Colin le paso el bulto y miro como Alexandra, con los brazos extendidos, sujetaba al cachorro que se movia extasiado.

– Eres tan dulce… -exclamo. Y acurruco al perrito contra su pecho.

Cuando hundio el rostro en el pelo suave y negro del animal y le beso delicadamente la cabeza, el cachorro se calmo y dejo escapar lo que parecia un suspiro de satisfaccion.

El maldito perro era listo, decidio Colin.

Y tambien muy afortunado.

– Es absolutamente maravilloso -dijo Alexandra, mirando a Colin y sonriendole-. ?Es tuyo?

– Si -dijo Colin sin vacilar-. Es el regalo que mi hermano menciono. Nathan siempre me obsequia con algo que necesita alimento y cuidados, asi que no me ha sorprendido. De hecho, deberia sentirme aliviado por no haber recibido una bandada de gansos o un rebano de vacas como regalo.

– ?Tiene nombre?

Miro al pequeno animal, acurrucado en los brazos de Alexandra, con su cabecita perfectamente encajada en la generosa curva de sus senos y dijo:

– Lucky. Su nombre es Lucky. Afortunado…

– Un nombre muy bonito… Lucky.

– Y muy apropiado, dado que esta cerca de ti. -Dio un paso hacia ella e incapaz de no tocarla, paso los dedos por su suave mejilla-. ?Como te encuentras esta manana?

– Un poco… tierna, pero de un modo delicioso.

– Delicioso… -murmuro el, inclinandose y acariciandole el cuello con los labios-. Eso describe perfectamente la pasada noche.

– Tambien estoy muy descansada, para mi sorpresa. Normalmente no duermo hasta tan tarde. Eres una almohada muy comoda.

Colin siguio deslizando las manos hacia abajo, dibujando su clavicula y contuvo las ganas de decirle que el simple hecho de haberla abrazado mientras dormia le habia dado tanta alegria y satisfaccion como hacerle el amor.

– ?Encontraste tu sorpresa?

– Si, gracias. Estaba delicioso. ?Lo trajiste de casa?

– No, se lo cogi a Nathan camino de tu habitacion. Sabia que tendria provisiones ocultas de dulces. Conozco sus escondites secretos.

– ?Conseguiste cogerselo en el tiempo que tarde en llegar a mi habitacion?

– Asi es.

– Madre mia, si que tienes talento. En mas de un sentido.

– Gracias -dijo Colin y deslizo aun mas abajo sus dedos hasta tomar su seno. Alexandra ahogo un grito-. ?Estarias interesada en otra demostracion de mi talento? -pregunto el acariciando con el dedo pulgar su pezon y notando como se endurecia por debajo de la tela del traje.

– ?Que… idea tienes?

Como respuesta, Colin se aparto y le quito delicadamente el cachorro de los brazos, dejandolo en la alfombra que habia frente a la chimenea, donde el animal lanzo un gemido y despues se acurruco formando un ovillo y se quedo adormecido. Colin atraveso la habitacion y cerro la puerta con llave. El ruido de la cerradura resono en medio del repentino y tenso silencio.

Se dio la vuelta y se dirigio despacio hacia ella, disfrutando al ver como sus ojos se abrian de par en par. Cuando llego junto a Alex, no se detuvo, sino que la tomo en sus brazos, la levanto del suelo y siguio avanzando.

– ?Que estas haciendo? -susurro ella rodeandole el cuello con los brazos.

– Demostrandote lo que ocupa mis pensamientos ahora mismo.

– ?Aqui? ?Ahora?

Alcanzo la pared y la apreto contra la madera de caoba que la recubria.

– Aqui mismo -susurro pegado a su cuello, respirando su exquisita fragancia mientras que con sus manos le levantaba las faldas-. Ahora mismo.

– Pero ?y lord Wexhall?

– Pasara el dia fuera.

– ?Y tu hermano y lady Victoria?

– Son enormemente lentos comiendo.

– ?Y si hoy no lo son?

– Por eso he cerrado la puerta con llave.

– Pero sabran lo que estamos haciendo.

Sin embargo, al mismo tiempo que protestaba, le agarro el cabello y atrajo su boca hasta sus labios.

– Solo si no nos damos prisa. ?Hasta que punto estas tierna? -pregunto Colin, dandole rapidos besos en los labios mientras hablaba.

– No tan tierna como desesperada.

– Gracias a Dios.

Le levanto las faldas hasta la cintura y coloco el muslo de Alexandra sobre su cadera, abriendola para acariciarla con los dedos.

Alexandra dejo escapar un agudo suspiro cuando Colin introdujo la mano en su interior, un sonido que coincidio con el gemido de el al acariciarle los sedosos pliegues.

– Ya estas humeda -jadeo contra su boca.

Alexandra froto la mano contra su ereccion.

– Y tu ya estas duro.

– Constantemente. -Y despacio introdujo profundamente uno de los dedos en su apretado calor-. Y es solo culpa tuya. Me temo que va a convertirse en un embarazoso problema.

– Considerame mas que dispuesta a colaborar.

– Una oferta que no tengo ninguna intencion de rechazar.

Y sacando la mano de su cuerpo, se desabrocho los pantalones tan rapido como le permitieron sus nerviosos dedos. Una debil voz interior lo aviso de que no estaba mostrando la mas minima delicadeza, pero un deseo fiero y oscuro apago esa voz. La queria, la necesitaba, necesitaba estar dentro de ella. En ese momento.

En el momento en que se libero, la tomo por las nalgas y la levanto.

– Agarrame con tus piernas -dijo con una voz que apenas reconocio-. Y aguanta.

Unos segundos mas tarde, entro en su calor humedo y ya no simulo control alguno. La tomo con largas, duras y profundas sacudidas, apretando los dientes para contener su imparable necesidad de llegar al climax, observando cada matiz del rostro acalorado de Alexandra, sus labios abiertos, sus ojos cerrados, sus dedos apretandole los hombros, hasta que grito, arqueando la espalda y noto como las paredes de su interior se convulsionaban alrededor de su miembro. En el instante en que noto que ella se relajaba, salio y apreto fuertemente la ereccion contra el vientre de ella, refugio el rostro contra la calida y fragante curva de su cuello y el orgasmo lo recorrio como un relampago.

Cuando ceso de temblar, levanto la vista y ella abrio los ojos. Durante varios segundos se miraron fijamente. Colin queria decir algo, algo insustancial e ingenioso, pero ya no estaba a su alcance. Aquella mujer no solo lo habia desposeido de su control, sino que al parecer tambien le habia robado el juicio. Asi que dijo la unica palabra que se sentia capaz de pronunciar:

– Alexandra.

Entonces se inclino y la beso, introduciendose despacio en la calidez aterciopelada de su boca, saboreandola, disfrutando de la erotica friccion de sus lenguas, del olor de su piel caliente y de la pasion que habian compartido. El corazon le latia con fuerza contra las costillas y dejaron de besarse tan despacio como habian empezado.

– Desde luego, eres un hombre con talento -susurro ella, con la cabeza apoyada contra la pared.

– Y tu eres una mujer deliciosa. No te he hecho dano, ?verdad?

– Cielos, no. Aunque anoche fue lento y delicado y maravilloso, no puedo negar que hay algo extraordinariamente dulce en esta aproximacion mas brusca y rapida.

– Tomo nota obedientemente.

En la boca de Alexandra se formo una maliciosa sonrisa.

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