Stephen mantuvo los ojos cerrados mientras Hayley le extendia una gruesa capa de espuma sobre las mejillas, la mandibula y el cuello, disfrutando de la caricia de la brocha en su piel y del agradable perfume del jabon.

– Estoy lista, senor Barrettson. ?Promete permanecer completamente quieto?

– ?Promete usted no rebanarme el cuello o cortarme una oreja, senorita Albright? -contraataco el. Abrio los ojos y se sumergio en las profundidades de las luminosas aguamarinas de Hayley.

– Se lo prometo, si usted me lo promete -contesto ella con una sonrisa.

Stephen volvio a cerrar los ojos, sintiendose extranamente sosegado ante las dulces palabras de Hayley y la ternura que habia visto reflejada en sus ojos.

Se lo prometo.

– Excelente.

Colocandole dos dedos en el menton, Hayley ejercio una suave presion. Stephen colaboro estirando el cuello y girando levemente la cabeza hacia un lado.

Ella obro en silencio, un silencio solo roto por las instrucciones que iba dando a Stephen con delicadeza para que fuera moviendo la cabeza y el suave sonido que hacia la navaja al restregarla contra el pano despues de cada pasada.

Stephen fue relajandose. Tras las primeras pasadas, no tenia ninguna duda de que la senorita Hayley Albright sabia muy bien como afeitar a un hombre, un hecho que Stephen encontraba extranamente perturbador. Hasta aquel preciso momento, nunca se habia percatado de lo personal e intimo que era el acto de afeitar a alguien. Cada vez que Hayley se inclinaba sobre Stephen, el olia la suave fragancia a flores que ella desprendia. Su ayuda de camara, Sigfried, desde luego, no olia a flores. La dulzura de su voz, la suavidad de sus manos, la precision de sus movimientos, lo dejaron completamente relajado y casi traspuesto.

Hasta que abrio los ojos.

El rostro de Hayley se encontraba solo a unos centimetros del suyo, con el entrecejo fruncido en senal de concentracion mientras le rasuraba el labio superior. Ella, por su parte, se mordia el labio inferior, otro signo evidente de la atencion que estaba poniendo en la tarea. Su calido aliento acariciaba el rostro de Stephen, y el olor a canela lo inundaba todo.

Hayley se inclino hacia delante para alcanzar una toalla limpia y sus senos se apretaron contra la parte superior del brazo de Stephen, lo que provoco que las partes intimas de este despertaran de inmediato.

Stephen hizo un esfuerzo por mantener los ojos cerrados, pero le fue imposible. Estaba completamente anonadado ante la vision de Hayley, su olor, su tacto.

Cuando ella hubo acabado de limpiarle toda la espuma de la cara, sus miradas se cruzaron. Ella lo miro largamente con tal fijeza que el tuvo la sensacion de que, de repente, la piel se le habia encogido.

Stephen carraspeo y luego le pregunto:

– ?Ha acabado?

Ella asintio y el no pudo evitar que su mirada se deslizara hasta la boca de Hayley. Realmente tenia la boca mas apetitosa que habia visto nunca. Aquellos labios carnosos y prominentes parecian hacerle senas, pidiendole a gritos que los besara, y se imagino a si mismo inclinandose hacia delante, cubriendo aquella boca y acariciando la lengua de Hayley con la suya. Sus pensamientos se interrumpieron subitamente cuando noto que Hayley le tocaba la mejilla, ahora suave, con la palma de la mano.

– Le encuentro extremadamente atractivo -le susurro ella. Sus dedos se deslizaron delicadamente por el rostro de Stephen, como los de un ciego intentando memorizar cada rasgo.

Stephen la observo, extasiado. Muchas mujeres habian alabado su aspecto fisico en el pasado, pero el siempre habia desestimado sus piropos, consciente de que no eran mas que una forma de intentar atraparlo. O de obtener algo a cambio. Toda caricia que habia recibido de una mujer habia sido siempre premeditada y calculada.

Hasta entonces.

Sabia a ciencia cierta que Hayley no estaba flirteando con el. Su mirada casi transmitia reverencia, algo que a el le confundia. La forma en que lo tocaba era tierna, espontanea e inexperta. El ya se habia percatado de lo dada que era a prodigar caricias. El modo carinoso con que despeinaba a sus hermanos dandoles un golpecito en la cabeza incluso cuando les reganaba. La delicadeza con que le apartaba a Callie los rizos de la frente. El sabia como reaccionar ante una caricia de indole sexual, pero encontraba aquella forma tan inocente de tocarlo absolutamente inquietante. Ella no podia imaginar lo que le estaba haciendo.

?O tal vez si?

Stephen entorno los ojos. Tal vez la senorita Hayley Albright no fuera tan inocente como parecia. ?Acaso existia una sola mujer en el mundo que no tuviese doblez? La experiencia le decia que aquello era, por lo menos, dudoso.

El rompio el encanto enderezandose en la butaca y pasandose las manos por el rostro.

– ?Le parezco atractivo?

– Ya lo creo, senor Barrettson. Creo que es el hombre mas apuesto que he visto en mi vida. -Se ruborizo mientras una sonrisa arqueaba las comisuras de sus labios-. Pero seguro que ya se lo han dicho muchas personas.

Los ojos de Stephen se clavaron en los de ella, en busca de los consabidos signos del engano femenino. No encontro ninguno.

– Algunas, supongo, pero nunca las crei.

– Yo siempre intento decir la verdad.

– Entonces, usted es la primera persona que conozco que lo intenta.

– Me sabe muy mal por usted, senor Barrettson. Mis padres nos ensenaron que la sinceridad es sumamente importante… tal vez la cualidad mas importante que puede poseer una persona.

– ?Ah, si? Pues mis padres, mi padre en concreto, me ensenaron que no debo confiar en nadie. -Su voz traslucia un deje de amargura-. No recuerdo haber oido nunca la palabra sinceridad en su boca o en boca de mi madre.

La mirada de Hayley, visiblemente conmovida, se enternecio. Se apoyo en el borde de la butaca y acaricio la mano de Stephen.

– No sabe cuanto lo siento. Pero es evidente que usted si confia en la gente. Las malas ensenanzas de sus padres no consiguieron ensombrecer su bondad natural.

Stephen intento ocultar la expresion sarcastica de su rostro.

– Y digame, ?como diablos ha llegado a esa conclusion?

– Usted confia en su amigo Justin. Y confia en mi.

– ?Ah, si?

– Por supuesto. -Un brillo malicioso ilumino los ojos de Hayley-. Si no hubiera confiado en mi, ?habria permitido que le pusiera una navaja en la garganta?

«?Como ha conseguido convertir una conversacion seria en una charla desenfadada?», se pregunto Stephen.

– Eso no ha sido por confianza, sino por desesperacion. Esa dichosa barba me picaba como un diablo. - Stephen intento fruncir el entrecejo mientras hablaba, pero le costo enormemente mantener una expresion seria.

Ella puso los brazos en jarras y levanto las cejas.

– ?O sea que esta diciendo que no confia en mi?

Stephen penso en picarla, pero, de repente, se dio cuenta de que, a pesar del tono chistoso que habia empleado Hayley, habia cierto deje de seriedad en su voz. ?Que si confiaba en ella? Por supuesto que no. El no confiaba en nadie. Bueno, salvo tal vez en Justin. Y en Victoria. Pero… ?en Hayley? ?Por que iba a confiar en ella? ?Apenas la conocia!

Abrio la boca, pero la volvio a cerrar inmediatamente. Hayley le habia salvado la vida. No tenia ni idea de quien era el -creia que era un mero tutor sin pena ni gloria-. No tenia ninguna otra razon para ayudarle que la bondad de su corazon. Era obvio que no pretendia obtener nada a cambio. ?Cual era la palabra que definia a una persona asi? Stephen rebusco en su cerebro y al fin dio con la palabra que buscaba y que estaba tan poco acostumbrado a utilizar.

Generosa.

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