Te sienta de maravilla.

– Gracias -dijo el, sorprendido no por el elogio sino por la calidez que le recorrio el cuerpo al oirlo-. Mis amigos me llaman Austin. Puedes hacerlo tu tambien si asi lo deseas.

Gruno para sus adentros, estupefacto por su oferta sin precedentes. Debia de estar perdiendo la razon. ?Que demonios pensaria la gente de ella si la oyese llamarle Austin? Tendria que advertirle de que no lo hiciese delante de nadie…, que solo le llamase asi cuando estuviesen los dos a solas.

Los dos a solas. ?Maldita sea, no habia duda de que estaba perdiendo la razon!

– Vaya, gracias… Austin. Entonces, ?me perdonas?

El volvio a poner los pies en la tierra.

– ?Perdonarte?

– Si, por… esto… -dijo ella senalando con los ojos su ropa estropeada.

El siguio su mirada.

– Ah, si. El lastimoso estado de mi atuendo. ?Lo lamentas de verdad?

– Oh, si -afirmo ella, asintiendo vigorosamente con la cabeza.

– ?Prometes no volver a cometer un acto tan ruin?

– Hum… ?Quieres decir nunca…, como en «nunca jamas en toda mi vida»?

– A grandes rasgos, si.

– Vaya. -Fruncio los labios, pero los ojos le centellearon con malicia-. Me temo que no puedo hacer una promesa a tan largo plazo.

– Entiendo. -Solto un suspiro de resignacion-. Bueno, en ese caso, ?podrias hacer un esfuerzo por comportarte al menos durante el camino de regreso a la casa?

– Oh, si -accedio ella con una sonrisa de oreja a oreja-. Eso puedo prometertelo.

– Gracias a Dios. Siendo asi, supongo que tendre que perdonarte. Salgamos del agua antes de que nos quedemos arrugados. -Se dio la vuelta y echo a andar hacia la orilla-. ?Vienes? -pregunto al percatarse de que ella no lo seguia.

– Ojala pudiera -contesto, pugnando por moverse-. Los pies se me han hundido en el cieno y las faldas me pesan demasiado. -Sus hoyuelos se hicieron mas profundos-. ?Os dignariais prestarme vuestra ayuda?

Austin alzo los ojos al cielo.

– La ultima vez que me preguntaste eso acabe recibiendo un bano de lodo. -La miro fijamente-. Confio en que cumpliras tu promesa de comportarte. Podria abandonarte aqui, ?sabes?

– Te lo prometo -aseguro ella, poniendose la mano sobre el corazon.

El regreso chapoteando hacia ella, mascullando palabras poco halagadoras sobre las mujeres en general.

– Sujetate a mi cuello.

Elizabeth obedecio y el la levanto en brazos, a punto de tambalearse bajo el peso combinado de ella y su ropa empapada. De todas sus prendas chorreaba un agua fria que se le escurria a Austin por todo el cuerpo, y sus botas rezumaban barro. Ella recosto la cara en su hombro y los musculos de el se tensaron al sentir el cuerpo mojado de ella acurrucado contra su pecho. Agacho la cabeza y aspiro la fragancia floral de su cabello. Maldicion, hasta cubierta de lodo olia a lilas.

Una vez en la orilla, la bajo muy despacio hasta que sus pies tocaron el suelo. La ropa mojada se pegaba a su cuerpo, resaltando las curvas de su figura, y el reprimio un gemido. La tela empapada resaltaba claramente los pezones erectos de Elizabeth, y sus piernas parecian interminables. Dios, era increible. Incluso embadurnada de barro, el la deseaba.

Todo su fisico se inundo de impetu vital y, cuando ella intento apartarse, las manos de Austin se apretaron en torno a su cintura. Que Dios lo ayudase: nunca habia deseado tanto a una mujer. Aunque las campanas tocaban a rebato en su cabeza, acerco lentamente la boca a la de ella. Tenia que saborearla de nuevo… solo una vez.

Ella le palmeo el pecho.

– ?Que estas haciendo?

– Disponiendome a cobrarme lo que me debes.

– ?Lo que te debo?

– Por estropearme el traje.

– ?Y pretendias cobrartelo con un beso?

– Por supuesto. Es una antigua y noble tradicion inglesa. Un beso por llenar de lodo una camisa y unos pantalones. ?Nadie te lo habia dicho?

– Me temo que nunca habia salido el tema.

– Bueno, pues ahora que lo sabes, mas vale que saldes tu deuda. De lo contrario, iras a la carcel de morosos.

Ella arqueo las cejas.

– ?Un solo beso?

– Con gusto te cobrare con dos. De hecho…

– Ah no -replico ella apresuradamente-. Con uno basta.

– Bueno, ya que insistes… -La atrajo hacia si, hasta sentir sus senos contra su pecho, y luego le cubrio la boca con la suya.

En el instante en que sus labios se juntaron, el se perdio irremisiblemente. Se perdio en el tacto sedoso de ella, en su calido sabor, en su aroma suave y floral. Todo pensamiento racional se borro de su mente mientras sus manos se deslizaban por los costados de ella y le cubrian los pechos. Jugueteo con sus pezones hasta ponerselos turgentes, y ella emitio un jadeo, dejando caer la cabeza hacia atras. El se aprovecho de ello rapidamente y recorrio con sus labios su largo cuello, adentrandose cada vez mas en un torrido frenesi en el que no existia otra cosa que la mujer que estrechaba en sus brazos.

– Austin -susurro ella-. Por favor. Debemos detenernos.

Haciendo un esfuerzo descomunal que casi acaba con el, Austin levanto la cabeza y la miro a los ojos, unos ojos aturdidos y llenos de deseo. La lujuria lo embistio con tal fuerza que las rodillas estuvieron a punto de fallarle. Nada le habria gustado mas que arrancarle el vestido mojado y hacerle el amor. Y si ella no se apartaba de el en ese mismo instante, tal vez lo hiciera.

Retrocedio un paso e inmediatamente echo en falta el sentirla apretada contra si. Incapaz de resistir el impulso de tocarla, extendio el brazo, la tomo de las manos y entrelazo los dedos con los suyos.

Elizabeth trato de despejarse la mente. Por segunda vez, este hombre la habia dejado sin aliento, sin sentido, con un beso. Habia conseguido que nada le importase excepto el.

Pero era imperativo que le parase los pies. Habia permitido que se tomase mas libertades de las que habria tolerado cualquier mujer decente. Pero habia tenido que echar mano de toda su fuerza de voluntad, porque deseaba con todas sus fuerzas que el continuase besandola, tocandola, encendiendole la piel, colmandole los sentidos con su sabor celestial y su olor a bosque.

En ese instante el le apreto las manos y los pensamientos de Austin irrumpieron en la mente de ella con una nitidez sobrecogedora.

Queria hacerle el amor.

Arrancarle el vestido empapado y tocarla por todas partes. Hacer el amor. Amor. Sintio que se abrasaba y que el corazon iba a salirsele del pecho. ?Era ese el sentimiento que se habia apoderado de ella, que le derretia los huesos, que no la dejaba respirar, que le impedia dejar de pensar en el, que la hacia desear que ese beso no acabara nunca? ?Por eso sentia esa necesidad imperiosa de ayudarlo y protegerlo?

Dios bendito, ?estaba enamorandose de Austin?

7

No dijeron palabra durante el trayecto de regreso a la casa. Elizabeth iba a lomos de Myst, sentada delante de Austin, que la rodeaba con sus fuertes brazos y la envolvia con el calor que despedia su cuerpo.

«?Estare enamorandome de el?»

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