entre la multitud.

Tiene que pensar en mi.

La joven exhalo el aire despacio. Eso no seria ningun problema. Lo cierto era que, desde que lo vio la noche anterior en la fiesta de los Malloran, le habia resultado casi imposible pensar en algo que no fuese el.

Tres horas despues, tras echar el tarot por ultima vez esa noche, Alex seguia pensando en lord Sutton, como habia hecho mientras les echaba las cartas a mas de una docena de invitados. Y mientras escuchaba con atencion todas las voces que flotaban a su alrededor, preguntandose si volveria a oir el aspero susurro del estudio de lord Malloran, nada segura de desear oir de nuevo esa voz. Porque, si la oia, ?que haria entonces?

Desde que Colin se perdio entre la multitud, Alex se habia obligado a mantener su atencion centrada en las personas que se sentaban frente a ella, sin permitir que su mirada vagase en busca de el. De todos modos, aquel hombre ocupaba cada rincon de su mente, cosa que en si ya era bastante perturbadora. Pero aun la desestabilizaba mas la forma en que lo hacia, la desconcertante direccion de sus pensamientos.

Su pelo… parecia tan espeso y brillante que le apetecia tocarlo. ?Que sensacion produciria pasar los dedos entre aquellos oscuros mechones sedosos?

Y sus ojos. Tan verdes. Tan frustrantes e impenetrables.

Y sin embargo tan atractivos cuando brillaban con una nota de humor. ?Que aspecto tendrian llenos de deseo?

?Llenos de deseo por ella?

Un pensamiento peligroso que Alex habia apartado de su mente incontables veces.

Sin embargo, tan pronto como alejaba el recuerdo de sus ojos, se encontraba pensando en sus anchos hombros, en la forma fascinante en que llenaba su chaqueta y sus pantalones negros de etiqueta. Sus brazos parecian tan fuertes… ?Que se sentiria al ser abrazada por ellos?

Y luego estaba su boca… aquella boca atractiva y masculina cuyos labios atraian su mirada como un festin a un hombre hambriento. ?Que tacto tendrian aquellos labios bajo las puntas de sus dedos? ?Suave? ?Firme? ?Ambos? ?Que sensacion daria el roce de su boca contra la de ella? Que Dios la ayudase. Queria saberlo. Con desesperacion. Y mucho se temia que, si se le ofrecia la oportunidad de averiguarlo, no seria capaz de resistirse.

Todos sus impulsos y anhelos, toda la curiosidad femenina que habia reprimido con rigor hasta entonces parecian ahora a punto de estallar, como una fruta demasiado madura que rompiese su piel. Por primera vez, deseo liberarse de su titulo de madame, dejarse arrastrar por sus fantasias con el hombre que las habia inspirado desde el momento en que lo vio en Vauxhall cuatro anos atras.

Un sonido de disgusto surgio en su garganta, y Alex apreto los labios para contenerlo. Como debia contener aquellos pensamientos tortuosos y ridiculos, y aquellas preguntas inadecuadas e imposibles cuyas respuestas jamas conoceria. Sin embargo, mientras su sentido comun le decia eso, imagenes sensuales de el continuaban bombardeandola, lo que la fastidiaba mucho. No deseaba albergar tales pensamientos acerca de ningun hombre, pero si iba a hacerlo, ?por que, por que tenia que ser con ese hombre en particular, un hombre al que nunca podria tener, que no era adecuado para ella de ninguna forma concebible, al que nunca podria tocar o besar?

Muy molesta consigo misma, recogio sus naipes. El ultimo consultante habia abandonado la mesa hacia vanos minutos, y ella se quedo sentada alli como una idiota, suspirando embobada por un hombre situado tan por encima de su nivel social que daba risa.

Tras envolver sus cartas en la pieza de seda de color bronce, bajo el brazo por debajo del largo mantel de damasco blanco en busca de su bolso. Al no encontrarlo, se inclino mas y levanto la tela para atisbar bajo la mesa. Cuando vio el bolso fuera de su alcance, se estiro aun mas hacia el suelo. Sus dedos acababan de rozar el cordon de terciopelo cuando oyo un aspero susurro.

– Me temo que eso es imposible -decia.

Alex se quedo paralizada. Se le erizo todo el vello de la nuca, y un escalofrio recorrio su espalda. Reconocia esa voz. Jamas la olvidaria. Se levanto enseguida con el corazon desbocado. Un grupo de personas pasaba junto a la mesa, seguramente hacia el vestibulo, para marcharse. Eran cuatro hombres y dos mujeres, todos miembros conocidos de la alta sociedad. Mientras pasaban, se fijo en otro grupo formado por tres hombres, situado a unos tres metros. Y en un trio de mujeres cerca de ellos. De nuevo, todos eran respetables miembros de la aristocracia. En las proximidades habia tambien dos lacayos que recogian las copas vacias de los invitados que se marchaban. Alex escucho con atencion, pero ninguna de las voces era el aspero susurro. Quien habia hablado, fuera quien fuese, estaba ahora en silencio o habia recuperado una voz normal.

?De que grupo procedia la voz? No estaba segura de querer saberlo. Aquella persona planeaba matar a alguien la semana siguiente, y con toda probabilidad era responsable de la muerte de lord Malloran y de su lacayo, seguramente debido a la nota que habia escrito ella. Alex no deseaba convertirse en un cadaver. Pero la unica forma de detener aquello era averiguar quien era el asesino. Antes de que alguien mas muriese. Es decir, ella.

Aunque la invadia el panico, tenia que averiguar quien habia hablado. Se puso en pie y metio las cartas en su bolso a toda prisa. Luego se volvio para alejarse de la mesa. Y tropezo contra algo solido. Algo solido que olia a ropa limpia con una pizca de sandalo. Algo que la agarro de los brazos y se puso a hablar.

– Si chocar conmigo va a convertirse en una costumbre, he de decir que prefiero la intimidad del jardin a un salon lleno de gente.

El corazon de Alex latio con fuerza y, para su horror, en lugar de apartarse o al menos quedarse inmovil, acerco la nariz a la pechera de lord Sutton y volvio a respirar su aroma. Por espacio de varios segundos, se sintio segura, por primera vez en su vida. Como si estuviese envuelta en unos brazos fuertes y protectores. Una idea descabellada que aparto de su mente al instante.

Mareada por la combinacion del aroma de Colin y el calor de las manos masculinas que bajaban por sus brazos, tuvo que obligar a sus pies a dar un paso atras. Cuando lo hizo, sus miradas se encontraron. El hombre seguia cogiendola de los brazos, y a Alex le resultaba dificil respirar mientras continuaban mirandose. Entonces el fruncio el ceno.

– ?Que sucede? -pregunto.

– Pues… nada.

Colin se le acerco mientras sus dedos la apretaban con mas fuerza.

– Algo sucede. Esta palida y temblorosa.

Alex noto el peso de una mirada que no era la de el, y de nuevo se le erizo el vello de la nuca. La joven observo a la gente situada cerca de la mesa, pero nadie la miraba.

Colin tambien miro a su alrededor, recorriendo con la vista el grupo cercano antes de volver los ojos hacia ella.

– ?La ha molestado alguien?

La joven percibio con claridad la gelida amenaza bajo sus palabras serenas, y por un instante descabellado experimento una emocion femenina desconocida. Lord Sutton parecia dispuesto a pelearse con cualquiera que se atreviese a decirle a ella algo desafortunado. Como si pretendiese protegerla de cualquier dano…

Un impulso de enojo contra si misma interrumpio el ridiculo pensamiento. El no haria semejante cosa. ?Por que iba a arriesgarse siquiera a arrugarse la chaqueta por ella? Y, aunque asi fuese, ella no necesitaba que nadie la protegiese ni se pelease por ella. Le habia ido muy bien sola durante todos aquellos anos. Se sintio aun mas irritada por permitir que su angustia se notase tanto. Recobrando su autocontrol, Alex levanto la barbilla y dio un paso atras. Los dedos de Colin se separaron de sus brazos, pero sus ojos perspicaces no abandonaron los suyos ni un momento.

– Nadie me ha dicho nada, senor. Pero, aunque asi fuese, no veo por que tendria que preocuparse usted.

– ?No?

– No. Soy muy capaz de defenderme si la ocasion lo requiere. Si estoy palida, es solo porque me siento cansada. Me resulta agotador echar las cartas tantas veces en una sola sesion.

– ?Es fatigoso comunicarse con los espiritus?

La joven ignoro su tono seco.

– Lo cierto es que si.

– Entonces, vamos a llevarla a casa, por supuesto.

Вы читаете Un Romance Imposible
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×