hombre decente, pero hay algo en el, no se bien que es…, es algo oscuro. Y reservado.

– Sin duda alguna su educacion americana -dijo Julianne-. Algo por lo que no es aceptado por completo dentro de la sociedad.

– Eso y sus negocios -dijo Emily con desden-. Personalmente creo que es un memo. Se pavonea ante la gente presumiendo de su riqueza, y ahora le ha echado el ojo a nuestra Sarah. Me gustaria saber por que, si no es mas que un paleto venido de las colonias. Se cree un diamante, pero no es mas que una piedra falsa.

Sorprendida por los comentarios de Emily, Sarah se sintio impelida a defender al hombre.

– No he visto nada ofensivo en el senor Jennsen -dijo-. De hecho, siempre ha sido muy amable conmigo.

– Quiza no te ofenda -dijo Emily-, pero creo que debajo de toda esa ropa hecha a medida se oculta un hombre vulgar e incivilizado que no es lo suficientemente bueno para nuestra Sarah. Pero ?que opinais de los demas caballeros? Personalmente encuentro que lord Langston y lord Berwick son muy bien parecidos.

– Cierto -dijo Julianne-, pero lord Berwick es mas guapo. Lord Langston es mas bien melancolico. Y no parece demasiado apasionado. -Lanzo un triste suspiro-. Yo siempre he sonado con un pretendiente misterioso y apasionado.

– Quiza te sorprenda. -Las palabras salieron de la boca de Sarah antes de que pudiera detenerlas, y apenas se refreno de llevarse la mano a esa boca desbocada. Dios Santo, solo le faltaba decir cuan apasionado podia ser lord Langston. Pero Julianne tenia que averiguarlo por si misma… y eso era algo en lo que Sarah no queria pensar.

Emily asintio.

– Estoy de acuerdo con Sarah… Quiza te sorprenda. Y sobre lord Langston corre el rumor de que esta buscando esposa -anadio, lanzando una mirada traviesa en direccion a Julianne-. Y fue a ti a quien le pidio que fuera su pareja en el whist.

Incluso bajo la tenue luz Sarah podia ver el sonrojo de Julianne, y no pudo evitar sentirse incomoda y culpable. Ansiosa por desviar el tema de lord Langston, dijo:

– ?Y que opinais de lord Surbrooke?

– Otro hombre lleno de secretos -dijo Emily.

– Y de tristeza -dijo Sarah-. Incluso cuando se rie la sonrisa no se refleja en sus ojos. ?Y lord Berwick?

– Muy guapo -dijo Julianne.

– Fascinante -agrego Emily.

– Refinado, pero opino que es demasiado superficial -dijo Carolyn-. Me sente a su lado en la cena de esta noche y oi sin querer la conversacion que mantuvo con lord Thurston, que estaba sentado frente a nosotros, sobre lo incompetentes que pueden llegar a ser los criados. Lord Berwick mencionaba que le faltaban un par de botas, un par que su ayuda de camara jura haber metido en el equipaje aunque es obvio que no lo hizo. No se dio cuenta de la falta de las botas hasta que los caballeros fueron de caza, pues son las que le gusta usar en esas circunstancias.

– Oh, cielos, espero que nuestra pequena broma no le cause dificultades al ayuda de camara de lord Berwick -dijo Sarah, con la mirada fija en Franklin-. Supongo que deberiamos ir pensando en desmontar a nuestro Hombre Perfecto y devolver las prendas de ropa.

– No puedo soportar pensar en desmontarlo esta noche -protesto Julianne-. Esta es nuestra primera reunion delante de el.

– Cierto -acordo Sarah-. Bueno, esperaremos otro dia mas antes de hacerlo. Ahora continuemos con nuestras valoraciones. ?Que opinais de lord Thurston y lord Hartley?

– Ocurrente y agradable, y agradable pero aburrido -dijo Carolyn, senalando sus caracteristicas con los dedos.

– Totalmente de acuerdo -dijeron Emily y Sarah al unisono.

– Si -dijo Julianne-, aunque los dos me parecen mas bien… lascivos. -Se estremecio exageradamente-. Ademas, lord Thurston tiene un aliento horrible.

– ?Puaj! -dijeron todas a la vez, luego se rieron tontamente. Emily se rio tanto que se dejo caer de espaldas. Franklin perdio el equilibrio y cayo sobre ella.

– Hablando de ser lascivo… -dijo Carolyn con una sonrisa, alargando la mano para sentar de nuevo a Franklin-. El Hombre Perfecto nunca se comportaria de una manera tan poco caballerosa. Quiza Franklin no sea tan perfecto despues de todo.

Sarah se rio con las demas, pero una imagen se apodero de su mente: la de lord Langston tendiendole las manos para salir de la banera; besandola mientras acariciaba su cuerpo mojado y desnudo. Seguramente ese tipo de comportamiento no seria considerado demasiado caballeroso.

Sin embargo, para ella seguia siendo perfecto.

Desafortunadamente.

Matthew se detuvo ante la ventana de su dormitorio y miro fijamente la oscuridad de la noche. La lluvia golpeaba los cristales acompanada por rafagas de viento, y el maldijo el destino que habia traido un tiempo tan inclemente. De no ser por esa condenada tormenta ahora mismo estaria en la rosaleda cavando bajo la luz de la luna, y aunque no era ni su aficion ni su lugar favoritos, los habia disfrutado enormemente la semana anterior gracias a la compania de Sarah.

Cerro los ojos y exhalo un largo suspiro. Esa ultima semana que habia pasado cavando con Sarah hasta altas horas de la noche habia sido a la vez la mas agradable y la mas frustrante de su vida. Pero esa noche, debido a la tormenta, no habria excavacion. Lo que significaba que no veria a Sarah y que por lo tanto no disfrutaria de su compania. No pasearia con ella por la orilla del lago bajo la luz de la luna como habian hecho tras cada noche cavando infructuosamente. No compartiria historias sobre las aventuras y desventuras de la ninez. No tirarian piedras a la superficie lisa del lago. No jugarian con Danforth. No se engancharian en una rama como habia ocurrido la noche anterior. No habria sonrisas. Ni risas. No sentiria mas liviano el nudo opresivo de la soledad que habia padecido durante tanto tiempo. No se sentiria profundamente feliz.

Por supuesto tambien significaba que no tendria que padecer la tortura de estar tan cerca de ella sin tocarla. Ni el tormento de inhalar el seductor aroma de lavanda que impregnaba la suave piel y el pelo alborotado -de una manera encantadora- de Sarah. Ni sufriria la agonia de tener que apretar los dientes cada vez que sus hombros o sus dedos se rozaban accidentalmente. No padeceria la frustracion de tener que fingir que no sentia por ella mas que una simple amistad. Lo cierto era que habia sido una semana de satisfaccion y de tortura. La noche anterior, despues de observar como Sarah entraba en el dormitorio, se habia dirigido a su alcoba y, sin poder dormir, habia recorrido la habitacion con largas zancadas hasta el amanecer incapaz de apartarla de su mente. Con la sombra del fracaso pendiendo sobre su cabeza, se habia dicho a si mismo que si pasaba mas tiempo con ella, descubriria aspectos de su caracter que no le gustarian. Rarezas molestas. Rasgos de su personalidad que detestaria.

Pero ahora, una semana despues, unicamente podia reirse de la insensatez de esa creencia. Cuanto mas tiempo pasaba con Sarah, mas queria pasar a su lado. A pesar de su empeno de encontrar algo sobre ella que no le gustara, sus expediciones solo habian servido para reforzar todo lo que le gustaba y admiraba en ella. Es mas, habia descubierto nuevos aspectos de ella, todos los cuales le satisfacian enormemente.

Ella era una persona tenaz y decidida, de naturaleza optimista, que se negaba a permitir que el perdiera las esperanzas de encontrar el dinero. Era paciente e incansable, jamas se quejaba ni del trabajo extenuante, ni de las ampollas que se le formaban en las manos. Tarareaba mientras trabajaba, una costumbre que hacia que Matthew sonriera porque ella obviamente no tenia oido para la musica…, un defecto que deberia haber encontrado irritante, pero que por el contrario le resultaba absolutamente encantador.

Muy preocupado por su seguridad, el habia llevado sus cuchillos cada noche -ademas de una pistola-, pero ni una sola vez habia sentido que los observaran o amenazaran, ni siquiera Danforth se habia mostrado alerta. Si alguien lo habia vigilado con anterioridad, estaba claro que ya habia perdido el interes.

Y esa misma tarde habia oido un chisme de boca de los criados sobre el hermano de Elizabeth Willstone, Billy Smythe. Al parecer habia abandonado precipitadamente Upper Fladersham, lo que a los ojos de la gente del pueblo lo convertia en sospechoso del asesinato de Tom. Una triste noticia para la familia Willstone, pero un enorme alivio para el porque quedaba libre de sospechas.

Habia acompanado a Sarah a la puerta de su dormitorio cada noche a eso de las tres de la madrugada con el

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