia haber sucedido. No deberia estar en su dormitorio y nosotros no deberiamos habernos…
– ?Besado? -le sugirio amablemente cuando su voz se desvanecio.
– Besado -repitio ella en un ronco susurro que provoco que el cerrara los punos para no agarrarla de nuevo.
Luego Sarah sacudio la cabeza como para despejarla de telaranas, y extendio la mano para coger las gafas del escritorio. Despues de ponerse las gafas, lo miro. Todo rastro de deseo y excitacion habia abandonado sus ojos, reemplazados por la frialdad de alguien a quien no le importaba nada.
– Perdone, milord. No se lo que me sucedio. No hago esto normalmente… -fruncio el ceno y luego continuo en tono energico- no me comporto de esta manera. Creo que debemos olvidar lo que ha ocurrido.
– ?Lo hara?
– Si, ?no lo hara usted?
– Creo que tiene razon en que deberiamos intentarlo. Pero, sin embargo, creo que no podremos.
– Tonterias. Uno puede hacer cualquier cosa que se proponga. Y ahora, debo irme. -Se alejo de el y se inclino para recoger la camisa que se le habia caido. Danforth estaba sentado sobre la manga y ella tuvo que tirar con fuerza varias veces para sacar la tela de debajo del perro. Y luego, la mujer que solo unos momentos antes habia temblado entre sus brazos atraveso el dormitorio a paso vivo y abandono la habitacion cerrando la puerta a sus espaldas sin volver la vista atras.
El clavo los ojos en la puerta cerrada durante varios segundos, luego con un suspiro se paso las manos por el pelo y saco el pie de debajo de Danforth. Quiza la senorita Moorehouse podria olvidar ese beso, pero sabia que el no lo haria.
La pregunta era: ?que pensaba hacer al respecto? ?Y con ella? No tenia ni idea. Y ademas estaba el hecho de que lo habia visto desnudo, y
?No deberia hacer algo sobre eso? Tenia claro lo que queria hacer, Hummm. Parecia que las cuestiones que involucraban a la senorita Moorehouse lo hacian pensar demasiado. Y tenia el presentimiento de que pensar en ella le acarrearia demasiadas dificultades.
Capitulo 7
Diez minutos antes de que llegaran las demas chicas para la cita de la una de la madrugada, Sarah estaba delante del gran espejo de cuerpo entero de su dormitorio clavando la vista en su reflejo. Se habia puesto un camison blanco de algodon y una sencilla bata de algodon blanco que llevaba anudada en la cintura. Luego se habia peinado el indomable pelo en una gruesa y sencilla trenza. Estaba igual que todas las noches, completamente normal. Pero no se sentia igual.
Levanto la mano y se paso la yema de los dedos por los labios. Cerro los ojos y se le escapo un suspiro de placer. Nunca, ni siquiera en sus suenos mas descabellados, ni una sola vez en las incontables horas que habia permanecido despierta por la noche imaginando que la besaba un hombre, que la tocaba un hombre, habia sospechado que la realidad pudiera ser tan increiblemente maravillosa.
Aquella deliciosa sensacion de su cuerpo presionando el suyo, de sus labios en los suyos, de su lengua tocando la suya mientras con sus manos le acariciaba suavemente el pelo y le apretaba la espalda para atraerla mas hacia el. La embriagadora sensacion de la piel de su pecho bajo la palma de su mano, el agitado murmullo de su respiracion, la abrumadora sensacion de su dureza presionando contra la union de sus muslos. Un intenso calor la invadio y apreto las piernas en un esfuerzo para reducir el dolorido palpito donde el habia presionado tan intimamente contra ella, pero fue inutil.
Lo habia sentido caliente. Firme y grueso. Ser envuelta por sus brazos era como ser abrasada por una manta suave secandose bajo los calidos rayos del sol. Su pelo mojado habia sido como seda humeda bajo sus dedos. La habia abrazado, la habia besado, la habia tocado con una ardiente pasion que ella nunca creyo que podria experimentar mas alla de su imaginacion. Y a pesar de lo activa que era su imaginacion, nunca hubiera concebido una escena como la que habia compartido con lord Langston.
?Por que? ?Por que la habia besado asi? Abrio los ojos para estudiar su reflejo y nego con la cabeza, completamente confundida. Nada de lo que reflejaba el espejo inspiraria la pasion de un hombre. Quizas el habia estado bebido, aunque por lo que ella habia visto, no olia ni sabia a nada de eso. Lo mas humillante era considerar que lo mas probable era que el hubiera estado pensando en otra mujer. Fingiendo que ella era otra persona. Que era una mujer hermosa. No habia otra explicacion logica. A menos que…
Quiza la habia besado para distraerla de que guardaba un cuchillo en el dormitorio, un cuchillo que habia presionado contra su garganta cuando la creyo un intruso con intencion de hacerle dano, ?Guardarian todos los caballeros un arma como hacia lord Langston? Quiza. O quiza solo lo hacian los caballeros que tenian algo que ocultar, Y era justo lo que habia estado pensando hasta que… el consiguio que dejara de pensar con un beso.
Se le escapo otro suspiro. No importaba que el hubiera estado pensando en otra persona o tratando de distraerla, ahora ella conocia esa magia de la que sin querer habia oido hablar a otras mujeres. Ese encantamiento al que Carolyn tan a menudo habia aludido. Era embriagante. Era adictivo. Y, se temia, inolvidable.
?Lo notarian su hermana o sus amigas? ?Podrian notar a simple vista ese calor resplandeciente que pulsaba