unica palabra que ocupaba su pensamiento:

– Alexandra -murmuro dejando escapar un gemido.

Maldita sea, ?por que no existia un elixir magico que la borrara de su mente de un trago? Algo que le hiciese olvidar cuanto la deseaba, borrar el recuerdo de la perfeccion con la que encajaba entre sus brazos, que hiciese desaparecer el sabor de ella de su boca o eliminase esa voraz necesidad de hacerle el amor y esa poderosa ansia que sentia de hablar y reir con ella solo con tenerla en la misma habitacion.

Nunca en su vida habia experimentado unos sentimientos tan confusos por una mujer, ni siquiera en las ocasiones en las que se habia sentido profundamente atraido por alguna o en las que habia llegado a compartir su lecho. Aquellos encuentros habian sido placenteros, ligeros, pero siempre, sin excepcion, los habia olvidado de manera inmediata.

Aunque no habia duda de que sentia un enorme placer en compania de Alexandra, no habia nada ligero en sus sentimientos. No, esto era… intenso, vivido, como si todo a su alrededor tuviese una definicion mas fuerte, los colores fuesen mas brillantes y relucientes, haciendo que su vida anterior pareciese haber sido solo en tonos grises. Y en cuanto a la posibilidad de olvidarla de manera inmediata…

De sus labios escapo un aspero grunido. En el fondo de su alma, sabia que no podria olvidarla ni aunque viviese hasta el siglo siguiente. Lo seguiria obsesionando como lo habia hecho durante los ultimos cuatro anos, mucho antes de que hubiese conocido su nombre, y mucho menos el sabor de sus besos o la sensacion de sus brazos rodeandolo.

La presencia de Alexandra le estaba impidiendo cumplir con el objetivo por el que habia ido a Londres, pero le resultaba imposible buscar una prometida cuando lo unico que podia hacer era pensar en ella, una mujer que, dado la responsabilidad de su titulo, no podia ser su esposa.

Pero podrias convertirla en tu amante, le susurro una voz interior.

Su conciencia, su honor y su integridad protestaron inmediatamente ante la idea de una aventura adultera. No deshonraria los votos matrimoniales una vez pronunciados.

Pero todavia no estas casado, le recordo astutamente su voz interior.

Abrio los ojos e irguio la cabeza, mirando fijamente el guante de encaje que sostenia en la mano. No, todavia no estaba casado, ni siquiera estaba comprometido. Podia convertirla en su amante hasta entonces. Serian discretos y se aseguraria de que estaba bien atendida, tanto Alex como la causa que ella tanto apreciaba. Despues… se dirian adios.

Su corazon se acelero ante la expectativa. Estaba convencido. En ese momento, lo unico que debia hacer era convencerla a ella.

Capitulo 14

Alex estaba tendida sobre la magnifica cama de su elegante dormitorio, una cama suave, comoda, calida, lujosa y en la que, sin embargo, no conseguia conciliar el sueno a pesar de desearlo con todas sus fuerzas. Habia intentado durante horas dejar la mente en blanco, pero no habia forma de lograrlo con la presencia de Colin llenando cada rincon de su mente.

Cerro los ojos pero no consiguio esquivar el bombardeo de recuerdos sensuales: Colin aprisionandola contra la pared de la galeria, cercandola con el calor de su cuerpo, invadiendo sus sentidos con ese aroma masculino, agachando la cabeza…

Recordo vivamente el delicioso sabor de su beso, la exquisita sensacion de su cuerpo apretando el suyo. Solo habia sido necesaria una caricia de Colin para despojarla de todas sus sensatas resoluciones, una sola caricia para que desease mas, para que lo desease todo.

Alex dejo escapar un gemido de frustracion y, con un gesto de impaciencia, aparto las sabanas y se incorporo en la cama. Despues se levanto y empezo a recorrer la habitacion una y otra vez, hasta que finalmente se detuvo frente a la chimenea y se quedo mirando fijamente los rescoldos resplandecientes del hogar. Lanzo un suspiro y contemplo las brasas y su brillo. Se dio cuenta de que ella se sentia igual que aquellas ascuas medio apagadas… caliente, expectante, lista. Solo hacia falta un soplo de aire para que volviese, como ellas, a arder.

Alexandra sabia lo que ocurria entre los hombres y las mujeres en la oscuridad porque lo habia oido, habia sido testigo de ello en infinidad de ocasiones, tantas que ni las recordaba. Y tambien sabia cuanto se llegaba a hablar de esas cosas, pero por lo que habia visto, le resultaba muy poco excitante. De hecho, todo el proceso en si le habia resultado siempre algo asqueroso, algo a evitar.

Hasta el beso de Colin. El contacto con el habia transformado su desprecio hacia el acto carnal en un deseo que no podia sofocar, un deseo que queria explorar, desesperadamente y con el.

Pero ?se atreveria?

La pregunta retumbo en su mente y tuvo que ralentizar el paso. Si se le ofreciese… ?el aceptaria? Probablemente. Los hombres no solian rechazar esos ofrecimientos, ?verdad? Especialmente si sabian que no podia haber segundas intenciones ni consecuencias. Ella no era una dama de sociedad empenada en conseguir una propuesta de matrimonio. Y especialmente si el sabia que la aventura solo duraria el corto periodo de tiempo que permaneciese en Londres. Ella no esperaria nada de el excepto la promesa de que tomaria las precauciones necesarias para evitar que concibiesen un hijo. Por la reaccion de su cuerpo cuando se besaron, estaba claro que fisicamente, no se mostraria reacio a la idea. Y sin duda, un hombre de su posicion y que habia vivido durante anos como espia, estaria familiarizado con la discrecion.

?Se atreveria?

Si, le susurro una voz interior, esa voz femenina interior que habia sofocado a la fuerza durante todos aquellos anos y que ahora pedia ser escuchada.

No, intervino su sentido comun, recordandole que apenas conocia a aquel hombre y que mientras el no arriesgaba nada, ella arriesgaba mucho.

Pero entonces su corazon se hizo oir e insistio en que, pese a que habia pasado muy poco tiempo realmente en su compania, gracias a las cartas, habia conocido a aquel hombre de cabello oscuro y ojos verdes mucho antes de verlo por primera vez en Vauxhall. Aquel hombre era, sin duda alguna, Colin, y habia vivido en su imaginacion, en su corazon y en su alma durante anos. El era el hombre que siempre habia deseado y esta era su oportunidad, su unica oportunidad, de tener una pequena parte de el durante un corto espacio de tiempo.

?Se atreveria?

Cerro los ojos y respiro hondo. Si… Si, se atreveria.

Se ofreceria a el y, con un poco de suerte, seria suya durante un corto y magico tiempo.

En el instante en que tomo la decision, sintio que la invadia un tremendo alivio. Habia reflexionado y la decision estaba tomada. Lo unico que necesitaba hacer era actuar de acuerdo con ella y asi lo haria en cuanto volviese a verlo, algo que ocurriria al dia siguiente.

Dirigio la mirada al reloj que habia sobre la repisa de la chimenea y se dio cuenta de que era casi la una de la madrugada.

Ya era el dia siguiente.

Toda ella vibro de expectacion y se rodeo el cuerpo con los brazos. Sin poder estarse quieta, se dirigio a los ventanales y miro al jardin.

La luna llena iluminaba el pequeno jardin con su etereo brillo plateado. La eterna niebla londinense cubria el suelo y se elevaba desde la hierba como dedos vaporosos y fantasmales. En medio del jardin se erguia un majestuoso arbol. Mientras lo contemplaba, le parecio que junto al tronco del arbol se movia una sombra.

Alex fijo la mirada y unos segundos mas tarde el corazon le dio un vuelco al descubrir que la sombra correspondia a una persona. Antes de que pudiera decidir como dar la alarma en aquel hogar desconocido, la sombra se aparto del arbol y se movio sigilosamente hacia los setos que rodeaban el perimetro del jardin. La sombra se movia con una cojera familiar.

Contuvo el aliento y por un instante, antes de que las sombras se lo tragasen de nuevo, lo vio claramente. ?Que demonios estaba haciendo Colin alla fuera?

Se apreto el pecho con las manos notando el subito y frenetico latido de su corazon. ?Era posible que los

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