Si, se habia fijado. Y no le habia importado lo mas minimo. No habia sentido ni la mas leve punzada de celos.

– Y aunque Thurston y Hartley se deshicieron en atenciones por lady Emily, apostaria lo que fuera a que estan prendados tambien por lady Julianne -continuo Daniel.

Matthew miro al fuego e intento -lo intento de verdad- sentir algo de celos al pensar en otro hombre cortejando a lady Julianne.

Y no sintio nada.

Despues, la imagen de la senorita Moorehouse, que habia logrado alejar de su mente un momento antes, regreso. La imagino sonriendo desde el otro lado de la mesa a Logan Jennsen, y luego imagino a ese bastardo de Jennsen tomandola entre sus brazos y besandola. Y sintio que una neblina rojiza le cubria los ojos.

Con una exclamacion de disgusto, se alejo de la repisa de la chimenea y se paso las manos por la cara. Luego se dirigio con paso presto hacia la puerta.

– Ya nos veremos manana.

– ?Adonde vas? -pregunto Daniel.

– Voy a cambiarme de ropa y a cavar un poco. Reza para que encuentre lo que ando buscando.

– Suerte. ?Quieres que te acompane?

Matthew se detuvo, giro y luego arqueo una ceja en direccion a la figura perfectamente ataviada de su amigo.

– ?Estarias dispuesto a cavar?

– Pues no. Pero vigilare gustoso mientras tu lo haces. Hay un asesino suelto por ahi, ya sabes.

– Lo se. Y gracias por el ofrecimiento, pero prefiero que duermas un poco. Asi podras hacer de anfitrion manana por la tarde y tendre varias horas mas para continuar con mi busqueda durante el dia. Ademas, convinimos que el asesino de Tom no tiene nada que ver conmigo. E incluso si es asi, tambien llegamos a la conclusion de que probablemente estare seguro hasta que encuentre lo que ando buscando.

– Estar probablemente seguro no suena prometedor, Matthew. ?Que ocurrira si lo encuentras?

– ?Aparte de saltar de alegria y gritar como un loco? No te preocupes. Estare armado. Y me acompanara Danforth, que tiene mejor vista, oido y olfato que tu…, lo digo sin ofender.

– No me ofendes. Estare encantado de encargarme de tus deberes de anfitrion. No me opongo a pasar el tiempo con un grupo de hermosas jovenes.

– Excelente. -Reanudo su camino hacia la puerta.

– Matthew… ?Te das cuenta de que esta busqueda es con toda certeza una perdida de tiempo?

Se detuvo y asintio con la cabeza.

– Lo se. Pero tengo que intentarlo.

– Bueno, ten cuidado, amigo.

Matthew abandono la estancia y cerro la puerta, luego se dirigio hacia las escaleras, sintiendose inquieto y de mal humor, y todo por culpa de ella. Excavar seria bueno para el esa noche. Si, cavaria fosas, montones de fosas que, como todas las anteriores, no servirian para nada. Cavaria hasta quedarse exhausto para no pensar. Hasta que estuviera tan cansado que no ansiara lo que no podia tener.

La senorita Moorehouse.

Maldita sea, sospechaba que iba a tener que cavar un buen numero de fosas para lograr eso.

Cuando llego al ultimo escalon, observo la procesion de sirvientes que cargaban con cubos de agua caliente y humeante. Una de sus invitadas habia ordenado un bano. Una punzada de envidia lo atraveso. Un bano caliente sonaba mucho mejor que excavar fosas. Quizas ordenara uno para el cuando regresara.

Estaba a punto de volverse hacia su dormitorio cuando los sirvientes se detuvieron y llamaron a una de las puertas.

– Senorita Moorehouse, traemos el agua para su bano.

Matthew se oculto con rapidez en un pequeno hueco y se mantuvo fuera de la vista hasta que el ultimo de los sirvientes desaparecio en el dormitorio. Cuando el pasillo quedo de nuevo vacio, se encamino rapidamente a su alcoba con una sonrisa en los labios.

La excavacion tendria que esperar un rato.

Ahora mismo estaba mucho mas interesado en un bano.

Capitulo 10

Con solo una bata anudada con holgura, Sarah anadio unas gotas de aceite de lavanda al agua humeante de la banera situada delante de la chimenea de su dormitorio. Sumergio los dedos bajo la superficie y los movio lentamente notando que el agua caliente necesitaria enfriarse un poco antes de poder meterse. Pero no importaba. Tenia mucho que hacer mientras esperaba.

Girandose, miro al hombre que se sentaba enfrente de ella en el sofa. La tenue luz del fuego arrojaba sombras misteriosas y se le acelero el pulso solo con mirarlo. Su avida mirada se movio sobre el, los hombros anchos y atractivos cubiertos con una inmaculada camisa de lino blanco, la corbata anudada holgadamente, las botas y los pantalones negros. Permanecia completamente quieto, en silencio, como si estuviera esperando a obedecer cada una de sus ordenes. Sonrio.

Franklin N. Stein era realmente el Hombre Perfecto.

Bueno, salvo por el hecho de que su pierna derecha era algo mas gruesa que la izquierda. Pero solo porque se habian quedado sin relleno. Por supuesto, no se habrian quedado sin relleno si no hubieran estado, con esas risitas tan tontas, dotando a Franklin en otras areas de los pantalones de una manera que no podia ser anatomicamente posible.

Y ese no era el unico problema que tenia. El mayor problema era que no tenia cabeza.

Sarah miro frunciendo el ceno al descabezado, pero muy bien dotado, Franklin. No, eso no estaba bien. Carolyn, Emily y Julianne se habian ido a sus respectivos dormitorios despues de ayudarla a rellenar y ensamblar a Franklin. Lo habia escondido en el armario mientras le llenaban la banera. Pero no lo habia dejado alli despues de que los sirvientes se fueran. Sencillamente no podia dejar alli a su creacion en unas condiciones tan espantosas mientras se banaba y dormia.

Cruzando la habitacion hacia el armario, tomo su camison mas viejo. Luego se dirigio a la cama y despojo a una de las almohadas de su funda. Despues de rellenar la funda con su camison de lino, le dio forma redonda. Luego coloco la provisional cabeza sobre los anchos hombros de Franklin. Dando un paso atras, examino su trabajo.

Un poco lleno de bultos, pero estaba definitivamente mejor. Aunque ahora no tenia cuello. Por supuesto, era mejor eso que no tener cabeza. Pero ahora que tenia cabeza, lo que en realidad necesitaba era una cara.

Y en ese momento una cara -la cara perfecta- se materializo en su mente. Unos inteligentes ojos color avellana. Unos rasgos cincelados. Unos labios llenos que no sonreian demasiado, pero que cuando lo hacian…

Oh, Dios.

Se le acelero el corazon cuando recordo como le habia sonreido lord Langston en la cena. A pesar de que ella se habia sentado al lado del encantador lord Surbrooke y enfrente del entretenido senor Jennsen, una parte de ella habia estado pensando en lord Langston. El cual se habia pasado toda la larga cena departiendo con Julianne. Julianne habia parecido totalmente aturdida.

Sarah cerro los ojos e intento contener el indeseado sentimiento que la habia atosigado toda la noche, pero le fue imposible contenerse por mas tiempo. Los celos la inundaron y, con un gemido, enterro la cara entre las manos.

Como no tenia manera de controlar aquella inutil emocion decidio dejarla fluir, revolcarse en ella durante varios minutos, luego enterraria aquel ridiculo sentimiento en la parte mas profunda de su alma.

Maldicion, no queria sentir celos, y en especial, no los queria sentir por una de sus mas queridas amigas. Los celos eran una emocion tonta y vacia que no servia para nada, para nada que no fuera ansiar cosas que no podia tener. Como la belleza.

Habia aceptado hacia mucho tiempo las limitaciones de su apariencia. En lugar de maldecir inutilmente a las

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