– Lord Greybourne, yo…

– Philip, por favor, llamame Philip. ?Quiere que le hable de esa mujer? -Antes de que ella pudiera contestar, algo que le hubiera costado, puesto que no era capaz de articular palabra, el dijo jugueteando todavia con su cabello entre los dedos-: Su cabello es negro como la noche en el desierto. De un color satinado, brillante, como los bancos de tierra oscura depositada por anos de flujo en las orillas del Nilo. Su cabello es, de hecho, identico al tuyo.

Desesperada e intentando decir algo que hiciera desaparecer la nebulosa tension del momento, ella dijo tratando de sonreir:

– ?Esta diciendo que mi cabello le trae a la memoria el lodo?

En lugar de contestar, el empezo a quitarle las horquillas del pelo hasta que aquella cabellera se vertio entre sus dedos. «Detenlo», le ordenaba a ella su voz interior, pero sus labios se negaban a obedecer. Desaparecio todo vestigio de alegria, y se vio abandonada, flotando en un mar de anhelo y doloroso deseo que amenazaba con ahogarla. El metio los largos dedos entre sus bucles, y ella tuvo que morderse el labio inferior para contener un gemido.

– ?Lodo? No. Tu pelo… su pelo es brillante. Sedoso, radiante, encantador.

El empezo a deslizar lentamente las yemas de los dedos por su rostro. Cada una de sus terminaciones nerviosas vibraba, y los ojos de ella se cerraron suavemente ante el sencillo placer de aquella caricia.

– Esa mujer que ha despertado mi interes… no es una belleza clasica. Sus facciones son duras y angulosas.

La caricia de la punta de sus dedos se detuvo en los labios, y ella abrio los ojos. Philip tenia la mirada fija en sus labios con una intensidad que hizo crepitar sus entranas con un calor sofocante.

– Su boca es tan fresca y jugosa; sus labios tan sonrosados y orondos. Es de ese tipo de bocas que inspiran fantasias sensuales y que distraen de cualquier otra cosa que uno estuviera pensando.

Sin aliento, con el corazon latiendole con fuerza, ella le escuchaba como si estuviera en trance, mientras los dedos de el continuaban explorando su cara.

– Su nariz tiene una forma recta y sus mandibulas son recias. Pero ella me atrae como ninguna belleza clasica lo hizo jamas. Su sonrisa es encantadora y le ilumina todo el rostro. Tiene un diminuto hoyuelo, justo aqui -Philip deslizo la punta de un dedo hacia el limite de su boca- que aparece cuando se rie. Su cutis es como terciopelo de color rosa tiznado de un tenue brillo rosado que refulge y empalidece de las maneras mas fascinantes dependiendo de su estado de animo. Y sus ojos… sus ojos son extraordinarios. Del vivido color de las aguas del Egeo, igual de profundos, igual de insondables. Son expresivos, aunque esconden muchos secretos, que no hacen sino intrigarme cada dia mas. Sus facciones son, de hecho, identicas a las tuyas.

El se acerco mas y la envolvio entre sus brazos. Rodearle la cintura con los brazos parecia la cosa mas natural del mundo. La atrajo hacia si hasta que sus cuerpos se tocaron desde el pecho hasta las rodillas. La apreto contra su cuerpo inundandola con un calor que a ella le subia por los muslos. Sus pezones se endurecieron y se dio cuenta de que sus mejillas se sonrojaban; sabia que sus ojos y la expresion de su cara dejaban ver todo lo que sentia. Inmovil, no podia apartar la mirada de el, en cuyos ojos se reflejaba, aumentado por el cristal de sus gafas, todo el anhelo y deseo que le embargaba. Un musculo que palpitaba en su mejilla denunciaba la manera en que el estaba luchando para no perder el control. Una lucha identica a la que estaba enfrentada ella, una batalla que, mucho se temia, estaba a punto de perder.

El agacho la cabeza y beso el costado de su cuello. Ella cerro los ojos, dejo escapar un lento y profundo suspiro, y luego ladeo la cabeza para ofrecerle un mejor acceso.

– Su olor -susurro el con su aliento acariciando el cuello de ella-, me vuelve loco. Huele como un pastel recien sacado del horno… Caliente y delicioso, tentador y seductor. ?Como puede oler tan bien esa mujer? Cada vez que estoy a su lado tengo ganas de tomar una pizca. -Sus dientes rozaron suavemente la piel de ella, provocandole un escalofrio de placer-. En definitiva, su olor es identico al tuyo.

Y sus formas -continuo despues de tomar aliento- dejan en nada a las llamadas bellezas clasicas. -Sus manos se deslizaron lentamente por la espalda de ella, recorriendola desde los hombros hasta las nalgas, y presionandola contra el mientras continuaba besandola en el cuello y sus palabras rozaban su piel-: Encaja conmigo como si su preciosa forma hubiera sido hecha solo para mi. He bailado con dos docenas de mujeres esta noche, pero yo sentia que ella era la unica que encajaba perfectamente entre mis brazos. La sentia, en suma, igual que te siento ahora a ti.

El alzo la cabeza y ella inmediatamente noto la ausencia de sus labios sobre la piel del cuello.

– Meredith, mirame.

Con esfuerzo, ella consiguio separar los parpados. El la miraba como si quisiera devorarla. Como si ella fuera la mas hermosa y deseable criatura que el hubiera visto jamas. Eso deberia haberla alarmado, deberia haberla hecho recobrar el sentido comun. Sin embargo, la dejo embelesada. La excito. Y la coloco en una suerte de abandono que siempre, que ella recordara, habia procurado evitar.

Mientras seguia rodeandola con un brazo, metio los dedos de la otra mano entre su cabello:

– Esos diamantes preciosos de la alta sociedad que has puesto a mi disposicion esta noche son palidos trozos de metal comparados contigo. Nunca, en toda mi vida, me he sentido tan dolorosamente atraido por una mujer como lo estoy ahora por ti. No puedo dejar de pensar en ti. Y sabe Dios que lo he intentado. Despues de que nos besaramos ayer, despues de degustar tu sabor, pense que podria ser suficiente, que luego podria olvidarte. Pero no puedo. Ese beso me ha hecho desearte aun mas.

Philip bajo la cabeza hasta que sus labios tocaron los de ella.

– ?Soy solo yo el que se siente asi, Meredith? ?O nuestro beso tambien te hizo a ti querer mas?

Su calido aliento con olor a brandy la embriagaba como si realmente hubiera tomado demasiado licor. Su corazon y su mente se enfrentaron en una breve lucha, pero ella ya no se podia defender. Poniendose de puntillas, pronuncio una unica palabra contra los labios de el:

– Mas.

Todo el deseo y la ansiedad reprimida contra la que Philip habia estado luchando exploto como un volcan. Atrapo sus labios en un salvaje y desesperado beso, desbordante de puro fuego. Su lengua acaricio el sedoso cielo de su boca, mientras sus brazos se apretaban alrededor de ella. Su voz interior trataba sin exito de hacerle entrar en razon, advirtiendole de que estaba demostrando una enorme falta de delicadeza. Pero cualquier posibilidad que hubiera tenido su razon de reconvencerlo se desvanecio por completo ante la acalorada respuesta de ella.

Perdido en una niebla caliente, las manos de Philip descendieron por su espalda hasta agarrar sus redondas nalgas, y despues volvieron a ascender veloces hasta enredarse en la fragante seda de su cabello. Entonces una de las manos se movio un poco mas abajo, recorriendo las delicadas vertebras de su cuello, absorbiendo el frenetico latido de las venas en la base de la garganta. Luego siguio descendiendo hasta atrapar con ella uno de sus pechos. Aquella caricia desato en ella un minusculo gemido de femenina excitacion que tenso todos los musculos de su cuerpo. Manteniendo su pezon presionado contra la palma de la mano, trazo con los dedos un circulo alrededor de la excitada protuberancia que emergia de la muselina de su vestido.

Ella se froto contra el, y la ereccion de Philip se sacudio en respuesta, haciendo que un grunido animal se escapara de su garganta. Maldijo la ropa que le separaba de aquella suave piel. Estaba desesperado por tocarla. Desesperado por sentir sus manos sobre su cuerpo. Tan desesperado que la pequena parte de su cerebro que todavia funcionaba reconocio que si no se detenia ahora, ya no seria capaz de hacerlo.

Separandose de su boca, descanso su frente contra la de ella. Abriendo y cerrando los ojos con fuerza, y respirando profundamente, intento calmar su desbocado corazon, pero era algo casi imposible de conseguir mientras el suave cuerpo de ella todavia estuviera apretado contra el. Mientras su pecho estuviera aun aplastado contra la palma de su mano. Mientras ella estuviera todavia colgada a el de una manera que indicaba que sus rodillas apenas la mantenian en pie -no mucho mas que las de el.

Tras varios segundos, Philip abrio los ojos y no vio nada mas que niebla. Malditas gafas. Un invento fabuloso para la mayoria de las ocasiones, pero besar no era una de ellas. Aunque no queria apartar la mano de su pecho, la deslizo hacia arriba para quitarse las empanadas gafas, pero noto que la pequena y dulce mano de ella estaba a un palmo de su cara.

– ?Puedo? -pregunto ella en voz baja.

No estaba seguro de para que le estaba pidiendo permiso, pero no estaba en condiciones de negarle nada.

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