– Si. No. Quiero decir que…

La joven fruncio el ceno.

– Oh, que interesante, estan a punto de echarle las cartas, lord Sutton -surgio la inconfundible voz de lady Newtrebble justo al lado de Colin. El hombre se volvio y alzo la mirada hasta ella. La dama agito su abanico con vigor, sacudiendo las plumas de pavo real. Su cabeza parecia rodeada de alas en movimiento-. Mi sobrina, lady Gwendolyn, y yo tendremos muchisimo interes en oir las predicciones de madame acerca de su futura esposa, senor.

La mujer le hizo un gesto a madame Larchmont.

– Siga. No se preocupe por mi.

– Vamos, lady Newtrebble, ya conoce mi politica estricta -dijo la muchacha con una sonrisa que a Colin le parecio forzada-. No puedo echarle las cartas a lord Sutton con usted ahi de pie…

– Yo no tengo nada que objetar -dijo Colin.

– Excelente -respondio lady Newtrebble con una esplendida sonrisa-. Siga -ordeno a madame Larchmont con el ceno fruncido.

– Antes de empezar -dijo Colin, sonriendo a su anfitriona-, me apeteceria mucho un poco mas de su magnifico conac. ?Podria ocuparse de eso? No empezaremos sin usted -anadio en tono solemne, al ver que la dama vacilaba.

– Muy bien -dijo lady Newtrebble, no muy complacida-. ?Maldita sea! ?Donde se meten los lacayos cuando mas falta hacen?

En cuanto se alejo, Colin se inclino hacia delante.

– Le pagare media corona por decir que la mujer con la que voy a casarme tiene el cabello castano.

Alex parpadeo.

– ?Como dice?

– De acuerdo, muy bien. Una corona. Merecera la pena, con tal de dar al traste con las esperanzas de lady Newtrebble de que escoja a su rubia sobrina como prometida.

– ?No le gusta su sobrina? Lady Gwendolyn es muy guapa.

– Es cierto. Sin embargo, albergo una intolerancia estrafalaria por la gente petulante y altanera que se queja de todo, sea cual sea el color de su pelo.

– Entiendo -respondio la joven con una leve sonrisa, suficiente para hacerle saber que aquello le hacia gracia-. Pero ?y si las cartas predicen que en su destino esta casarse con una mujer rubia? Estara eliminando a todas las demas rubias, no solo a lady Gwendolyn.

– Dada mi escasa creencia en el tarot, estoy dispuesto a arriesgarme.

– De todos modos, si las cartas indicasen a una mujer rubia -insistio la joven con un suspiro, sacudiendo la cabeza-, eso me obligaria a mentir.

– ?Quiere usted decir que jamas ha dicho mentiras, madame Larchmont?

– ?Las ha dicho usted?

Mas de las que puedo contar.

– Si. ?Y usted?

La joven vacilo antes de responder.

– No me gusta mentir.

– Muy admirable. A mi tampoco. Sin embargo, las circunstancias nos fuerzan a veces a hacer cosas que no nos gustan.

– Parece que hable por experiencia, senor.

– Asi es. Y sin duda usted no ha alcanzado la edad de…

– Veintitres anos.

– La edad de veintitres anos sin hacer algo que no le haya gustado demasiado.

– Desde luego, y esta conversacion es un ejemplo perfecto.

El destello de diversion en sus ojos desmentia sus palabras.

Colin se acerco mas, lleno su cabeza con el dulce aroma citrico y subio su oferta.

– Medio soberano.

La muchacha dio un profundo suspiro.

– Me temo que las mentiras son… caras.

– ?Mas caras que medio soberano?

– Pues si. Sobre todo las mentiras que tienen muchas probabilidades de hacerme perder a una clienta adinerada como lady Newtrebble.

– Se ha vuelto loca si cree que una tacana reconocida como lady Newtrebble se desprenderia de medio soberano para que le echasen las cartas.

Alex se limito a sonreir en respuesta.

– Lo que esta haciendo tiene un nombre, madame Larchmont.

– Si. Se llama «pago».

– No. Se llama «extorsion».

Por alguna absurda razon, aquella conversacion -que deberia haberle fastidiado mucho- le entusiasmaba de forma inexplicable, de un modo que no habia experimentado en mucho tiempo. Colin dio a su vez un suspiro.

– Muy bien, ?cual es su precio por decir una mentirijilla?

– Un soberano.

– Se da usted cuenta de que eso es ridiculo.

La joven se encogio de hombros.

– La decision es suya.

– Una suma escandalosa para cobrarle a un amigo.

Ella levanto una ceja en un gesto elocuente.

– No creo que nuestra breve relacion pueda describirse como amistad, senor.

– Supongo que eso es cierto. Una circunstancia a la que me gustaria poner remedio -respondio el, sin dejar de mirarla a los ojos.

– En los tres proximos segundos, seguro -dijo la muchacha con una sonrisa.

Colin le devolvio, la sonrisa.

– Si, eso resultaria muy util.

– La verdad es que no. A los amigos les cobro la misma tarifa que a los simples conocidos.

– ?Ah! Entonces, de nada sirve conocerla.

– Me temo que no -replico ella, mirando por encima del hombro de Colin-. Se acerca lady Newtrebble con su conac, senor.

– Muy bien -dijo el en tono de queja-. Que sea un soberano… Pero solo pagare si se muestra convincente.

– De acuerdo. Y no tema, senor, soy muy buena en lo que hago.

– Si, de eso estoy seguro.

Sin embargo, la cuestion sigue siendo que hace exactamente, penso Colin.

Capitulo 7

Alex mezclo las cartas con gesto energico. Como si aquella noche no estuviese ya lo bastante alterada intentando detectar el aspero susurro que habia oido la noche anterior en el estudio de lord Malloran, ahora se sentia perturbada por la proximidad de lord Sutton. La presencia de lady Newtrebble, que andaba dando vueltas en las proximidades, temblorosa y expectante, no hacia sino aumentar su incomodidad.

– ?Que pregunta le gustaria hacerme, lord Sutton? -pregunto sin dejar de mezclar las cartas.

– La que todo el mundo tiene en mente. ?Con quien voy a casarme?

Alex asintio y dejo la baraja sobre la mesa.

Вы читаете Un Romance Imposible
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×