– No osaria privarte de la compania de este animal. Asi que te lo devuelvo.

Pero, maldita sea, incluso pronunciando las palabras, sus brazos seguian acunando al perro dormido.

– Tonterias. Un hombre que preve peligro en su vida debe tener un buen perro guardian.

– Puede ser, pero no creo que consideres que este es el perro para esa tarea. Por lo que he visto, solo se ha dedicado a lamer e incordiar. De hecho, lo unico que este animal sabe hacer es dormir, comer, morder botas, hacer pipi en las flores y ladrar de un modo ensordecedor, precisamente, cuando uno esta intentando dormir.

– Eso describe a cualquier cachorro, y esa es la razon por la que son tan increiblemente adorables. Intentan paliar esas caracteristicas no tan agradables que has descrito.

– Son esas caracteristicas no tan agradables las que me han hecho no comprar un cachorro.

– Te han hecho no comprarlo, pero no te han hecho no desearlo.

– No deseo…

– Claro que si. Simplemente eres demasiado testarudo para admitirlo. Mira con que perfeccion Narciso se adapta a tus brazos.

Colin parpadeo y miro al techo.

– ?Narciso? Dios santo. ?Que nombre es ese para un cachorro macho?

– Por supuesto, estaremos encantados de que lo salves de una vida condenada a la verguenza y lo rebautices. Estoy seguro de que te lo agradecera.

– Tienes suerte de que no te mordiese el brazo por colgarle semejante nombre. Pero eres tu el que tendras que rebautizarlo, porque yo no me lo quedo.

– ?Por que no?

– Porque te conozco y se que si lo hago, otras criaturas con nombres tipo Capullo de Rosa, Lila, Hortensia, Lirio y Crisantemo lo seguiran y mi casa parecera una granja.

Nathan se puso la mano sobre el corazon.

– Tienes mi palabra de que ningun animal con el nombre de Capullo de Rosa, Lila, Hortensia, Lirio o Crisantemo vendra despues de este.

Colin fruncio el ceno: conocia sobradamente los trucos de Nathan.

– Ni Gardenia, Delfinio ni nada parecido.

– De acuerdo. De hecho, te he regalado a Narciso no solo para protegerte.

– Excelente, ya que mucho me temo que no servira…

– Sino tambien para conseguirte una novia.

Colin miro perplejo a su hermano.

– ?Perdon?

– Novia -repitio Nathan, marcando cada silaba despacio como si hablase con un nino pequeno-. Llevate a Narciso a dar un largo paseo por Hyde Park y, creeme, no hay nada como un cachorro jugueton para llamar la atencion de las mujeres. Puedes reducir tu busqueda de prometida rechazando a cualquier dama que no se sienta inmediatamente cautivada por tu adorable cachorro, ya que indicara que no tiene corazon y no merecera ni tu admiracion, ni evidentemente convertirse en tu esposa y llevar el titulo de vizcondesa de Sutton. -Y extendiendo las manos y sonriendo anadio-: ?Ves que util soy?

– Creo que util no es la palabra que utilizaria ahora mismo para describirte -murmuro Colin.

Novia. Vizcondesa de Sutton. Las palabras fueron como una sacudida y le recordaron que apenas habia dedicado un momento a la verdadera razon por la que habia ido a Londres. Todos sus planes de encontrar esposa se habian disuelto como azucar en chocolate caliente en el momento en que habia visto a Alexandra.

Como si pensar en ella hubiera sido un conjuro, aparecio en el umbral de la puerta detras de Peters, el impecable mayordomo de lord Wexhall, quien se aclaro la garganta y anuncio:

– Madame Larchmont.

Despues se aparto y Alexandra se quedo sola en el marco de la puerta, como un cuadro. Iba vestida con un sencillo y austero traje marron y llevaba el pelo recogido con un mono en la nuca. Pero aun asi le corto la respiracion. Cuando sus miradas se cruzaron, a Colin no le sorprendio que sus pulmones dejasen de funcionar durante varios segundos. Habria jurado que en esa simple mirada entre ellos circulo algo intimo y calido. El flujo de recuerdos sensuales era tan potente que lo desbordo inundandole de calor y lujuria y necesidad y un deseo casi insoportable de atravesar la habitacion, tomarla entre sus brazos y pasar el resto del dia mostrandole exactamente cuanto la habia echado de menos.

Echarla de menos. Era absolutamente ridiculo que pudiera echarla de menos durante una ausencia tan corta, pero no podia negar que asi habia sido. Era como si, desde que la habia dejado, hubiese estado bajo una nube y entonces, al aparecer de nuevo, hubiera salido el sol, dandole calor, llenandolo de energia. Y de un profundo anhelo de tocarla, besarla, estar cerca de ella.

– Buenos dias, caballeros -dijo Alex entrando en la habitacion.

– Buenos dias -murmuro el, sabiendo pero sin importarle que su agudo hermano se daria cuenta de como la devoraba con la mirada.

– Buenos dias, madame -dijo Nathan-. Espero que haya dormido bien.

– Asi es, gracias -dijo ella-. Acabo de ver a lady Victoria en la sala de desayuno y se preguntaba si iba usted a reunirse con ella.

– Una invitacion que nunca rechazaria -dijo Nathan sonriendo-. Si me excusan…

Empezo a cruzar la habitacion pero, antes de llegar a la Puerta, la mirada de Alexandra se poso en el bulto que tenia Colin entre los brazos y abrio los ojos de par en par.

– Oh, Dios mio -dijo con una sonrisa en los labios, unos labios que todavia tenian la marca de sus besos-. ?Que cachorro tan adorable!

Colin oyo la risa ahogada de Nathan ya en la puerta y cuando lo miro, su hermano le dijo solo moviendo los labios «Te lo adverti», y despues, saludando con la mano, salio y cerro delicadamente la puerta tras el.

Alexandra se detuvo frente a el, con la mirada puesta en el desgraciadamente bautizado Narciso, que continuaba dormido.

– ?Quien es este? -pregunto pasando el dedo por el pelo casi negro del cachorro.

Colin tardo varios segundos en contestar pues la cercania de ella le habia dejado la mente en blanco. Y ademas no llevaba puestos sus guantes de encaje habituales. La vision de su mano desnuda le produjo mas ardor del debido. Su piel desprendia un fresco olor a jabon y a naranjas, y miro fijamente sus dedos, recordando como habian acariciado su piel, como habian recorrido su cabello y habian abrazado su miembro.

En lugar de contestar a su pregunta, le dijo suavemente:

– No llevas tus guantes.

Ella levanto la vista del cachorro y Colin se quedo petrificado ante el impacto de sus ojos y del ligero sonrojo que coloreo sus mejillas.

– Dijiste que te gustaban mis manos.

Colin se dio cuenta de que sentia una satisfaccion desmesurada por el evidente deseo de Alex de complacerlo.

– Asi es -dijo el, y cogiendolo con el brazo que tenia libre por detras de la cintura, la acerco hacia el-. Y tambien me gustan tus labios.

Bajo la cabeza y la beso, con la intencion de que el contacto fuese ligero y breve. Pero en el instante en que sus bocas se tocaron, ella abrio los labios y, con un gemido de deseo, Colin la apreto contra el y se dejo llevar por el ansia de ese profundo e intimo beso que llevaba anhelando durante horas.

En ese momento el pobre Narciso se movio y lanzo varios ladridos. Alexandra se aparto y Colin dejo escapar un grunido. Ambos miraron al cachorro. Los ojos del animal estaban alerta y su lengua rosa buscaba algo que lamer.

– Nos hace saber que no le gusta que lo ignoren -dijo Alexandra riendose, mientras el cachorro comenzaba a lamer sus dedos.

– Que delicia -mascullo Colin.

Intento lanzar una mirada de ira a la bola de pelo en movimiento que habia interrumpido su beso, pero le resulto dificil mostrarse severo cuando la mujer y el perro parecian tan encantados el uno con el otro.

– ?Te gustaria cogerlo?

– Oh, si -dijo Alex alargando los brazos.

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