blanca como la nieve se tensaba sobre sus anchas espaldas. La mirada de Allie fue bajando lentamente, recorriendo la esbelta cintura y los ajustados pantalones. Sus ojos se posaron sobre el trasero del joven y suspiro. Pensara lo que pensara de el, no se podia negar que lord Robert estaba… muy bien hecho.

Un involuntario suspiro de pura admiracion femenina se le escapo de los labios, un suspiro que, al parecer, lord Robert oyo, porque se volvio hacia la puerta. Y en vez de contemplar sus posaderas, Allie se encontro mirando fijamente su…

«Oh, Dios.»

Sin duda estaba bien hecho. Allie lo sospechaba despues de lo cerca que habian estado la noche anterior, pero ya no le quedaba ninguna duda.

– Buenas tardes, senora Brown.

Estas palabras susurradas la arrancaron de su pasmo, y alzo rapidamente la mirada para encontrarse con la de el. Sus ojos azul oscuro la observaron con una mirada inquisitiva y a la vez de complicidad. Allie noto un subito calor en el rostro, y casi no pudo resistir el impulso de cubrirse las ardientes mejillas con las manos. Quiza si rezaba con suficiente intensidad el suelo de madera se abriria y la tierra se la tragaria. Dios, la habia pillado mirandolo. Y no simplemente mirandolo, sino mirandole eso.

Decidida a recobrar la compostura, alzo la barbilla y enarco las cejas.

– Buenas tardes, lord Robert. No sabia que habia regresado. -?Regresado? No me he marchado.

– Pense que se habia ido. A escribir la carta que me prometio.

– La he escrito y la he enviado hace siglos. Tome prestado papel de carta de Austin. Supongo que ha terminado con su propia correspondencia.

– Si.

– En tal caso, quiza le gustaria pasear en coche por el parque. Hace un tiempo excepcionalmente bueno.

La idea de compartir un carruaje con el, sentada lo suficientemente cerca como para aspirar su aroma masculino, para observar sus ojos burlones y contemplar sus labios curvarse en esa sonrisa devastadora y traviesa, era terriblemente tentadora. Y por lo tanto totalmente prohibida.

– No, gracias contesto. Pero, por favor, no debe dejar que le impida disfrutar de la tarde.

Interiormente se avergonzo del tono seco que habia empleado. No pretendia ser tan brusca.

Pero en lugar de ofenderse, lord Robert se echo a reir.

– Ah, pero si ya la disfruto afinando mi juego. -Hizo un gesto con la cabeza indicando la mesa cubierta de fieltro-. ?Juega?

– Me temo que no.

– ?Le gustaria aprender?

Un «no» automatico se alzo hasta sus labios, pero entonces dudo. Necesitaba desesperadamente algun tipo de distraccion, y le agradaban mucho los juegos. Paseo la mirada por la mesa. Tenia casi unos cuatro metros de largo y dos de ancho. Sin duda lo suficientemente grande para mantenerse a una prudente distancia de el… mucha mas distancia de la que podia proporcionarle un carruaje.

– Bueno, si. Creo que podria ser divertido. -«Y seguro.»

– Excelente. Es un juego muy simple. Solo hay tres bolas, una roja y dos blancas, y unas cuantas reglas. Todo lo demas es practica y un poco de suerte. -Cruzo la sala, tomo otro afilado palo del soporte que habia en la pared y regreso hasta ella.

– Esto es el taco -le dijo, tendiendole el palo-. El objetivo del juego es ser el primero en sumar los puntos que convengamos.

– ?Y como se consiguen los puntos?

– De varias maneras. -Y procedio a describirle el juego, explicandole terminos desconocidos como «pot»,«carambola» y «tacada». Mientras hablaba, se inclinaba sobre la mesa y le iba mostrando las jugadas, informandole sobre bandas, agujeros y la «D».

– ?Alguna pregunta? -inquirio al finalizar.

– Aun no, pero estoy segura de que se me ocurriran por docenas en cuanto empecemos. -Lo cierto era que el juego parecia bastante simple.

– Entonces comencemos con algunos golpes de practica. La manera correcta de sujetar el taco es asi… -El se la enseno y ella le imito- Muy bien -alabo-. Ahora pongase en linea con la bola, lleve el taco hacia atras y luego hacia delante, directo y seco. -Sus acciones reflejaron sus palabras. La punta de su taco golpeo la bola blanca, que choco contra la bola roja, que rodo sobre el tapete y cayo en uno de los agujeros de la esquina. Este golpe valdria tres puntos por meter la bola roja.

– Recupero la bola y la coloco de nuevo sobre la mesa -. Ahora usted.

Allie agarro el taco como lo habia hecho el y se inclino sobre la mesa. Apunto cuidadosamente, movio el taco hacia la bola blanca… Y fallo totalmente.

Lo intento de nuevo. Esta vez golpeo la bola con fuerza. Esta se elevo y cayo fuera de la mesa. Aterrizo sobre la alfombra con un sonido apagado.

– Oh, vaya -exclamo consternada-. Esto es mas dificil de lo que parece. Lo siento. Aunque me gustan los juegos, me temo que no soy demasiado buena.

De repente la asalto un recuerdo y apreto el taco con fuerza. David y ella sentados en el salon cerca del fuego. Habia tratado de ensenarle a jugar al ajedrez, pero enseguida se habia impacientado con ella porque movia las piezas incorrectamente. David habia meneado la cabeza y soltado un largo suspiro.

– Es obvio que este juego te supera, Allie.

Allie sacudio la cabeza para alejar los restos del pasado y miro a lord Robert. No habia el menor rastro de impaciencia en sus ojos. De hecho, parecia divertirse mucho.

– Bastante bien para ser el primer intento -dijo, moviendo la cabeza en senal de aprobacion-. Mucho mejor que el mio. Rompi una ventana la primera vez. Hasta el dia de hoy a Austin le gusta contar a todo el mundo que le quiera oir mi actuacion «rompedora». Y yo le digo a todo el que me quiera oir que mi actuacion fue simplemente el reflejo del dudoso talento de mi maestro. -Recogio la bola y volvio a ponerla sobre el tapete. Luego rodeo la mesa y se situo detras de Allie-. Intentelo de nuevo. Yo la ayudare. -Desde atras, coloco las manos sobre las de la joven en el taco-. Solo necesita sentir que esta bien colocada… asi.

Y de repente Allie si que se sintio bien colocada… con el calido y fuerte cuerpo presionando sobre su espalda desde los hombros hasta el muslo. Con las grandes manos que cubrian las suyas.

– Esta agarrando el taco con demasiada fuerza. Relajese.

Si los pulmones no le hubieran dejado de funcionar, Allie habria lanzado un resoplido de incredulidad. ?Relajarse? ?Que posibilidades tenia de lograrlo mientras su cuerpo la rodeara como una calida manta, cubriendola de violentas sensaciones?

– Afloje la mano y mueva el brazo con sultura. Asi. -El aliento de lord Robert le alboroto el cabello de la sien, haciendo que miles de cosquilleos le recorrieran la espalda. Con una mano sobre la de ella, Robert movio el brazo lentamente hacia delante y luego hacia atras, mostrandole el movimiento. Pero en lo unico que Allie podia concentrarse era en la sensacion de los musculos que se apretaban contra su brazo y su espalda, y de la piel que tocaba la suya. Robert se habia subido las mangas y la mirada de Allie recorrio los vigorosos antebrazos, cubiertos de vello oscuro. Una oleada de calor la atraveso, abrumandola con su intensidad.

«?Apartate… Alejate de el!», le gritaba su voz interior. Pero habia pasado tanto tiempo desde que un hombre la habia tocado… Era incapaz de negarse ese placer. Los ojos se le cerraron, y durante un instante se permitio absorber la sensacion de tenerlo cerca.

«Solo un segundo mas… esta detras de mi… no me puede ver… no lo sabra…»

Robert alzo la mirada con la intencion de ajustar la posicion y darle mas instrucciones, pero sus ojos captaron movimiento al otro lado de la sala. Alli, reflejada en el pequeno espejo que colgaba en la pared opuesta, la vio. De pie en el circulo que formaban sus brazos, con los ojos cerrados, el rostro arrebolado y los gruesos labios ligeramente entreabiertos. Se la veia hermosa. Sensual. Y excitada.

En su interior todo se detuvo. El corazon, el pulso, la respiracion. Un pequeno temblor recorrio a la mujer, fue una vibracion ligera como una pluma contra su pecho, pero que reverbero por todo su cuerpo.

El sedoso pelo de la senora Brown le cosquilleaba en la mandibula y solo tenia que volver la cabeza para que sus labios le tocaran la sien, pero no se atrevio a moverse. No podia moverse. Estaba hechizado, absorto en la contemplacion de ella, de ambos, juntos. Aspiro lenta y temblorosamente, y la cabeza se le lleno de la delicada fragancia floral de la senora Brown.

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