manera, usted no habria sido capaz de darle a ella un hijo.
Meredith no pudo reprimir un grito apagado al oir los exabruptos del duque. Miro de reojo a lord Greybourne. Sus labios estaban apretados y un musculo palpitaba en su mandibula.
Lord Greybourne dio un paso al frente con cada uno de los musculos de su cuerpo tensos por la situacion.
– Puede usted decir de mi lo que guste, pero deberia recordar que hay una dama presente. Esta usted a punto de cruzar una linea que, se lo aseguro, se arrepentira de haber cruzado. -Su voz era poco mas que un murmullo, pero no habia duda de la amenaza que emanaba de ella.
– ?Me esta usted retando? -pregunto el duque, rebajando la fanfarroneria de su tono de voz con un rapido paso atras.
– Solo le estoy advirtiendo de que mi paciencia con usted esta llegando a su limite. Ahora, salvo que haya algo mas de lady Sarah que quiera decirme, creo que no tenemos nada mas de que hablar. -Ladeo la cabeza hacia la izquierda-: La salida es por alli.
Regalandoles a ambos una ultima mirada feroz a traves de su socarron monoculo, el duque giro sobre sus talones y salio de alli a toda prisa. El sonido de sus botas golpeando contra el suelo de madera se fue desvaneciendo, luego se oyo un portazo y el almacen volvio a quedar en silencio.
Meredith se obligo a respirar profunda y lentamente para intentar calmarse. Un medio sollozo, medio risa, empezo a ascender por su garganta, y tuvo que apretarse los labios con las manos para contenerlo. Por Dios, no podia haber imaginado que la situacion podria ser aun peor, pero ahora que lady Sarah se habia casado, la situacion era en realidad aun muchisimo peor. Era, de hecho, un completo y absoluto desastre.
Lord Greybourne estaba de pie delante de ella. Sus ojos castanos hervian de enfado tras las gafas, aunque no ocultaban su preocupacion. Se acerco a ella y la agarro amablemente por los hombros.
– Lamento mucho que se haya visto expuesta a tan inexcusable rudeza y a tan groseras insinuaciones. ?Esta usted bien?
Meredith simplemente se quedo mirandole fijamente durante varios segundos. Estaba claro que el pensaba que ella estaba alterada a causa de los comentarios acerca de la… masculinidad de lord Greybourne. Mal podia imaginar lord Greybourne que, gracias a su pasado, pocas cosas podian sorprender a Meredith. Y ella no podia imaginarse que alguien, a poco que mirara a lord Greybourne, pudiera dudar de su masculinidad.
Apartandose las manos de la boca, trago saliva intentando recuperar la voz:
– Estoy bien.
– Bueno, pues
– Por supuesto que no. -Ella dio un paso atras y las manos de Philip se deslizaron por sus brazos. La impronta calida de las palmas de sus manos se filtraba por la tela del vestido, produciendole un suave hormigueo-. Y usted deberia colocarme a mi en la categoria de «mujeres que no sucumben a los vahidos».
– Resulta que yo se que no es asi exactamente -dijo el levantando una ceja.
– El episodio de St. Paul fue una excepcion, se lo aseguro.
– Me alegro de oirlo -contesto el, aunque no parecia completamente seguro de lo que decia.
– Salio usted en mi defensa de una manera muy caballerosa, se lo agradezco.
– Estoy seguro de que eso no quiere decir que le haya sorprendido.
De hecho estaba sorprendida -en realidad, aturdida-, aunque no habia pretendido sonar como si lo estuviera. Pero tendria que reflexionar al respecto mas tarde. En ese momento tenia otros graves problemas de los que preocuparse.
Incapaz de quedarse quieta, Meredith empezo a caminar de un lado para otro delante de el.
– Desgraciadamente, con las noticias del duque, debemos recatalogar nuestra situacion de «mala» a «francamente desastrosa». Usted ha perdido a su novia, haciendo que nuestros planes para casarle el dia 22 se hayan esfumado; y mi reputacion como casamentera esta por los suelos. Y teniendo en cuenta los problemas de salud de su padre, nos queda muy poco tiempo. Debe de haber alguna manera de darle la vuelta a esta situacion, pero ?como?
– Estoy abierto a cualquier sugerencia. Incluso si tenemos exito y encontramos el pedazo de piedra desaparecido, sin novia mi matrimonio esta fuera de cuestion. -Se le escapo una risa amarga-. Con este maleficio pendiendo sobre mi cabeza, la poco halaguena historia en los periodicos y los rumores que lord Hedington hara circular al respecto de mi capacidad para… cumplir con mis obligaciones matrimoniales, parece ser que la respuesta a la pregunta planteada en el
«Incasable.» Esa palabra hizo eco en la mente de Meredith. Maldita sea, tenia que haber una manera de… Ella se movio hasta quedar frente a el.
– Incasable -repitio ella pronunciando aquella palabra lentamente, en franca oposicion con los pensamientos que se sucedian a toda velocidad por su mente-. Si, alguien deberia nombrarle el Hombre mas Incasable de Inglaterra.
– Un titulo de un dudoso honor -dijo el inclinando la cabeza en un gesto de mofa-. Y una vez mas me sorprende que sus palabras suenen tan… entusiastas. ?Acaso le importaria compartir conmigo sus pensamientos?
– En realidad estaba pensando que podria demostrar usted algun momento de genialidad, senor.
Philip camino hacia Meredith, sin apartar ni un momento su mirada de los ojos de ella, y se detuvo cuando solo los separaban un par de pasos. Ella noto que su espalda se tensaba, y se obligo a mantenerse en su sitio, aunque por dentro algo le decia que deberia retroceder.
– ?Un momento de genialidad? En claro contraste con todos mis otros momentos, supongo. Un cumplido muy amable, aunque su tono aturdido cuando pronuncio esas palabras le han quitado algo de brillo. Una idea genial que se me puede ocurrir, aunque solo sea por un momento, podria ser que me temo que no entiendo que puedo haber dicho para inspirarle esa idea.
– Supongo que estara usted de acuerdo con que la boda de lady Sarah con lord Weycroft nos coloca a ambos en una situacion incomoda. -El asintio con la cabeza y ella continuo-: Asi pues, si es usted el Hombre mas Incasable de Inglaterra, y parece bastante claro que asi es, la casamentera que sea capaz de casarle conseguiria un exito increible. Y si yo fuera capaz de conseguirlo, usted ganaria una esposa y mi reputacion se veria restaurada con ello.
– Esta claro que mi momento de genialidad sigue dependiendo solo de mi, ya que estoy siguiendo el desarrollo de sus pensamientos y me parece que lo que describe es un buen plan. Sin embargo, a menos que sea capaz de acabar con el maleficio no podre casarme.
– Eso es algo que un hombre tan genial como usted sin duda sera capaz de conseguir.
– Si somos capaces de encontrar la parte que falta de la «Piedra de lagrimas». Y suponiendo que tuvieramos exito, ?con quien tiene en mente que podria casarme?
Meredith arqueo las cejas, y empezo una vez mas a andar de aqui para alla.
– Hum. Si, eso es un problema. Pero estoy convencida de que en todo Londres habra alguna mujer que no sea supersticiosa y este deseando ser cortejada por un hechizado vizconde al que persiguen los rumores acerca de su cuestionable masculinidad, y que seguramente le llenara la casa de reliquias antiguas.
– Le ruego que lo deje antes de que todas esas palabras de cumplido se me suban a la cabeza.
Ella ignoro su comentario jocoso y siguio caminando de un lado a otro.
– Aunque, por supuesto, para asegurar que mi reputacion se vera restaurada, debo encontrarle a usted la mujer perfecta. Y no vale cualquier mujer que este dispuesta a hacer eso.
– Bueno, me alegro de oirlo.
– Pero ?quien? -Ella seguia andando y dando vueltas a esa idea en su mente, pero de repente se paro y chasqueo los dedos-. ?Por supuesto! ?La mujer perfecta para el Hombre mas Incasable de Inglaterra es la Mujer mas Incasable de Inglaterra!
– Ah, si. Eso suena maravillosamente.
Ella ignoro una vez mas su comentario.
– Ya puedo ver las paginas de sociedad de los periodicos: «El Hombre mas Incasable de Inglaterra se casa con la Mujer mas Incasable de Inglaterra, y elogiamos a Meredith Chilton-Grizedale, la aclamada Casamentera de