en su interior?

Se acerco mas al espejo. No. Con las gafas puestas, aun parecia la Sarah de siempre.

Sono un suave golpe en la puerta y aparto la mirada del espejo para cruzar rapidamente la habitacion. Abrio la puerta para descubrir a Carolyn, Julianne y Emily en el pasillo, agarrando firmemente algo contra las batas.

– Parece ser que todas hemos tenido exito en el juego de busqueda -dijo Sarah despues de que entraran las tres y cerrara la puerta.

– Si -dijo Emily, con los ojos brillantes de excitacion-. ?Conseguiste la camisa de lord Langston?

«Entre otras cosas.» El rubor le inundo la cara.

– Si. -Se aclaro la garganta-. Espero que haya ido todo sobre ruedas.

– Entre en el dormitorio de lord Thurston y estuve fuera, con la corbata en la mano, en menos de un minuto. -Presumio Emily, esbozando una sonrisa al colocar su tesoro sobre la cama-. Fue muy facil.

– Lo mismo me ocurrio a mi -dijo Julianne, anadiendo las botas de lord Berwick que habia obtenido-. No me encontre con nadie, pero el corazon me latia tan rapido que llegue a pensar que me desmayaria.

– Coger los pantalones de lord Surbrooke de su armario fue tan sencillo como coger margaritas en el jardin -dijo Carolyn con una sonrisa, mostrando su prenda antes de colocarla encima de las otras dos sobre la cama.

– Sarah dijo que los hombres eran unos memos -dijo Emily con una sonrisa traviesa-, y parece que, al menos en esta ocasion, esta en lo cierto. -Miro a Sarah-. ?Como te fue?

La cara de Sarah ardio todavia mas y supo que debia de estar roja como un tomate.

– Bien. No tuve ningun problema. -Al menos ninguno que pensara compartir. Anadio la camisa de lord Langston al monton y lucho para borrar de su mente la imagen de el mojado y desnudo. Intento concentrarse en la sonrisa de Carolyn.

– Podremos hacer un ejemplar estupendo de nuestro Hombre Perfecto con todos estos articulos -dijo Sarah-. Todo lo que necesitamos es rellenar las prendas con trapos o palos y tendremos al senor Franklin N. Stein.

– Podriamos acercarnos al pueblo y comprar los palos -dijo Julianne-. Los caballeros tienen programado un torneo de tiro con arco para manana, sera el momento perfecto -dijo con una amplia sonrisa-. Me encanta ir de compras.

Todas se rieron, y Emily sugirio:

– Hagamos una lista de las cosas que nuestro Hombre Perfecto diria y haria.

Todas estuvieron de acuerdo. Sarah se sento detras del escritorio mientras las demas se sentaban con las piernas recogidas sobre la colcha color marfil de la cama. Con la pluma en la mano, Sarah pregunto:

– Ademas de estar encantado de acompanarnos de compras, ?Que mas diria?

Julianne se aclaro la voz y adopto un tono grave.

– Pasar el dia en mi club no es tan importante, querida. Prefiero quedarme contigo.

– Me gustaria bailar otra vez -anadio Emily, imitando tambien la voz de un hombre.

– Eres la mujer mas bella que he visto nunca -fue la sugerencia de Carolyn.

– La mujer mas inteligente y con las opiniones mas interesantes -agrego Emily.

– Podria hablar contigo durante horas -dijo Julianne. Sus palabras acabaron con un suspiro sonador.

– ?Estas cansada, mi amor? ?Por que no te sientas en el sofa y me dejas darte un masaje en los pies?

Todas estallaron en risitas tontas ante la ultima sugerencia de Carolyn, mientras la mano de Sarah volaba sobre el papel para apuntar todas las ideas.

– Me encanta el sonido de tu nombre -dijo Emily.

Una imagen de lord Langston vestido con la bata, el pelo mojado y la mirada clavada en su cara, paso como un relampago por la mente de Sarah. «Recuerdo su nombre…, senorita Sarah Moorehouse».

– Tu pelo es precioso -dijo Julianne.

Sarah detuvo la mano y cerro los ojos, rememorando esas mismas palabras con otra voz.

– Y tambien tus ojos -agrego Emily.

«?Nadie le ha dicho nunca lo bonitos que son sus ojos?»

– Hueles muy bien -agrego Carolyn.

– Como las flores del jardin bajo un sol estival -Sarah no pudo evitar que las palabras de lord Langston escaparan de su boca y levanto la cabeza de golpe. Se encontro con que su hermana y sus amigas asentian con aprobacion.

Con la cara ardiendo, Sarah centro toda su atencion en la lista con celo renovado.

– Creo que el deberia decir «quiero besarte» con mucha frecuencia -decreto Julianne.

«Quiero besarla.» Las palabras reverberaron en la mente de Sarah, calentando cada una de sus celulas. Ella habia oido esas mismas palabras hacia un rato. Y lo cierto era que habian sido perfectas.

– Tambien deberia repetir continuamente «te quiero» -dijo Carolyn con suavidad-. Son las palabras mas hermosas que he oido nunca.

El tono triste en la voz de su hermana devolvio a Sarah a la realidad y le dijo:

– Te quiero, Carolyn.

Como si lo estuviera esperando, su hermana sonrio.

– Yo tambien te quiero, cielo.

Sarah se ajusto las gafas y pregunto:

– ?Que es lo que haria nuestro Hombre Perfecto?

– ?Quieres decir ademas de acompanarnos de compras, bailar, hablarnos y decirnos lo magnificas que somos? -pregunto Emily.

De nuevo las roncas palabras pronunciadas por lord Langston invadieron la mente de Sarah. «… Es usted quien es… magnifica.» Se aclaro la voz.

– Si. Ademas de todo eso.

– Flores -dijo Julianne-. Deberia traer flores.

– Y llevarnos de excursion en plan romantico -agrego Emily.

– Tomarse tiempo para saber que cosas nos gustan y luego ofrecernoslas -dijo Carolyn-. No tienen que ser cosas caras ni elaboradas. Solo… detalles. -Su mirada adquirio una expresion lejana-. De los regalos que me hizo Edward, mi favorito fue un simple pensamiento. Seco una de esas flores, que son mis favoritas, entre las paginas de un libro de poemas de Shakespeare, justo en las paginas de mi soneto favorito. La flor provenia del jardin donde compartimos nuestro primer beso. -Una sonrisita ilumino su cara-. No le costo nada, pero para mi fue de un valor incalculable.

Sarah hizo la anotacion en un lado, levanto la vista y pregunto:

– ?Alguna cosa mas?

– Creo que ahora nuestro hombre es realmente perfecto -dijo Julianne-. Lo unico que nos queda por hacer es crearlo fisicamente.

– Podemos reunimos aqui manana por la tarde despues de ir de compras -sugirio Sarah.

– ?Vas a venir? -pregunto Carolyn.

– Si no os importa, preferiria quedarme aqui y explorar el jardin para hacer algun dibujo. Las plantas son espectaculares. -Esbozo una sonrisa-. Quizas estas preciosas damas puedan tentar a algun caballero a acompanarlas de compras.

Emily miro al techo.

– Es bastante improbable. Sin duda alguna preferiran cazar algunos zorros. Me sente al lado de lord Thurston en la cena, y ese hombre, aunque es muy bien parecido, es capaz de aburrir a un santo. Fue incapaz de hablar de nada que no fueran caballos.

– Pero no es un hombre desagradable -dijo Julianne-. La verdad, todos los caballeros aqui presentes son agradables. Y el senor Jennsen parecia muy entretenido con nuestra Sarah.

– Yo tambien lo note -dijo Carolyn-. Ese hombre no podia apartar la vista de ti.

Fue el turno de Sarah de mirar al techo.

– Estaba siendo educado. Y bastante agradecido de no tener que hablar sobre la caza del zorro con lord Thurston y lord Berwick, como habia hecho la cena anterior.

– Lord Langston y lord Surbrooke son tambien muy amables -admitio Emily-. Por supuesto eso cambiara si mama y la tia de Julianne, Agatha, no cesan en esos pocos sutiles esfuerzos de casamenteras.

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