sabia que ella palparia el desbocado latido de su corazon.

Perdiendose en ella, el ahondo el beso, recorriendo la abertura de los labios de Hayley con la punta de la lengua.

Ella se los abrio como los petalos de una flor cuando eclosiona, recibiendo de buen grado aquella invasion de su sedosa intimidad. Su boca era increiblemente acogedora y sabia a gloria.

El instante en que sus lenguas entraron en contacto, Stephen sintio que los dos estaban fundidos como la llama se funde con la cera al arder. Emitiendo un grave gemido, ella le rodeo el cuello con los brazos y le devolvio el beso con el mismo fervor.

El abandono de su respuesta confundio a Stephen, despojandole del escaso control que le quedaba. Sus partes intimas se activaron con un intenso hormigueo, y el hormigueo enseguida dio paso a un palpitante dolor. Cuando Hayley le ofrecio dulcemente su lengua, restregandola lentamente contra la de el, Stephen emitio un hondo gemido. Apretandola contra el, capturo los labios de Hayley en una secuencia de largos, lentos y narcotizantes besos que desencadenaron oleadas de paralizante placer por todo su cuerpo.

El deshizo el lazo que recogia la sedosa cabellera de Hayley y dejo caer la cinta de saten. Acariciando las suaves y perfumadas ondas con ambas manos, enredo los dedos en su cabello mientras hundia su boca en la de ella con un avido y abrasador apetito.

– Stephen… -le susurro ella al oido cuando el bajo la cabeza para besarle el lado del cuello.

Al oirla murmullar su nombre tan apasionadamente, a el se le escapo otro hondo y dolorido gemido. Stephen le beso avida e intensamente la larga columna del cuello y, cuando la blusa le impidio avanzar, desenredo los dedos de los rizos de Hayley y le abrio rapidamente varios botones de la blusa.

Los labios de Stephen acariciaron el acelerado pulso de Hayley en la base de la garganta y luego siguieron descendiendo hasta hundirse en las voluptuosas curvas de sus senos, que sobresalian sobre el encaje de la combinacion. Stephen inhalo profundamente y luego acaricio con la lengua la piel de terciopelo y olor a rosas de Hayley. «?Dios mio! -penso-, ?tiene el tacto de un angel y sabe a gloria!»

Mientras Hayley se aferraba a los hombros de Stephen, el le deslizo lentamente los labios cuello arriba. Cuando su boca encontro de nuevo la de Hayley, ella separo los labios, acogiendo el fuerte empuje de la lengua de Stephen con un empuje similar en sentido contrario.

El se sentia como si alguien le hubiera prendido fuego por dentro. Sus palmas recorrieron incansablemente la espalda de Hayley, deslizandose hacia abajo para apresarle las nalgas, levantarla y apretarla fuertemente contra su creciente y dolorosa excitacion. La sensacion de los prominentes senos de Hayley aplastados contra su torax, con los pezones endurecidos como puntiagudas crestas, llevo al cuerpo de Stephen al limite.

Su control, un aspecto de su personalidad en que siempre habia podido confiar, estaba suspendido al borde de un abismo. Tenia el miembro tan tenso como un puno apretado y le dolia a rabiar. Las manos le temblaban con la acuciante necesidad de apresar los senos de Hayley… e ir descendiendo… bajo sus pantalones.

A menos que pensara despojarla de sus ropas, estirarla sobre la tierra humeda y tomarla alli mismo, en el jardin de rosas, tenian que parar. Ya.

Con muchas reticencias y no menos fuerza de voluntad, Stephen levanto la cabeza y emitio un hondo y entrecortado suspiro en un intento de recuperar el aliento. Miro a Hayley y fue incapaz de contener la oleada de satisfaccion masculina al contemplar la mirada aturdida y rebosante de deseo de Hayley.

– ?Santo Dios! -dijo ella casi sin aliento-. No tenia ni idea de que besarse pudiera ser tan… tan… -Su voz se desvanecio por completo.

– ?Tan… que? -pregunto Stephen con un ronco susurro que no reconocio como su voz. La mantuvo bien apretada contra su cuerpo, con un brazo alrededor de su cintura, mientras le apartaba un rizo de la ruborizada mejilla con la otra mano.

– Tan emocionante. Tan embriagador. -Suspiro-. Tan absolutamente maravilloso.

– ?No te habia besado nunca nadie? -Aquella respuesta tan espontanea y temblorosa convencio a Stephen de que Hayley habia sido sincera, pero ella tampoco era ninguna chiquilla. Seguro que alguien la habia besado antes.

– Solo Jeremy Popplemore.

– ?Quien es Jeremy Popplemore?

– Un joven del pueblo. Estuvimos prometidos durante un tiempo.

A Stephen aquello le sento como un jarro de agua fria.

– ?Prometidos?

– Si.

– ?Y te beso? -le pregunto Stephen, mientras su enfado iba creciendo mas inexplicablemente a cada momento.

Hayley asintio.

– Si, ya lo creo. Varias veces, de hecho.

– ?Y que paso? ?Por que no os casasteis?

Ella dudo antes de responder.

– Cuando fallecio mi padre, informe a Jeremy de que no dejaria a mis hermanos cuando nos casaramos, y sus sentimientos hacia mi cambiaron. Me dejo bien claro que, aunque yo le importaba, no estaba dispuesto a cargar con toda mi familia. Me pidio que dejara a mis hermanos con tia Olivia, pero yo me negue. -Hayley movio repetidamente la cabeza en senal de negacion-. ?Santo Dios! ?Si tia Olivia necesita casi tantos cuidados como Callie! Tras mi negativa, Jeremy se fue de viaje al continente. No le he vuelto a ver desde entonces, aunque creo que volvio a Halstead hace poco.

– Entiendo. -La mirada de Stephen sondeo la de Hayley. Sus ojos expresaban con diafana claridad sus sentimientos. Reflejaban el dano que le habia hecho aquel hombre.

Un repentino deseo de partirle la cara al egoista de Jeremy Pop… lo que fuera se apodero de Stephen. La imagen de otro hombre besandola, poniendole las manos encima, lleno a Stephen de una desagradable pero no por ello menos intensa oleada de celos y posesividad.

– Realmente te enseno a besar. -«El muy canalla.» Fruncio el ceno en una mueca de malhumor mientras le dominaba el enfado. «?Le habra ensenado algo mas?»

Hayley abrio los ojos de par en par.

– Ah… pero Jeremy no… Me refiero a que el nunca. Nosotros nunca…

– ?Nunca que?

– Jeremy nunca me beso como me acabas de besar tu -dejo escapar impulsivamente.

El imperioso deseo de Stephen de partirle la cara a Jeremy Pop… lo que fuera se apaciguo considerablemente.

– ?Ah, no?

– Tu eres el unico que… -Hayley bajo la cabeza.

A Stephen le embargo la compasion y se le hizo un nudo en la garganta cuando se la imagino ofreciendo su corazon a un imbecil insensible que la habia rechazado porque era demasiado buena y generosa para abandonar a sus hermanos pequenos bajo el cuidado de una tia anciana y medio chiflada.

Estaba a punto de decirle que Jeremy Popincart [3] era un imbecil, cuando ella dio un gritito sofocado.

– ?Santo Dios! ?La blusa! -Poniendose de espaldas a Stephen, Hayley empezo inmediatamente a abrocharse los botones y a arreglarse la ropa-. ?Dios mio! ?Que debes de pensar de mi!

«Creo que eres maravillosa», dijo Stephen para sus adentros. Aquel pensamiento le vino subitamente a la mente, cogiendole desprevenido. Nunca habia pensado nada semejante sobre ninguna mujer. ?Maravillosa? «Maldita sea, debo de estar perdiendo la cabeza.»

Cuando Hayley se dio la vuelta, Stephen contuvo un gemido. Con las prisas, se habia abrochado la blusa incorrectamente, y la melena, despeinada, le colgaba sobre los hombros, confiriendole un atractivo aire salvaje. El acuciante deseo de volverla a besar le golpeo en los genitales, dejandole sin habla.

– Debo irme dijo ella, con su voz a un paso del panico-. Buenas noches. Y se fue corriendo por el sendero como si la persiguiera el mismisimo diablo.

Stephen solto un sonoro suspiro largamente reprimido. El perfume de Hayley seguia impregnandolo todo. Todavia sentia la huella de su cuerpo sobre el suyo.

«?Maldita sea!»

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