ropa de ambas, habia espacio de sobras. Sabiendo que Robbie y los otros estaban ya dormidos, se tomo unos minutos para quitarse el vestido y luego, sin perder un momento, se puso su sencillo camison de algodon. Se ato el cinturon de la bata y se dirigio a la cortina de terciopelo. Llevaba dos anos haciendo aquello, por lo que sabia que encontraria; aun asi, inspiro para prepararse antes de apartar la pesada tela.

Aguardo un momento a que su vista se adaptase a la oscuridad, y poco a poco se hicieron mas visibles. Ocho de ellos esa noche, cada uno envuelto en el unico consuelo que habian conocido jamas: una manta. Su mirada recorrio sus formas dormidas. Por muchas noches que los viese alli, cada noche le rompian el corazon.

Reconocio a Will y Kenneth, Dobbs, Johnny y Douglas. Y alli, en el rincon, yacia Mary, y junto a ella, Lilith. Todos dormian sobre los jergones que se guardaban enrollados en el rincon, preparados para ellos. Cada nino parecia un pequeno angel herido. Y eso eran para Alex, pues ninguno de ellos tenia mas de doce anos. Todos estaban seguros durante unas horas en el refugio que su pobre hogar proporcionaba, pero el amanecer llegaria demasiado pronto, y ellos abandonarian aquel santuario para volver al infierno que les aguardaba en las calles y callejones hostiles donde pasaban los dias.

Por ultimo, su mirada dio con Robbie y, como le ocurria cada vez que lo veia, se le encogio el corazon, sobre todo en ese instante que la debil luz del fuego que ardia despacio en la habitacion principal le iluminaba el ojo magullado y el labio inferior reventado. Todos aquellos ninos, y muchos mas como ellos, huerfanos o abandonados, victimas de la intensa pobreza, los malos tratos y unas condiciones de vida horribles, le rompian el corazon, pero habia algo en Robbie que la conmovia aun mas. Tal vez porque le recordaba a si misma a su edad. Un manojo de miedo tembloroso envuelto en capas de falsa bravuconeria.

Lagrimas de ira, frustracion y profunda compasion pugnaron por brotar de sus ojos. Por el amor de Dios, apenas tenia seis anos.

Un mechon de su pelo claro, sucio de hollin, le caia sobre la frente, y los dedos de Alex anhelaban apartarselo. Pero sabia que, si lo tocaba, lo mas probable era que se despertase. Por necesidad, debido al lugar y a la forma en que vivian, todos los ninos tenian un sueno ligero. Si dormian demasiado profundamente, cualquier clase de horror podia caer sobre ellos. Alex seguia teniendo un sueno ligero y nunca dormia muchas horas seguidas. Los ninos dormian mejor alli, sabiendo que estaban seguros por unas horas. Por ello, aunque Alex anhelaba acercarse, Robbie necesitaba el sueno mas de lo que ella necesitaba tocarlo y arriesgarse a asustarlo.

Tras una ultima mirada, dejo caer la cortina y se dirigio hacia la zona de la cocina, donde Emma servia el te en gruesas tazas de loza. Se sento en el largo banco de madera, de pronto fatigada y sin energias. El aroma de naranjas y magdalenas recien horneadas flotaba en la habitacion.

– Gracias por ocuparte del horno esta noche -dijo con una sonrisa cansada, en voz baja para no despertar a los ninos.

– De nada -respondio Emma, presentando con un floreo una bandeja en la que habia una sola galleta-. Te he guardado una.

Ante aquel detalle a Alex se le hizo un nudo en la garganta. Emma conocia su debilidad por los dulces, una debilidad que ella misma compartia. Alargo el brazo, partio la galleta por la mitad y dio a su amiga el pedazo mas grande.

– Siento dejarte a ti todas las tareas.

– No digas tonterias -dijo Emma, colocando una taza humeante delante de su amiga-. Para mi es un placer, y es mas importante que madame Larchmont emplee sus habilidades para echar las cartas a la gente rica y elegante. Gracias al dinero extra que estas ganando, podremos mudarnos a un sitio mas grande, mejor y mas seguro, y antes de lo que esperabamos. Entonces podras empezar a ensenarles.

Si, habia trabajado mucho para conseguir un sitio mas grande, mejor y mas seguro para ella misma, Emma y los ninos que confiaban en ellas, que acudian a ellas en busca de proteccion. Estaba decidida a obtenerlo. Por fin habia podido albergar la esperanza de lograrlo con el reciente exito de su identidad como madame Larchmont.

– Eso espero -dijo-, pero ya sabes lo inconstante que puede ser la gente de la alta sociedad, lo pronto que se aburre y lo poco que tarda en pasar al siguiente entretenimiento. Ahora estoy muy solicitada, pero no me hago ilusiones de que mi actual popularidad dure mas alla del fin de la temporada.

– Entonces, aseguremonos de que te forras esta temporada -dijo Emma, mirandola por encima del borde de su taza humeante.

– Eso espero tambien… pero… bueno, ambas sabemos que la carrera de madame Larchmont se acabaria si los miembros de la alta sociedad que ahora piden a voces sus servicios descubriesen su pasado.

La mirada de Emma se hizo mas perspicaz.

– Dices eso como si hubiese algun motivo para pensar que podrian hacerlo.

Ella envolvio la taza con las manos, absorbiendo el calor con sus dedos, de pronto frios.

– Emma, esta noche he encontrado a un hombre. Es… el.

Emma parpadeo dos veces, confusa, pero luego los ojos se le ensancharon al comprender.

– ?El? ?El hombre que salia en tus cartas?

– Si -asintio.

– ?Estas segura?

– Lo estoy.

Emma no pregunto como sabia Alex que aquel era el hombre que habia desempenado una funcion tan destacada en sus tiradas a lo largo de los anos; no le extrano, pues estaba acostumbrada a su «intuicion», asi que asintio pensativa.

– Vaya, ha tardado mucho en llegar -dijo-. ?Quien es?

– Se llama Colin Oliver -dijo, negandose a reconocer el escalofrio que la recorrio al decir su nombre en voz alta-. Lleva el titulo de vizconde Sutton.

Emma se quedo boquiabierta.

– ?Un vizconde? -repitio, sacudiendo la cabeza-. Debes de haberte equivocado de tipo. Tus cartas decian que ese hombre tendria una funcion destacada en tu futuro, que te influiria mucho. ?Como podria referirse eso a un vizconde?

Emma dibujo una O con la boca y se llevo las puntas de los dedos a los labios.

– ?Oh! A menos que quiera que seas… a menos que tengas pensado ser su… querida.

Alex se sintio acalorada de pronto, lo que atribuyo de inmediato al vapor que desprendia el te caliente, y aparto la taza.

– No, claro que no -susurro.

– Entonces ?de que otra manera podria tener un hombre asi una funcion en tu futuro? Ademas, se supone que el hombre de las cartas es alguien que ya conociste anos atras -dijo Emma, sacudiendo la cabeza con decision. Un rizo de color caoba se le desprendio de la trenza-. No, no es el, Alex.

– Si, lo es. Yo… ya lo habia visto una vez. Le robe.

– ?Como puedes estar segura de que es el mismo tipo? Todos esos ricachones parecen iguales en la oscuridad. Siempre bebidos y pagados de si mismos. Primos, eso es lo que son.

– Lo que eran -subrayo Alex-. Esa era nuestra antigua profesion. Y lo recuerdo muy bien porque me sorprendio.

– ?Te sorprendio? -repitio Emma en un susurro incredulo-. ?Pero a ti nunca te sorprendian! ?Eras la mejor!

– Aunque agradezco tu valoracion de mis antiguas aptitudes, te aseguro que me sorprendio. Consegui escapar y nunca volvi a verlo. Hasta esta noche.

Emma capto las repercusiones al instante.

– ?Dios del cielo! ?Te ha reconocido?

Incapaz de permanecer sentada, Alex se levanto y se puso a caminar por delante de la mesa.

– No lo se. No creo, pero…

Sacudio la cabeza y luego conto a Emma todos los acontecimientos de la velada, incluyendo la conversacion que habia oido y la nota que habia dejado para lord Malloran. Los unicos detalles que omitio fueron las sensaciones que le provoco lord Sutton y la forma en que le beso la muneca.

– Manana por la tarde le hare una tirada en privado en su casa. O, mejor dicho, hoy.

Emma la miro inquieta.

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