los blancos pantalones de etiqueta de su padre. Nunca lo habia visto tan descuidado. Pero a pesar de su atuendo desalinado, en su rostro se dibujaba una sonrisa de satisfaccion por el trabajo realizado. Al cabo de unos segundos aparecieron Meredith y Goddard doblando una esquina de cajas. Su mirada se poso en Meredith, y por un instante le parecio que ella le devolvia una mirada de intimidad. Al momento, como si acabara de caer un telon ante sus ojos, ella se quedo mirando alrededor con fria indiferencia.
Los ojos de Philip se detuvieron en Goddard, que estaba de pie junto a Meredith, como si fuera un caballero andante vigilando a su dama y mirando fijamente a Philip. Si Philip no hubiera estado agradecido de que el joven protegiera a Meredith, se habria sentido incomodo por aquellos cuchillos visuales que apuntaban directamente en su direccion. Philip presento a Goddard a su padre, y su padre hizo a continuacion una reverencia en direccion a Meredith.
– Debe de estar usted contenta, miss Chilton-Grizedale -dijo su padre-. La fiesta de ayer por la noche dio los resultados esperados.
– No estoy muy segura de entender a que se refiere, senor.
– El objetivo era encontrarle una esposa adecuada a mi hijo. Me ha dicho esta manana que se sintio atraido por una de las jovenes de la fiesta. Tengo todas mis esperanzas puestas en que se pueda celebrar la boda el dia 22, como teniamos previsto.
Dos banderas rojas aparecieron en las mejillas de Meredith. Sus ojos se dirigieron hacia Philip. Minadas de expresiones centelleaban en sus ojos, tan rapidamente que ella no fue capaz de interpretarlas. ?Confusion? ?Preocupacion? ?Consternacion?
– Me alegra oirlo, senor -dijo ella con una voz debil. Se fijo en los fragmentos de objetos que yacian sobre la tela de algodon-. O cielos. -Una vez mas miro a Philip, ahora con los ojos llenos de desesperacion-. ?Los rompieron anoche?
– Me temo que si.
– Lo siento mucho. Me duele ver esto. Puedo llegar a imaginarme lo mucho que le habra afectado a usted. Debe de estar muy triste por esta perdida.
Su simpatica conmiseracion le rodeo como una calida ola, una refrescante lluvia que le llenaba de deseo de tomarla entre sus brazos, aunque no se habria atrevido a dejarse llevar por ese impulso, puesto que en caso de intentarlo habria sido frenado por los punos de Goddard, quien habria estado encantado de recordarle que no deberia haberlo hecho.
– ?Como podemos ayudar? -pregunto ella. El les explico el procedimiento a seguir.
– Creo que ya hemos recogido casi todos los trozos. Una vez que hayamos acabado, empezaremos a abrir las cajas para ver si falta algo. -Suponiendo que para Goddard seria bastante incomodo arrodillarse por el suelo con su pierna herida, pero imaginando tambien que el joven se dejaria matar antes de admitirlo, Philip le dijo:
– Todavia no he tenido la oportunidad de investigar el resto del almacen para ver si encontramos algo raro, ?le importaria acompanarme?
Un musculo se tenso en la mandibula de Goddard y a Philip no le fue dificil leer sus pensamientos. Estaba maldiciendo sus limitaciones fisicas, sabiendo que esa era la razon por la que Philip le habia propuesto dicha tarea, y sentia resentimiento. Finalmente, asintio con la cabeza.
Philip le fue conduciendo lentamente por el laberinto de cajas, alejandose deliberadamente del area en la que trabajaban Meredith
– Creo que tiene usted algo que decirme. -Se trataba de una afirmacion mas que de una pregunta.
Un palido sonrojo ilumino la cara del joven. Apoyandose en una mano para equilibrar su cuerpo, se puso completamente tenso y dijo mirando fijamente a Philip:
– No me gusta la manera como la mira.
Philip no aparento no haber entendido. Demonios, el sabia exactamente como la miraba. Y con toda justicia no podia culpar a Goddard. Philip se habria sentido exactamente igual si otro hombre hubiera mirado a Meredith con la expresion de deseo que sabia que el no podia ocultar. Y a la vez no podia evitar sentir cada vez mas simpatia por el muchacho. No tenia ganas de dar patadas a los sentimientos de Goddard. Aunque el no habia sufrido una afeccion fisica tan seria como la de Goddard, habia sido fisicamente insignificante, timido y fofo hasta que llego a la mayoria de edad. Se acordaba perfectamente de aquella epoca dolorosa.
Pero sabia que aunque lo que Meredith sentia por Goddard era bastante profundo, no estaba enamorada de el. No era el tipo de mujer que podria haberle besado como lo hizo si su corazon hubiera pertenecido a otro. ?Cual era realmente la naturaleza de su relacion? Manteniendo su mirada fija en Goddard, Philip dijo en voz baja:
– Y yo tambien podria decirle que usted la mira como si la quisiera.
– Por supuesto que la quiero, y eso me da ciertos derechos. Como protegerla de los tipos que la miran como si fuera un delicioso bocado que degustar, pero que dejaran luego a un lado cuando haya perdido el sabor.
– No es esa mi intencion.
– Y entonces, ?cual es su intencion? -Goddard saco la mandibula inferior de manera beligerante-. ?Cuales son exactamente sus intenciones?
– Eso es algo personal, entre Meredith y yo. Pero ya que se lo que siente por ella, le quiero asegurar que yo… cuidare de ella. Y no hare nada que pueda herirla.
– Ya lo ha hecho. Usted y su maldito maleficio. Su reputacion lo es todo para ella. Y usted ya ha arruinado sus negocios. Y la manera como la mira deja claro que tambien quiere arruinarla a ella. -Los labios de Goddard se doblaron adquiriendo una expresion de desprecio-. Ustedes, los caballeros grandes y poderosos, creen que cualquier presa que capte su atencion puede ser suya. Pero miss Merrie es demasiado inteligente para caer en una trampa de ese tipo. Se ha pasado toda la vida huyendo de eso.
– ?Que es lo que quiere decir? ?Que ha estado toda la vida huyendo de que?
Algo brillo en los ojos de Goddard, algo que indicaba que habia hablado demasiado, y apreto los labios. Cuando a Philip le parecio claro que Goddard no iba a colaborar, pregunto:
– ?Y como sabe que sus buenos sentimientos hacia ella no pueden llevarle a hacer algo que pueda comprometerla?
Un nervio palpito en la mandibula de Goddard. Su mirada se paseo por Philip, como si estuviera tratando de decidir que contestar. Al fin, dijo:
– Yo la quiero, pero no de la manera que usted insinua. No es lo bastante mayor como para ser mi madre, pero eso es lo que ha sido para mi y por eso la quiero. Ella ha cuidado de mi durante estos ultimos anos y ahora me toca a mi cuidar de ella. Y hare cualquier cosa por ella. -Los ojos de Goddard se convirtieron en dos finas lineas-. Cualquier cosa.
No habia duda de lo que el muchacho queria dar a entender, «Cortarle la cabeza a lord Greybourne», y Goddard estaba afilando su espada. Unicamente podia esperar que a ella no se le ocurriera pedirselo. No podia negar que se sentia aliviado al saber que Goddard no estaba enamorado de Meredith, pero aquellas palabras solo le planteaban nuevas preguntas.
– ?Que quiere decir con que ella es como una madre para usted?
Una vez mas, el muchacho se quedo dudando, como si estuviera pensando si debia contestar o no. Al fin, dijo:
– No tengo padre ni madre que yo recuerde. La unica persona a la que tuve era Taggert, el deshollinador de chimeneas. Yo era uno de los muchachos que trabajaban para el. -Los ojos y la voz de Goddard se hundieron en el suelo-. Tenia a otros muchachos como yo. Nos mantenia a todos juntos en una pequena habitacion. Un dia, mientras estaba limpiando por fuera una chimenea, me cai. -Sus ojos se clavaron en su pierna-. Me veo cayendo, pero debi de golpearme la cabeza, porque no recuerdo nada mas, excepto que cuando desperte me encontre mirando unos angelicales ojos azules. Pense que habia muerto y estaba ya en el cielo. Enseguida descubri que aquel angel era miss Merrie, hasta entonces una extrana para mi. Me habia recogido de una cuneta en la que me habia tirado Taggert. A el ya no le podia servir para nada mas.
– Dios santo -murmuro Philip, con una sensacion de nausea ascendiendo por su garganta ante tan inexplicable crueldad-. ?Que edad tenias?
– No estoy seguro -dijo encogiendose de hombros-. Puede que ocho anos. Al menos eso es lo que se imagino miss Merrie. Como no sabia cuando habia nacido, miss Merrie puso el dia que me encontro como el de mi cumpleanos. Desde entonces, cada ano me ha ofrecido una fiesta, con pasteles y regalos.
– ?Que fue de aquel Taggert? Una combinacion de miedo y odio aparecio en los ojos de Albert.
