– Tengo algo que pedirte -dijo ella, apoyando sus manos en el pecho de Colin y notando en ellas el veloz golpeteo de su corazon.

– Solo tienes que formular tu peticion.

Se quedo callada, repasando las palabras de el en su mente. «Solo tienes que formular tu peticion.» Nunca nadie antes le habia dicho algo asi.

– ?No quieres saber que quiero antes de prometerme darmelo?

– No.

– ?Y que pasa si pido algo extravagante?

– ?Como que?

– Diamantes, perlas.

– ?Es eso lo que quieres de mi, Alexandra, diamantes y perlas? -le pregunto despacio, con una mirada tan intensa que Alexandra supo que no estaba bromeando.

A su mente acudieron dos ideas simultaneas. Una era la imagen de ella misma llevando un escotado y elegante traje de noche, con un collar de perlas color crema alrededor del cuello y colgando de sus lobulos dos pendientes de diamantes.

La otra era el calculo de lo que esas joyas valdrian, un dinero que sin duda podria financiarla a ella y a su causa durante anos. Y eso solo a cambio de lo que, creia intuir, le estaba entregando Colin en ese momento.

Su confianza.

Noto un nudo de emocion en la garganta. Por la expresion de Colin estaba claro que si ella le pedia joyas, el se las daria. Aquel atractivo hombre, al entregarle su confianza, se convertiria en una mas de sus victimas. Y cuando lo descubriese, la atraccion y la admiracion que pudiera sentir hacia ella en esos momentos desaparecerian.

Sin embargo, aunque el tiempo que pudieran compartir en Londres fuese breve, Alexandra no queria pagar ese precio.

– No, Colin. No quiero diamantes ni perlas.

Colin no dijo nada durante varios segundos. Se limito a pasar las yemas de sus dedos por sus rasgos, como si quisiera memorizarlos, acompanando con la mirada sus gestos. Alexandra deseaba fervientemente saber que estaba pensando. Finalmente, dijo:

– Gracias.

– ?Por que?

– Por ser la unica mujer que conozco capaz de pronunciar esa frase. Eres… extraordinaria.

– Todo lo contrario, soy de lo mas vulgar -dijo, pero penso: Mucho mas de lo que tu crees.

– No, eres extraordinaria, en todos los sentidos, incluso en algunos que ni siquiera conoces. -Y paso la yema de su dedo pulgar por el labio de Alexandra-. Puesto que no deseas ni diamantes ni perlas, dime que quieres.

– Esta relacionado con nuestro… acuerdo. Necesito que me asegures que solo lo sabremos nosotros. Aceptan a madame Larchmont como una mujer casada, y no puedo arriesgarme a que mi reputacion se vea mancillada por una aventura.

– Tienes mi palabra de que te protegere, de todas las maneras.

– Gracias. Tampoco me gustaria… -vacilo.

Sabia que un embarazo seria desastroso para ella, pero por un loco momento retuvo la imagen de ella misma portando el hijo de Colin.

– ?Quedarte embarazada?

– Si.

– Tomare precauciones para evitarlo.

– Y nuestras relaciones terminaran cuando hayas escogido esposa -dijo Alex con firmeza-. No podria mantener una relacion de este tipo con el futuro esposo de otra mujer.

– Yo tampoco humillaria a mi esposa con una aventura adultera -dijo Colin apartandole a Alexandra un rizo que le caia por la mejilla-. Pero hasta entonces, seras mia.

Un estremecimiento de hembra le recorrio todo el cuerpo ante aquel tono de serena posesion.

– Si -dijo-. Y tu mio.

– Si, soy tuyo.

Su corazon se detuvo al oir su consentimiento. La mera idea de que aquel hombre podia ser suyo de algun modo, durante algun tiempo… Era una oportunidad en la que habia sonado pero que nunca se habia atrevido a esperar, y tenia toda la intencion de disfrutar de cada minuto que pasasen juntos.

– ?Son esas tus unicas peticiones, Alexandra?

Dios mio, solo al oir como pronunciaba su nombre deliciosos escalofrios le recorrian todo el cuerpo.

– Solo una mas -susurro-. Quiero que apagues este fuego que has encendido dentro de mi.

Colin apoyo su frente contra la de Alexandra.

– Yo quiero lo mismo, pero este no es el momento ni el lugar, y si vuelvo a besarte… -Levanto la cabeza y dirigio la mirada hacia su boca.

Alexandra abrio sus labios involuntariamente.

– ?Si vuelves a besarme…?

– Como tienes un efecto desastroso sobre mi autocontrol, mucho me temo que terminaria por tomarte contra la pared.

Dios mio.

– Lo dices como si fuese algo malo.

– No es malo, pero resulta inconveniente cuando uno se halla sin cama junto a una mujer que merece una, por lo menos la primera vez que hace el amor. -Se inclino y apoyo suavemente sus labios en los de ella-. Dejame intentar que tu primera vez sea perfecta.

– Me parece bastante perfecta ahora, excepto por mi pulso que esta gravemente alterado.

Colin esbozo una maliciosa y rapida sonrisa.

– Bien. Odio pensar que es solo el mio el que esta alterado. -La solto y luego la tomo de la mano-. Ven conmigo.

Y la condujo alrededor de la casa hasta la entrada de servicio. Alli, saco una pequena pieza de metal del bolsillo y se inclino sobre la cerradura. En menos de un minuto, la puerta se abrio sin ruido alguno.

– Eres buenisimo -susurro.

La ladrona que habia sido sintio admiracion y una indudable punzada de envidia.

– Estoy seguro de haberte dicho que soy bueno en muchas cosas. Esta casa es casi identica a la mia. Sigue este pasillo hasta llegar a la escalera, sube al segundo piso, gira a la derecha, sigue recto por el pasillo que encuentres y llegaras a tu habitacion.

– ?Sola? -dijo Alexandra totalmente desilusionada.

– Si.

– Pero ?que pasa con… nosotros?

– Mi dulce Alexandra, tal como te he dicho, este no es el momento ni el lugar. Ese «nosotros» sera muy pronto, lo prometo. Y ahora dime, ?como saliste de la casa?

– Por los ventanales que dan a la terraza.

– Me asegurare de que quedan cerrados con llave.

Colin inclino la cabeza, y Alexandra levanto su rostro pero en lugar de darle el beso que ella aguardaba ansiosamente el le deposito un rapido beso en la punta de la nariz.

– Date prisa, y cuando cierre la puerta, gira la llave por dentro. Te vere muy pronto.

Alexandra entro en el umbral perpleja, confundida, irritada y frustrada.

– Un poco de calma nos ira bien a los dos -dijo una divertida voz en la oscuridad.

Pero cuando se dio la vuelta dispuesta a asesinar a Colin con la mirada, descubrio que ya habia cerrado.

Miro la puerta de madera totalmente anonadada. Nunca habia creido que iba a proponersele a un hombre y cuando lo hacia, ?que ocurria? El la mandaba sola a su habitacion. Quiza Colin no habia querido tomarla contra la pared pero, por favor, ese era el modo en que se hacia en su ambiente. Puede que no la deseara tanto como proclamaba.

– Que hombre tan irritante -murmuro entre dientes.

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