pregunto al final.
Stephen reprimio una sonrisa.
– Me lo he afeitado.
– ?Por que?
– Porque me picaba.
Callie asintio con la cabeza y luego dijo:
– Mi papa tambien tenia pelo en la cara. No se si le picaba o no, pero a mi si que me picaba cada vez que me besaba.
Stephen no sabia muy bien que contestar. «?Como se supone que se debe hablar a una nina, especialmente a una nina que esta hablando sobre su padre muerto?» Le embargo una profunda compasion por aquella pequena que habia perdido a sus padres y que nunca podria volver a recibir un beso de su padre.
Callie se llevo el tenedor lleno de guisantes a la boca y luego se inclino hacia Stephen.
– Hayley me da muchos besos, pero no pica nada -le confeso en voz baja-. ?Es porque ella tambien se afeita?
Antes de que Stephen pudiera pensar siquiera en la respuesta, intervino Hayley:
– Contadme lo que habeis hecho esta tarde en el pueblo -pregunto a la mesa.
Todo el mudo empezo a hablar al mismo tiempo; Stephen no podia seguir aquella atropellada y caotica conversacion que llenaba el comedor. «?Es asi como come la gente corriente? ?Hablando desordenadamente y a voz en grito?»
Andrew, a pesar de las numerosas interrupciones de Nathan, explico que habia comprado en una libreria. Pamela conto su visita al sastre, y Callie explico emocionada la golosina que se habia comprado y comido de camino a casa.
– ?Y usted, tia Olivia? -pregunto Hayley levantando un poco la voz. Como la mujer siguio comiendo sin dar muestras de haber oido a Hayley, Grimsley le dio un codazo y ella levanto subitamente la cabeza en senal de sorpresa.
– ?Se lo ha pasado bien en el pueblo? -pregunto Hayley levantando todavia mas la voz.
– ?Queeee?
– El pueblo. ?Se lo ha pasado bien en el pueblo?
– ?Por que? Si, carino. Muy bueno, esta muy bueno. ?Me pones otra patata, por favor? -contesto tia Olivia con una radiante sonrisa.
Hayley sonrio y le paso la bandeja de las patatas.
– Tia Olivia me ha acompanado al sastre -intervino Pamela-. Ha estado haciendo media mientras yo me probaba varios vestidos.
Tia Olivia se sirvio otra patata y fijo su atencion en Stephen.
– Tiene mucho mejor aspecto, senor Barrettson -le dijo con una sonrisa maliciosa-. Y la ropa que lleva le sienta estupendamente.
– Si. He…
Antes de que Stephen pudiera decir nada mas, la puerta del comedor se abrio de par en par, al tiempo que entraba un hombre bajito y de pelo moreno ataviado con un delantal. Llevaba un gorro de cocinero ladeado y la piel y la ropa llenas de algun tipo de verdura. Parecia muy enfadado.
–
Senalo a Hayley con dedo acusador.
– Mademoiselle Hayley, la cocina es un caos. Si no se deshace de esa bestia, sega Pierre quien se deshaga de ella. ?Sea como sea, la bestia no puede seguig aqui! -Dejando aquella ominosa amenaza en el aire, el pequeno hombre se dio la vuelta y salio del comedor, dejando tras de si varias hojas verdes.
Stephen hizo un gran esfuerzo para no quedarse boquiabierto. No le cabia en la cabeza que un sirviente pudiera hablar a su senor de aquel modo. Si hubiera ocurrido algo asi en su casa, el sirviente se habria ganado el despido inmediato sin referencias. Sin embargo, la familia Albright al completo parecia aceptar las airadas palabras del cocinero sin pestanear. Stephen tuvo que morderse literalmente la lengua para no dar a aquel insolente la reprimenda que se habia ganado con creces. «Pero soy Stephen Barrettson, tutor. No el marques de Glenfield.»
– ?Le hemos hablado sobre nuestro cocinero, Pierre? -le pregunto Hayley, intentando reprimir una sonrisa.
– Callie me hablo de el, pero no habia tenido el… el placer de conocerlo.
– Era el -dijo Nathan innecesariamente.
– Lo suponia -contesto Stephen en tono de guasa-. ?Cenara con nosotros?
– Pierre sabe que puede comer en la mesa con nosotros cuando quiera -dijo Hayley-, pero solo lo hace en contadas ocasiones. Dice que la constante informalidad de nuestras comidas le produce dispepsia. -Dirigio una mirada de soslayo a sus dos hermanos.
Stephen considero de inmediato que, por muy incorrecto que hubiera estado, era evidente que aquel hombre no estaba loco.
– ?A que gata se referia?
– Tenemos una gata europea jaspeada que se llama
Stephen echo un breve vistazo a su plato y suspiro aliviado. «Cordero. Sin lugar a dudas, es cordero. ?Gracias a Dios!»
– No se preocupe -dijo Callie, tocandole la manga-. En el fondo Pierre quiere mucho a
– Eso es una buena noticia -dijo Stephen-. Tanto para mi como para
Hubo una carcajada generalizada y luego siguieron comiendo. Stephen fue contestando cuando le preguntaban, pero la mayor parte del tiempo estuvo callado, escuchando la animada conversacion. Aquella mesa parecia un gran debate. Hayley hacia de moderadora, procurando que todo el mundo tuviera la oportunidad de hablar. Anticipaba discusiones e introducia nuevos temas en los pocos momentos en que se hacia el silencio. Stephen se debatia entre si aquella atmosfera ruidosa e informal le resultaba entretenida o inaguantable. Pero de lo que si estaba seguro al final de la cena era de que, con tanto ruido, parecia que iba a estallarle la cabeza.
– ?Se encuentra bien, senor Barrettson? -pregunto Hayley arrugando la frente-. Se ha puesto bastante palido.
– Me temo que me duele un poco la cabeza -admitio Stephen.
– Ha tenido un dia muy ajetreado -dijo ella inmediatamente-. ?Quiere que le prepare una infusion?
– No, muchas gracias. Estoy seguro de que solo necesito dormir un poco. -Se levanto y se inclino hacia delante-. Gracias por la cena. Ha sido muy, eh…, interesante.
Hayley sonrio.
– Nos ha encantado que nos haya podido acompanar. Que descanse, senor Barrettson.
– Buenas noches, senor Barrettson -repitio todo el mundo mientras Stephen salia de la habitacion.
El se detuvo en el umbral y contesto:
– Buenas noches a todos.
Una vez en su alcoba, Stephen se estiro en la cama sin quitarse las botas siquiera. Le dolia la cabeza y le palpitaban las costillas y el hombro. Pero, por muy agotado que estuviera, no conseguia conciliar el sueno. Cada vez que cerraba los ojos veia a una sonriente joven de rizos castanos y ojos cristalinos… y largas piernas… y unos labios que pedian a gritos que alguien los besara. Se le acelero el pulso y noto que se le reactivaban los genitales.
Se le escapo un gemido y miro el reloj. Solo eran las nueve de la noche.
«?Maldita sea! -penso-. Va a ser una noche muy, muy larga.»