las quito y las dejo sobre la mesa.

– Se le empanaran con el vapor -dijo-. Y no las necesitara, tengo intencion de quedarme muy cerca.

Ella tuvo que tragar saliva para poder hablar.

– Esto resulta muy impropio. -Parecia que por fin su sentido comun hacia acto de presencia.

– No parecia pensar asi cuando entro en mi dormitorio y me observo tomar un bano. Este es el tipico caso en que «alguien», no mencionare su nombre -se acerco un poco y bajo la voz hasta convertirla en un susurro-, aunque ambos sabemos que me refiero a ti, se fija mas en los defectos de los demas que en los suyos propios. Creo que se suele decir: «le dijo la sarten al cazo, no te acerques que me tiznas».

Caray. Por mucho que le fastidiara, no podia negar que tenia razon.

– Pero no es justo. Usted no sabia que yo le observaba mientras se banaba.

– No. -Una sonrisa diabolica le curvo los labios-. Si hubiera sabido que tenia publico, habria hecho que el espectaculo fuera mas divertido. -Le rozo la pierna con la yema del dedo, dejandola sin aire y provocandole una oleada de escalofrios-. Tu ya has visto mi funcion, Sarah. Es justo que yo vea la tuya.

El sonido de su nombre pronunciado con ese tono susurrante, ronco y profundo envio un calido estremecimiento por su cuerpo. No podia negar que lo habia visto, y que era una vista que jamas olvidaria. Sin embargo, por desgracia, se temia que ella no resultaria tan inolvidable. Aunque por la forma en que la estaba mirando…, con esa luz provocativa en la mirada, con esos ojos oscuros, profundos e intensos y el reto que habia en ellos, casi podia oir como le preguntaba: ?te atreves?

?Se atreveria?

Si se lo hubieran preguntado unos dias antes, no habria tenido ninguna duda con la respuesta. No era el tipo de mujer que se banaria desnuda delante de un hombre. Pero algunos dias antes, tambien habria jurado que no era el tipo de mujer que se escondia detras de una cortina para observar como un hombre tomaba un bano. O que sonaria con los besos de un hombre desnudo. Suspiro tremulamente. ?Donde estaba su ira ante la invasion de su intimidad? ?Por que no le exigia que se marchara de inmediato? ?Por que se sentia en ese momento inexplicablemente mas viva -salvo esos magicos momentos que habia pasado entre sus brazos- de lo que recordaba haberse sentido nunca? En lugar de decir o sentir lo que debia, guardo silencio, y se dejo llevar por una silenciosa euforia y una excitacion que era casi dolorosa.

Ningun hombre la habia mirado asi. Nunca la habian hecho sentirse asi. Jadeante. Imprudente y atrevida. Tan llena de fantasias que no podia nombrar. Tan… viva.

Nadie salvo el.

– ?Te gustaria que te lavara la espalda? -Su voz era un susurro seductor que la envolvio, instandola a ceder, a aceptar el reto.

Su sentido comun intento advertirla de que se negara, pero su corazon -tan lleno de curiosidad y deseo- ahogo por completo la censura.

Sin protestar, sin apartar la mirada de sus ojos, solto lentamente una mano de las rodillas y tanteo el fondo de la banera hasta encontrar la pastilla de jabon. Sacando la mano del agua, se la tendio.

Con los ojos brillantes el tomo el jabon, luego se movio a un extremo de la banera. Sarah oyo el crujido de las botas cuando el se arrodillo detras de ella.

– Inclinate hacia delante -le ordeno con suavidad.

Con una punzada de excitacion hizo lo que le decia, cerrando los brazos alrededor de las piernas dobladas y apoyando la barbilla sobre las rodillas. Las manos de Matthew vertieron agua caliente sobre sus hombros y luego comenzo a tocarla de una manera que solo pudo describir como magica. Deslizo lentamente las palmas jabonosas y los dedos de arriba abajo por su espalda, por sus hombros, masajeandolos y produciendo una de las sensaciones mas maravillosas y relajantes que hubiera experimentado nunca. No pudo evitar el gemido de puro placer que salio de su garganta mas de lo que podia evitar un nuevo amanecer.

– ?Te sientes bien? -pregunto Matthew mientras Sarah sentia su calido aliento en la nuca.

– Si. -Dios mio, si. Era algo mas que sentirse bien.

– Tienes una piel muy bella. Increiblemente suave. ?Sabias que este… -deslizo los dedos hacia abajo por la columna vertebral, por debajo del agua, hasta el hueco de su espalda- es uno de los lugares mas sensibles del cuerpo de una mujer?

Sarah tuvo que tragar dos veces para que le saliera la voz.

– Lo… creo.

Los dedos de el continuaron la lenta caricia, y ella ya no supo que decir. Solo podia sentir. Escalofrios de placer atravesaron su cuerpo, y cada respiracion se transformo en un suspiro placentero. Sus manos subieron lentamente, luego le vertio agua por la espalda y los hombros para aclarar el jabon.

– ?Mas? -pregunto el suavemente.

«Dios, si. Por favor, si. No te detengas nunca.» Lo cierto era que parecia que toda su existencia se resumia en esa palabra.

Una parte de ella intentaba protestar, intentaba decirle que tenia que detener esa locura. Pero ya habia llegado muy lejos. Aquello era completamente impropio. Y podia conducir al escandalo. A la ruina. Pero su cuerpo se negaba a perder aquellas sensaciones maravillosas que lo recorrian.

– Mas -dijo por fin ella.

Tomandola ligeramente por los hombros, la insto a reclinarse. Ella obedecio, pero la modestia la obligo a cruzar las piernas y a colocar los brazos sobre los pechos.

Segundos despues las manos jabonosas comenzaron su magia una vez mas, esta vez le masajearon un brazo, apartandolo de los pechos y acariciandolo hasta la muneca. Los ojos se le cerraron cuando el le acaricio cada dedo hasta que se sintio completamente laxa. El otro brazo se aparto de los pechos por voluntad propia, y recibio el mismo tratamiento. Despues el volco su magia en el cuello, luego se abrio camino lentamente hacia abajo, por la clavicula hasta la parte superior de los pechos.

Sarah se forzo a abrir los parpados y observar como sus manos se deslizaban por la curva de sus pechos. Se quedo sin aliento e involuntariamente arqueo la espalda. Los pulgares de Matthew rozaron con ligereza los pezones que se endurecieron hasta convertirse en unas cimas tensas y arrugadas, que suplicaban mas caricias sensuales. Con arrobamiento, ella observo esos largos dedos sobre sus senos mojados; como giraban y tiraban levemente de los pezones, consiguiendo que gimiera. La imagen de sus manos sobre ella, de su piel oscura contra la suya, la hizo suspirar y sentir como si su cuerpo estuviera quemandose. Los pliegues entre sus piernas estaban excitados e hinchados, y dolian por la necesidad de ser tocados. Ella se retorcio, juntando los muslos, pero en vez de aliviarla el movimiento solo sirvio para inflamarla mas.

El continuo rodando los pezones entre los dedos y tirando suavemente de ellos.

– Tu piel es pura seda bajo mis manos, Sarah. Tan suave y calida.

Sus palabras le acariciaron la oreja. Ella giro la cabeza, buscando, tanteando, y en ese momento sus labios encontraron los de ella. Gentiles, persuasivos. Demasiado suaves. Ella queria mas, necesitaba mas.

Con un suspiro ella abrio los labios y el profundizo lentamente el beso. Sarah sintio como si el se hundiera en ella y que ella se perdia en el. La sensacion de su lengua tocando la suya, de sus manos acariciandole los pechos, la lleno de una urgencia cada vez mas ardiente que crecia y exigia algo… algo a lo que no podia dar nombre pero que queria desesperadamente. Algo que necesitaba. Una dolorosa necesidad imposible de negar.

De pronto, sus manos y sus labios desaparecieron, y ante el repentino abandono emitio un gemido de protesta. Antes de que ella pudiese preguntarle, el se puso de pie al lado de la banera, mirandola. Aunque no podia verle la cara con claridad, podia oir su jadeante respiracion.

– ?Mas? -pregunto el con un ronco susurro.

Sarah clavo los ojos en el, en ese hombre que en tan solo unos dias habia alterado sus emociones de una manera que nunca hubiera creido posible. Su mente, su corazon y su cuerpo doliente suplicaban mas. Pero ?se atreveria a pedirlo?

Si le decia que si. ?Lamentaria su decision por la manana? Tal vez. Pero en su corazon sabia que lamentaria mas perder esa oportunidad que nunca habia sonado tener.

– Mas -susurro ella.

El le tendio las manos, y con la decision firmemente tomada, Sarah se las agarro. Con suavidad el tiro de ella hasta levantarla. De pie delante de el, con el agua resbalandole por la piel, permanecio inmovil mientras la mirada del marques se deslizaba lentamente por su figura mojada. Un rastro de calor seguia a su examen, como si unas diminutas llamas surgieran al paso de su excitada mirada eliminando toda modestia.

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