– Vuelva aqui. Ahora mismo.

– ?Asi que os pensabais que podiais darme unos azotes? ?Ja! ?Pues me parece que no! -Retrocedio varios pasos mas, hasta que el agua le llego a la cintura. De pronto, su melodiosa risa estallo-. ?Dios santo! ?Deberiais veros! ?Estais graciosisimo!

Austin miro hacia abajo. Tenia la camisa mojada y mugrienta pegada al pecho como una segunda piel, y unos manchurrones alargados, negros y fangosos en los pantalones de montar. Llevaba varias hojas secas adheridas a sus botas estropeadas.

– Apuesto a que nunca habiais tenido un aspecto tan desastrado en toda vuestra aristocratica vida -rio ella-. Debo deciros que vuestra apariencia en estos momentos resulta escandalosamente impropia de un duque.

– Venga aqui.

– No.

– Ahora mismo.

Ella nego con la cabeza sin dejar de sonreir. Austin avanzo hacia ella, abriendose paso en el agua helada, lleno de determinacion y arreglandoselas para disimular el repentino e indeseado regocijo que estaba sintiendo. Maldita mujer. No era mas que una plaga para la cordura de un hombre. Suponia que ella trataria de huir, pero se mantuvo firme, aguardandolo con una sonrisa esplendorosa en su hermosa cara. Austin se detuvo a un paso de ella y espero.

– Me he levantado esta manana de bastante mal humor, pero este episodio me ha animado considerablemente -dijo ella, y sus hoyuelos parecian hacerle guinos-. Teneis que reconocer que esto resulta bastante gracioso.

– ?Ah si?

Ella bizqueo exageradamente y lo miro a la cara. A pesar suyo, a Austin se le escapo una sonrisa.

– ?Aja! -exclamo ella-. Os he visto sonreir.

Por mas que lo intentaba, Austin no acertaba a explicarse por que encontraba divertida esa debacle. El celebre duque de Bradford, el soltero mas codiciado de Inglaterra, cubierto de lodo, metido en el lago hasta las caderas, conversando con una mujer cuya deslumbrante sonrisa no mostraba la menor senal de remordimiento, solo diversion. Muchos miembros destacados de la alta sociedad quedarian postrados de la impresion si lo viesen ahora, completamente sucio y empapado, en compania de una americana no menos sucia y empapada.

Ella bajo la vista hacia la camisa mojada de Austin.

– Era una camisa preciosa. Siento haberla estropeado, excelencia, de verdad. -Alargo el brazo y paso la mano sobre la manga mojada. Lo miro a los ojos-. Al principio no tenia la intencion de mancharos con el lodo, pero una vez que lo hice, bueno, me parecio una pena no aprovechar la oportunidad. Para ser del todo sincera, creo que necesitabais que alguien os hiciera reir. Por lo que a mi respecta, esta aventura es lo mas divertido que me ha ocurrido en muchos meses.

Los musculos de Austin se contrajeron involuntariamente al notar su contacto. Escruto los ojos de Elizabeth en busca de algun signo de engano o falsedad y no vio mas que inocencia y calidez. Era lo mas divertido que a ella le habia ocurrido en muchos meses. Diablos, el podria decir lo mismo. Por supuesto, no era necesario que ella lo supiese.

Tras exhalar un suspiro de resignacion, pregunto:

– ?Acaso la calamidad la sigue alli adonde va, senorita Matthews? Es la segunda vez que practicamente cae a mis pies.

– Me temo que este tipo de caidas son corrientes en mi familia.

– ?A que se refiere?

– Asi se conocieron mis padres. Mama salia de una tienda de sombreros de senora cuando tropezo y cayo a los pies de papa. Se torcio el tobillo al caer y papa le curo la lesion.

– Entiendo. Al menos reconoce con sinceridad su desafortunada propension a rodar por los suelos.

– Si, pero yo no la consideraria desafortunada.

– ?Ah no? ?Y eso por que?

Ella titubeo y el quedo fascinado por la repentina seriedad de sus ojos castanos.

– Aunque sois algo arrogante y mas que un poco testarudo, resulta que…, bueno, que me caeis bien.

Austin se quedo mirandola, atonito.

– ?Le caigo bien?

– Si. Sois un hombre afectuoso y cordial. Por supuesto -anadio en un tono seco-, lo disimulais bastante bien a veces.

– ?Afectuoso y cordial? -repitio el, desconcertado-. ?Como ha llegado a esa conclusion?

– Lo se porque os he tocado. Pero aun cuando no lo hubiese hecho, lo habria notado de todos modos. -Su vista se poso en la camisa lodosa de Austin-. Os habeis tomado todo esto con extraordinaria deportividad. Apuesto a que nunca habiais hecho nada parecido, ?me equivoco?

– No, nunca.

– Me lo figuraba. Y a pesar de todo le veis el lado gracioso a esta situacion, si bien vuestra conmocion inicial era evidente. -Adopto una expresion especulativa-. Guardais las distancias con la gente y cultivais una imagen fria y circunspecta. Sin embargo, tratais a vuestra hermana con carino y a vuestra madre con cordialidad y cortesia. He pasado con vos el tiempo suficiente y os he observado relacionaros con bastantes personas como para saber que clase de hombre sois en realidad…, un hombre bueno y decente.

Estas palabras le produjeron una tension en lo mas hondo del pecho y lo dejaron confuso y desorientado. Se sorprendio aun mas cuando una calida oleada de placer le subio a la cara. Le costo apartar de su mente la asombrosa revelacion de que esa mujer lo consideraba afectuoso y cordial. Decente. Y bueno con su familia. «Si supieras como le falle a William, te darias cuenta de lo equivocada que estas.»

Antes de que pudiese discurrir una respuesta, ella dijo:

– Soy consciente de que nuestro encuentro de anoche termino de un modo un poco violento, pero ?no podriamos comenzar de cero?

– ?De cero?

– Si, es una expresion americana que significa «desde el principio». He pensado que quiza si hacemos un esfuerzo muy, muy grande, podemos ser… amigos. Y, como muestra de nuestra naciente amistad, quisiera que me tutearais y me llamaseis Elizabeth.

?Naciente amistad? Maldita sea, lo que le faltaba por oir. ?Ser amigo de una mujer? ?Y, mas concretamente, de esta mujer? Imposible. Solo habia un punado de hombres a los que consideraba sus amigos. Las mujeres podian ser madres, hermanas, tias o amantes, pero no amigas. ?O si?

Le escudrino el rostro y le choco lo diferente que le parecia de todas las mujeres que habia conocido. ?Como era posible que, a pesar de sus extranas historias sobre visiones y a pesar del hecho evidente de que guardaba secretos, le causara la impresion de ser digna de confianza? Fuera lo que fuese, no podia negar, ni siquiera para si, que se sentia atraido por ella como una polilla por una llama.

Si ella se empenaba en creer que eran amigos,.el no moveria un dedo para desenganarla, al menos hasta que averiguase todo lo que necesitaba saber de ella.

Sin embargo, cada vez le costaba mas creer que estuviera implicada de alguna manera en una trama de chantajes o de cualquier otro tipo.

Carraspeo y dijo:

– Estare encantado de llamarte Elizabeth. Gracias.

– De nada. -Sus ojos despidieron un brillo travieso-. Excelencia.

A Austin casi se le escapa la risa al percibir el tono descarado con el que lo invitaba a devolverle el honor. ?Es que esa muchacha no veia lo impertinente que era insinuarle que podria darle otro tratamiento que no fuera el de excelencia? Semejantes confianzas, semejante intimidad estaban totalmente fuera de lugar.

Intimidad. De pronto, lo asalto un deseo irrefrenable de oir esos labios extraordinarios pronunciar su nombre.

– Algunos me llaman Bradford.

– Bradford -repitio ella lentamente, arrastrando las silabas con una voz suave y ronca que le hizo apretar los dientes. ?Que efecto produciria en el oida pronunciar su nombre de pila?- y unos pocos me llaman por mi nombre, Austin.

– Austin -dijo ella en voz baja, encendiendolo por dentro-. Es un nombre estupendo: fuerte, imponente, noble.

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