Menos de cinco minutos despues, Alex estaba sentada frente a Colin dentro de su lujoso carruaje. Los gruesos cojines de terciopelo la acogian con deliciosa suavidad, y sus ojos se cerraron mientras suspiraba complacida.

– ?Mejor que un coche de alquiler? -dijo la profunda voz de el, divertida.

Alex abrio los ojos de golpe. Colin estaba reclinado en el asiento de enfrente, mirandola desde las sombras. Su boca esbozaba una media sonrisa.

– Un poco -dijo ella, en el mismo tono ligero que el habia utilizado.

Aunque la muchacha, severa, se recordo que aquel atisbo de lujo era pasajero, estaba decidida a disfrutar de sus pocos momentos de comodidad.

Sin embargo, era dificil sentirse comoda del todo con la perturbadora mirada de lord Sutton posada en ella, por no mencionar la fatalidad predicha por la tirada de el y la posible amenaza para si misma del asesino de voz aspera.

El silencio se prolongaba entre ellos. ?Sentia el la misma corriente subterranea de tension? Alex necesitaba advertirle lo que habia visto en sus cartas, pero Colin parecia preocupado. Agitado. La joven decidio romper el hielo antes de sacar a colacion el tema que ocupaba su mente.

– ?Como le ha ido esta noche?

En lugar de responderle con una respuesta cualquiera, Colin parecio considerar seriamente la pregunta.

– Ha sido una noche pesada y poco memorable. ?Y a usted?

La muchacha sintio la tentacion de decir lo mismo pero, aunque la noche se le habia hecho pesada, para ella si habia sido memorable, y toda la culpa era de el. Bueno, de el y de haber tenido muy cerca hacia solo unos momentos a alguien que sin duda deseaba mandarla al otro barrio.

– Para mi la noche ha sido… interesante -dijo.

– ?Como es eso?

– Me gusta conocer personas, averiguar cosas de ellas a traves de sus cartas.

– La envidio. Tal vez deberia dedicarme a echar las cartas. Me temo que no me resulta nada interesante eludir a madres casamenteras o tratar de conversar con sus hijas bobas e insulsas.

Colin se inclino hacia delante, y Alex se quedo sin aliento ante su repentina proximidad. Menos de un metro separaba su rostro del de ella, una distancia que parecia demasiado escasa y al mismo tiempo excesiva.

Con los codos apoyados sobre sus piernas separadas, el hombre entrelazo las manos y la miro con ojos en los que brillaba un atisbo de malicia.

– Aunque agradezco su convincente afirmacion (que, por cierto, me ha costado una fortuna) de que la mujer destinada para mi tiene el cabello oscuro, habria preferido algo un poco mas concreto. Algo, lo que fuese, que me evitase la molestia de hablar del tiempo con otra manada de muchachas soltando risitas. ?Es que ninguna puede mantener una conversacion remotamente inteligente? -dijo, sacudiendo la cabeza.

– Seguramente se ponen nerviosas en su presencia, senor.

– ?Nerviosas?

– Supongo que entendera que a una mujer joven e inexperta le intimide un hombre como usted.

Colin enarco una ceja.

– La verdad es que no. ?Y que es, para ser exactos, un hombre como yo?

– No quiere entenderme, senor. Su posicion en la sociedad basta por si sola para dejar mudas a muchas personas, y no digamos ya a una muchacha. Sobre todo si va acompanada de una madre casamentera y desea causarle buena impresion.

– No parece que a usted le intimide, ni que se quede muda en mi presencia. Algo que me ha costado mucho dinero esta noche.

– Pero yo no soy una joven inexperta empenada en causarle buena impresion, senor.

– La verdad, desde el punto de vista de mis fondos, que disminuyen a toda velocidad, es una lastima.

Colin inclino la cabeza y parecio observar las manos enguantadas de Alex, quien sintio el impulso de ocultarlas bajo los pliegues de su vestido. Luego, el hombre levanto los ojos y la inmovilizo con una mirada llena de seriedad.

– Entonces ?un hombre como yo es alguien con un titulo nobiliario?

– Si.

– Entiendo. ?Y eso es todo? ?Nada mas?

Colin esperaba su respuesta con todos los musculos tensos, diciendose que no le importaba nada lo que ella opinase. Que, si ella solo lo veia como un titulo nobiliario y nada mas, le daba absolutamente igual.

Un destello de malicia anido en los ojos de Alex.

– Esta buscando que le regalen los oidos, y de forma descarada.

?Si? Demonios, no lo sabia. No tenia costumbre de hacer eso pero, claro, nunca se habia sentido tan perturbado en presencia de una mujer.

– No busco que me regalen los oidos -dijo, tras reflexionar-, sino simplemente saber a que se refiere. Por supuesto, si resulta que pretende regalarmelos, pues mejor.

– ?Y si resulta que no pretendo regalarselos?

– De todos modos me gustaria saberlo. Por supuesto, eso podria disminuir sus posibilidades de sacarme otro soberano en breve plazo.

La joven esbozo una sonrisa.

– En ese caso, me referia a un hombre con su porte distinguido, su inteligencia imponente, su buena apariencia.

Colin enarco las cejas.

– ?Solo buena?

– Por supuesto, he querido decir su imponente apariencia.

– Creia que era mi inteligencia lo que le parecia imponente.

– Al igual que su apariencia.

– Hace dos segundos, mi apariencia le resultaba solo buena.

La muchacha sonrio.

– Pero de una forma imponente.

La mirada de Colin descendio hasta los labios curvados de la joven, y de pronto parecio que no habia aire en el carruaje. El deseo de tocarla que llevaba acechandolo toda la noche amenazo con dominarlo. Colin unio las manos para contenerse porque sospechaba que, si cedia, un solo contacto no seria suficiente.

Lord Sutton decidio que su mejor recurso era cambiar de tema.

– Me ha dicho que aceptaba mi oferta de acompanarla a su casa porque deseaba comentar algo conmigo.

La diversion se desvanecio de los ojos de la muchacha, y Colin la echo de menos al instante, aunque habria debido alegrarse de su desaparicion pues le resultaba demasiado atractiva y tentadora. Pero, diablos, Alex no era menos atractiva ni tentadora sin ella. Tal vez si le echase un saco sobre la cabeza… pero no, aun podria ver sus voluptuosas curvas. Un saco de cuerpo entero… eso necesitaba. Para cubrirla de pies a cabeza. Y si resultaba que el saco ocultaba su seductor aroma de naranjas, mejor aun.

– Deseaba comentar su tirada.

Aquellas palabras lo arrancaron de su ensimismamiento.

– ?Ah, si? ?Cual? ?La de esta tarde, que me ha costado una pequena fortuna, la de esta noche, que me ha costado una fortuna mayor, o la de manana, que temo acabe costandome una fortuna mayor aun?

– La de esta noche. Debido a la presencia de lady Newtrebble, no le he dicho todo lo que he visto -explico Alex, mientras sus dedos enguantados tiraban de los pliegues de su vestido-. Me temo que las cartas revelan las mismas cosas preocupantes que he visto esta tarde, senor. La falsedad, la traicion y el engano. La enfermedad, el peligro y la muerte -acabo, en un susurro.

– Entiendo.

Colin la observo durante unos segundos. Aunque la expresion de Alex no revelaba nada, su actitud era de sincera preocupacion. Un escalofrio de desazon recorrio la espalda del hombre. Su intuicion llevaba un tiempo diciendole que se enfrentaba a las mismas cosas que la joven habia visto en las cartas. ?Podia haber alguna verdad en aquello, o era solo un truco de salon y una coincidencia?

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